Pero los frescos del barrio, los verdaderos frescos, siguen tan campantes cada mañana repartiendo rebanadas puerta a puerta y fortaleciendo su musculatura a base de quitarse esos kilos de más que tanto afean su contabilidad. Sea como sea, entre unos y otros, vamos a seguir adelgazando.
Este poderoso trasatlántico en que viajamos no está hecho para luchar contra según qué elementos y se parece cada día más a un carguero-patera que a uno de esos cruceros, a los que seguramente se refería Zapatero. Hace semanas que estos trasatlánticos esquivan los puertos más conflictivos del Mediterráneo escalando en otros más amables, pero también más anodinos y sin tanto interés. En tierra, la vida también es cada vez menos interesante sin esos pequeños espacios de libertad, de migas y de chorretones pegados a la memoria.