Imagen de la camiseta de Aver Aves, con pertirrojo y madroños, diseñada por Celia Díaz
Javier Rico
¿Os gusta nuestra camiseta oficial de Aver Aves? Es obra de la diseñadora Celia Díaz y recoge a nuestra ave favorita, el petirrojo, “a la caza” de unos a madroños. En nuestra última ruta con escolares, con sexto de primaria del colegio Ágora International de Villaviciosa de Odón, oímos petirrojos y vimos madroños. Solo nos faltó la escena de “caza”. Dio lo mismo, vivir en plena ciudad otras escenas y sensaciones que aparentemente están reservadas a una naturaleza más salvaje, anima cualquier ruta.
La salida con el colegio Ágora International fue muy especial, ya que, por primera vez, un centro escolar opta por renunciar a una actividad en el entorno directo del mismo (Villaviciosa de Odón) y se decanta por un parque histórico de la ciudad de Madrid (el del Oeste), en parte motivados por la entrada al blog que hicimos sobre el mismo.
No fue mala elección. Un otoño en su punto álgido hizo que nos tiráramos a abrazar a los hermosos Ginkgo biloba que descuelgan su exuberante cortina de hojas amarillas y alfombran el suelo del mismo color. Si el amarillo lo mezclamos con naranjas, ocres, marrones y rojos del resto del arbolado caducifolio el paseo se desborda de belleza. Pero queda algo más.
Uno de los numerosos madroños que crecen en el parque del Oeste madrileño
El parque del Oeste cuenta con una gran variedad de árboles y arbustos, lo que favorece que también se disfrute de la fructificación de algunos de ellos. Quizá sean los madroños los más llamativos, con esa mezcla de “caramelos colgantes” con una gama de colores que van del amarillo al rojo. Os recordamos hay muchos parques y zonas ajardinadas de Madrid donde crece el árbol del escudo de la ciudad.
Pero en el parque del Oeste hay más sorpresas con frutos, como por ejemplo los acebos, con ejemplares más sueltos pero igual de llamativos por estas fechas con sus hojas fuertes y pinchudas y las bayas rojas. Al tejo se le han caído ya casi todos sus frutos rojos en forma de aro, pero aún así se pueden ver los más “tardones”.
Acebos hay menos, pero también se dejan ver, especialmente por ests fechas con sus frutos, en el mismo parque
¡Pues claro que además de árboles y arbustos vimos aves! Y eso que el muy concurrido grupo escolar, formado por sesenta alumnos y alumnas, tres profesores y tres monitores, no invitaba al acercamiento plácido de determinada avifauna. Por supuesto, palomas (domésticas y torcaces), gorriones, urracas y cotorras (argentinas y de Kramer) están curadas de espanto.
Algo más esquivos se muestran los mirlos y los petirrojos ante grupos humanos tan numerosos, pero siempre se dejan ver y oír, aunque sea con sus reclamos de alarma. Las que no se enteran del bullicio a ras de suelo son las gaviotas reidoras que vimos en grandes bandos en el cielo. Y casi otro tanto con los picos picapinos y los pitos reales, a su bola con el picoteo de árbol en árbol.
Observación de aves de los escolares del colegio Ágora International frente a un Ginkgo biloba
En definitiva, fue una muestra más de que aquellos grupos escolares que se animan a realizar rutas con Aver Aves entre el otoño y el invierno tiene garantizado un pleno de sorpresas botánicas que se añaden a las fijas ornitológicas (también hubo currucas, carboneros, estorninos, cornejas…). Y ya os contaremos, que nos falta una por Madrid Río para culminar 2018.
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