He valorado con admiración la espléndida labor de D. Vicente en la selección nacional, en detrimento de otros técnicos que en lugar de preferir los galones de sus futbolistas ponen siempre por delante los suyos personales; caso que considero infinitamente peor por lo que tienen de narcisismo y de la falsedad objetiva de creerse siempre en posesión de la razón suprema. Nadie tiene las escrituras de la verdad porque, como es fácilmente observable, siempre es relativa y depende en demasiadas ocasiones del color del cristal con que se mira. Luego hay otro aspecto tan importante como el que más que es el de la humildad, y Del Bosque ha demostrado reiteradamente que es un superdotado en ella. La prueba más evidente es la misma que le ha llevado a lo máximo que un seleccionador puede aspirar, manteniendo y perseverando en los criterios futbolísticos de su antecesor, Luis Aragonés, quien para mí tiene realmente el mérito del cambio de nuestro equipo nacional.
Viene todo lo anterior a cuento de la titularidad de Casillas en la selección siendo suplente en el Madrid. En este momento es poco discutible que Valdés es el portero de primera fila más en forma del fútbol español, pero no será titular con España mientras que el del Madrid tenga resuello. Y ello, con más o menos razones, responde a los criterios generales de un seleccionador que será siempre fiel a sus principios, lo que tiene, como casi todo, su lado bueno y el malo también. Nunca tendrá revueltas en sus equipos porque a éstos los manejan los veteranos, sus preferidos, pero tampoco nunca será un innovador. En su momento, el propio Iker sufrió este asunto en el Madrid cuando Del Bosque prefería al excelente César, y prueba de ello fue su suplencia inicial en aquella final de Copa de Europa del golazo de Zidane.
Es cuestión de gustos y de escala personal de valores, y en mi caso aprecio más la creatividad que el conservadurismo en cualquier aspecto de la vida; en el fútbol no iba a ser menos. Lo cual no quiero decir que desprecie esa otra virtud que es la prudencia o la de perseverar en lo que se demuestra que funciona bien, que en nada están reñidas con lo anterior.
Por eso mis preferencias van por un Cruyff que llevó su idea del fútbol total al Barça, por aquellos Di Stéfano y Amancio que le dieron la oportunidad a la llamada quinta del Buitre o por Valdano que apostó por un imberbe Raúl , y Guti, sin olvidar a quien hizo titular a un juvenil Casillas ante la lesión de Illgner y Bizarri sin pedir refuerzos: Toshack. De los actuales, sin lugar a dudas por el Wenger que tantos futbolistas jóvenes ha sacado en el Arsenal, o por un Guardiola que se la jugó a cara o cruz dándole los galones a los canteranos del Barça que estaban a la sombra de las vacas sagradas extranjeras, largándolas, y que tuvo los bemoles de hacer internacionales a dos chavales de 3ª división y a un jovencísimo central que todavía no había demostrado nada. Eso es aportar verdaderamente algo al fútbol al margen de los títulos, que, además, suelen acompañar si se hacen las cosas bien.
De Del Bosque podemos esperar previsibilidad en sus planteamientos y seriedad, educación, mano izquierda, deportividad y la aplicación segura de la sabiduría futbolística que sin duda lleva acumuladas en su mochila, pero poco o nada de innovación o de dar la alternativa a chicos que despunten de abajo mientras que los veteranos estén para jugar.
Y esa es una opción tan válida o más que la que a mí y a otros nos gustaría. Así que nadie se rasgue las vestiduras en estos momentos con la titularidad poco lógica de ese enorme portero que es Iker contra su propio criterio: quien no juegue en su equipo no debe jugar en la selección.