Los gatos queman semen a los pies de las sombras
Carmín y malas decisiones, han roto a través de mi noche los pedazos de frío
clavados en los ojos de Dios. Allí, los valles infinitos declaran su silencio en la
selva de estatuas y esconden un dolor antiguo que se evade del bosque,
vestido de glaciar, para comprar el alquitrán con el que dibujar su reloj.
Arrastrando gorgojos y vísceras, que en oscuras vaginas hurgan este
suplicio, ando ya muerto por la tristeza sembrada en campos de ceniza. Los
gatos queman su semen a los pies de las sombras, aunque mi convincente
excremento se retuerza solo en el abismo, según el respirar de la chatarra.
Y ese eterno vértigo, más largo que mi paisaje de dolor, horizontal como la
carne maltrecha de un joven de cera, blando y horrible igual que el sueño de
las moscas resbala en mis ojos con la forma de un Jesucristo sobornado.
CESC FORTUNY I FABRE
De su libro LA DOLOROSA PARTITURA DEL MIEDO