Hace unas semanas que no publico ninguna reseña, lo sé. El blog parece un cuaderno de poesía que otra cosa. Lo siento. Últimamente, tengo muchas cosas en la cabeza y poco tiempo para leer. También está el asunto que no encuentro un libro que me enganche de verdad (creo que me los he leído ya todos) y me siento un tanto frustrada con respecto a la lectura. Por otro lado, la verdad es que sigo encargándome del blog. Leo vuestros comentarios e intentó responderlos pero tengo la sensación de que tengo esto un poco abandonado. ¿Y qué se me ha ocurrido? Bien, como sigo teniendo ganas de escribir, y no tanto de leer, publicaré reseñas de libros que he leído antes de tener el blog y que, por lo tanto, no tienen reseña oficial. Así podré ayudaros a elegir o a descartar un libro.
Este libro es el regreso a las historias reales de la posguerra que contaron en voz baja narradores que no querían contar cuentos sino hablar de sus amigos, de sus familiares desaparecidos, de ausencias irreparables. Son historias de los tiempos del silencio, cuando daba miedo que alguien supiera que sabías. Cuatro historias, sutilmente engarzadas entre sí, contadas desde el mismo lenguaje pero con los estilos propios de narradores distintos que van perfilando la verdadera protagonista de esta narración: la derrota.
Comenzaré con uno que me encantó: “Los girasoles ciegos” de Alberto Méndez. Si habéis hecho el test del libro ideal sabréis que es una de las lecturas que recomiendo a los navegantes (y buscadores de libros) interesados en la Historia de este país y en la Guerra Civil.
Al principio, me echó para atrás que la novela estuviera dividida en varios relatos. Siempre he pensado que los libros de tal guisa son un quiero-y-no-puedo, un corta punto constante. Sin embargo, con el libro este libro de Alberto Méndez no ocurre así. ”Si el corazón pensara dejaría de latir”, “Manuscrito encontrado en el olvido”, “El idioma de los muertos” y el que le da título, son pequeños relatos con autonomía propia, cargados de emoción y expresividad. No se hacen cortos, no se espera más de ellos, son perfectos en su fugacidad o , por lo menos, así me parece a mí.
Un aspecto que te sorprende de este libro es cómo algo tan pequeño (en el sentido de que no es extenso) puede contener tanto sentimiento en su interior. Pensamos (por lo menos yo lo pensaba) que hemos leído y visto todo lo relacionado con la Guerra Civil; que nada puede sorprendernos a éstas alturas. Y no estoy diciendo con ésto que sea una morbosa con ganas de carroña fresca. Digo que pocos libros, para mí, pueden aportar algo nuevo al tema. “Los girasoles ciegos” te deja con una amarga y honda pena. Es tan triste, tan real, tan cruel y tan bello en ciertos aspectos, que te descoloca. El punto de vista siempre es el mismo (el de los vencidos, claro) pero las situaciones que contempla son tan atroces, tan impensables, pero, a la vez, tan posibles, te pones tanto en la piel de los protagonistas, que el libro te atrapa sin remedio. Es de esas lecturas que tardas en digerir dias, meses y, en mi caso, años. Inolvidable.
Es un libro que os recomiendo encarecidamente.