Los godos se asientan en Europa

Por Joaquintoledo

Los visigodos a España
Era el año 410. El Imperio Romano estaba herido de muerte. Alarico había muerto, pero pronto sus fieles hombres y mujeres que lo habían acompañado en la gloria, erigieron a su, igual de valiente y perspicaz, cuñado, llamado Ataúlfo como su nuevo rey, heredándole la responsabilidad del destino de los visigodos. Ahora bien, el resto del imperio, tampoco la estaba pasando nada bien, pues los pueblos bárbaros, suevos, vándalos y alanos llegaron hasta Hispania. De igual modo Britania estaba dirigida por efímeros generales y en la Galia el desorden era similar. ¿Qué pasaría entonces? Hay que reconocer que los sueños de Ataúlfo eran mucho más sencillos que los de su predecesor. No quería construir un gran imperio sobre lo que alguna vez fue Roma.

Quizá no se sentía con la misma capacidad y por ello pacta con Honorio para salir de Italia. Éste último aceptó, sin embargo, a cambio de que se conviertan en un pueblo federado, y finalmente se llegó a un acuerdo: los visigodos se marcharían pacíficamente al sur de las Galias, para ayudar a las ajetreadas legiones romanas. Por aquellos lares se sabía andaba un galo llamado Jovino tratando de establecer su autoridad en la zona, ayudado por un visigodo Saro, al cual los de la dinastía baltingo (o sea los demás visigodos) odiaban. El general romano Constancio en las Galias se sintió aliviado de ver que el experimentado ejército visigodo ahora llegaba a ayudarlo. El hecho es que en todas partes, el desorden era generalizado.

Para entonces, el citado Constancio ya había conseguido ganarle la guerra al molesto britano Constantino quien había tenido intenciones de invadir Italia. Además asesinó a sus hijos y obligó a Geroncio a que se retire hacia Hispania, concretamente a la Tarraconense. Allí, además de una mezcolanza de bárbaros, estaba otro usurpador, llamado Máximo. Geroncio se terminó suicidando y por otra parte, Ataúlfo llevó a cabo una buena campaña en Hispania y consiguió regular la situación hacia el 412. Pero el emperador Honorio no quiso cumplir su parte, es decir tierras y suministros para los visigodos. Pero recordemos que estos aún tenían como rehén a Gala Placida, hermana del emperador y de quien Constancio estaba enamorado, por lo cual una guerra entre romanos y bárbaros parecía cercana otra vez. En efecto, Ataúlfo se dirigió molesto hacia la plaza de Marsella, allí se abasteció y fue derrotado en la Batalla de Marsella, resultando inclusive herido.

En los meses siguientes, tanto romanos como visigodos se preguntaban qué debían hacer y cuál sería la mejor decisión para cada uno de sus pueblos. De esta forma, finalmente, Ataúlfo piensa en otra alternativa. Como estaba enamorado de Gala Placidia, decidió casarse con ella, y de este modo el matrimonio crearía una unión en aquel demacrado contexto lleno de guerras y rencores. El matrimonio se llevó a cabo en enero del año 414 en la ciudad de Narbona. Lo curioso es que Honorio no estaba entre los invitados a la ceremonia, y se enfureció más por el hecho de ver a una romana casada con un bárbaro.
Finalmente, el emperador envío a Constancio prometiéndole la mano de su hermana, si es que conseguía expulsar a los visigodos de las Galias. El general se alió con tribus bárbaras del Rin, y el esfuerzo valió sus frutos pues Ataúlfo y los suyos se vieron obligados a retroceder. Quemaron Burdeos y cruzaron los Pirineos entrando a la Terraconense, e inclusive le quitaron Barcino, hoy en día Barcelona, a los vándalos. Se desconoce exactamente el por qué el rey visigodo se retiró, pero los historiadores coinciden en que sólo quería hacer las paces con Honorio, cuya hermana ya estaba embarazada. Pero el emperador seguía enojado y lleno de ira pidió que le devuelvan a Gala Placidia.

Esto determinó que Ataúlfo, acongojado, se retire otra vez a Barcino. El niño que ambos tendrían se llamó Teodorico, quien nació a inicios del año 415, en honor a su abuelo, un emperador romano. Pero poco tiempo el bebé murió. Además el rey visigodo ahora tenía otros proyectos, pues quería expulsar a los suevos, alanos y vándalos de Hispania para instaurar allí un gran reino propio de una vez por todas, del cual carecía su pueblo hacía ya mucho tiempo desde la época en la que los hunos llegaron a complicarlo todo. En efecto, lo consiguió, pues los visigodos no se irían de tales tierras, sin contar inevitables idas y venidas, durante mucho tiempo. No mucho después, la desconfianza de la nobleza hacia Ataúlfo se hizo creciente y lo asesinaron. Sin embargo los visigodos no se asentaron definitivamente en Hispania en ese momento. Es decir, con Ataúlfo fue la primera vez que pusieron los pies de esa tierra. Pero debido a maniobras políticas romanas, más tarde se asentaron en la Galia oeste y suroeste, siendo el rey Walia, tercero después Ataúlfo, quién heredó dichos territorios que pasaron a conocerse como el llamado Reino de Tolosa. Pero éste estado es destruido por los francos hacia el 507 cuando el monarca visigodo de ese entonces, Alarico II, es asesinado en combate, y correspondió a su hijo, Gesaleico, ir hacia Hispania para asentarse finalmente en dichas tierras.
El destino de los ostrogodos en Italia
Ahora bien, ¿qué ocurrió con los ostrogodos, después de la cruel arremetida que los hunos ejercieron sobre ellos? Pues bien, como ya habíamos señalado, tomaron muchos caminos, y por un tiempo se podría decir que prácticamente desaparecieron. Tras haber sido derrotados por los hunos en el siglo IV d.n.e., como recordaremos un grupo marchó hacia Crimea, mientras que otro siguió hacia el oeste, juntándose con los visigodos, manteniéndose independientes, o mezclándose con otros pueblos. Sin embargo, un último grupo, y al parecer el principal, se adhirió como una nación vasalla de los hunos, peleando en muchos combates junto a ellos como la Batalla de Chalons en el 451 o la Batalla de los Campos Cataláunicos, donde inclusive, al estar bajo servicio de los hunos se vieron obligados a luchar contra sus hermanos de sangre, los visigodos, que estaban aliados a los romanos.

Como bien sabemos, Atila fue derrotado y murió en el año 453. Tras esto a los ostrogodos le volvieron los ánimos emancipadores y dirigidos por su rey Teodomiro, y aliados a los gépidos, consiguen vencer al año siguiente a los hunos en la Batalla de Nedao en el 454, librándose de su yugo para siempre. Acto seguido, ocuparon la Europa del este y los historiadores afirman que prácticamente se asentaron casi en los mismos territorios que los visigodos habían poseído antes de abandonar dichos lares.
Como bien recordaremos, esa zona se denominaba Panonia bañada por el Danubio en las actuales Austria y Hungría, y si bien la ocuparon durante algún tiempo, al igual que sus hermanos de sangre, los visigodos, decidieron marcharse hacia Europa occidental. El más grande de todos los reyes ostrogodos fue Teodorico el Grande, nacido en el año 454 d.n.e., y se dice que fue criado en Constantinopla como huésped diplomático. Al crecer y hacerse el líder de su pueblo, no llegó a tener ni buenas ni malas relaciones con Roma. Sin embargo, era sencillamente un oportunista, que veía el mejor momento para poder hacer valer sus intereses. Y eso llegó cuando Zenón I, emperador romano de oriente, le pidió que invadiera Italia para poder desembarazarse de ellos, y lo hizo con éxito. Corría por entonces el año 488. Allí estaba Odoacro, el rey hérulo, famoso por haber destronado a Rómulo Augústulo, y Teodorico lo enfrentó derrotándolo y matándolo en singular combate. En los años siguientes consiguió hacerse con toda Italia, las tierras al norte de ella es decir parte de la Galia y también con Sicilia. Esto lo llevó a acercarse a sus hermanos de sangre, nos estamos refiriendo a los visigodos, quiénes nombraron a Teodorico como un regente del reino de Tolosa. Inclusive unieron sus casas mediante un matrimonio, y tras la muerte del rey Alarico II de Hispania, Teodorico empezó a entrometerse en la política de sus hermanos de sangre y consiguió que se instaure a su nieto Amalarico como rey visigodo. Pero eso es ya otra historia. Al final, al igual que los godos del oeste, los del este, habían encontrado también una zona donde por fin asentarse.
Como hemos podido ver, la historia del pueblo godo fue sensacional y llena de aventuras. Por momentos estuvieron cerca del ocaso final, pero manteniéndose unidos, consiguieron alcanzar el cenit de la gloria y heredaron los territorios principales que de antaño habían pertenecido al Imperio romano occidental, nos estamos refiriendo a Hispania para los visigodos, e Italia para los ostrogodos. Curiosamente separados por los siglos desde que los hunos irrumpieron y golpearon con fuerza en las puertas de la Europa oriental, la perseverancia y la perspicacia tanto de sus líderes y del pueblo, permitió a los godos, ya sean del este u oeste, sobrevivir y alcanzar un merecido espacio en la historia.