Creer que el Mundial de fútbol es sólo deportes es un derroche de inocencia digno de un hincha noble. El mismo que tal vez se gastó quince millones de pesos para ir a Brasil a acompañar a la selección Colombia; el que compró la camiseta Adidas original del equipo; el que estando en el Mundial sólo pudo tomar gaseosas de Coca-Cola o cervezas Brahma y Budweiser porque, curiosamente, no había otra oferta; el que tal vez se tomó una selfie y puso un hashtag sugerido por Sony para participar en el sorteo de un lindo celular de esa marca…
Sí, la Copa del Mundo de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) es una máquina de producir dinero, no sólo para la entidad que rige el fútbol en el planeta, para la cual van los recaudos por boletería, los derechos de televisión y la exclusividad de marca (seguramente ese inocente hincha se escandalizó porque el llaverito oficial del Mundial que le compró a su sobrino le costó 15.000 pesos), sino especialmente para sus socios, quienes tienen claro que cada cuatro años es Navidad.
El día de la final, por ejemplo, saltaron al campo dos selecciones vestidas por Adidas de pies a cabeza. Claro, Argentina y Alemania tienen contratos con el socio de la FIFA desde hace muchísimos años (Alemania desde siempre), pero es que el uniforme de los árbitros también era marca Adidas (por ser la marca oficial del torneo), el balón era Adidas y el premio al mejor jugador se llama Balón de Oro de Adidas.
Ahí está la parte polémica del asunto para el gigante de ropa y accesorios deportivos: el premio, entregado por un comité técnico de la FIFA, terminó en manos de Lionel Messi, imagen oficial global de las tres rayas, en una decisión polémica por demás ya que el crack argentino no fue precisamente el mejor jugador del Mundial.
Tanto así que para Castrol, otro socio de la organización ‒que le pone su marca al Índice Castrol que elige el once ideal del torneo a
partir de estadísticas sobre rendimiento‒, el mejor jugador fue el alemán Toni Kroos, y el equipo ideal toma forma con Neuer, De Vrij, Hummels, Thiago Silva, Rojo, Kroos, Lahm, Óscar, James Rodríguez, Robben y Müller… ¿Y el jugador que Adidas eligió como Balón de Oro? En la banca…
Con todo, esa no fue la única polémica protagonizada por los socios de la FIFA. Budweiser es la cerveza oficial de la Federación Internacional de Fútbol Asociado y es dueña de la marca Brahma en Brasil. Por contrato, en todos los escenarios FIFA sólo se pueden vender dos bebidas: las gaseosas de Coca-Cola (otro legendario socio) y las cervezas del “King of Beers”. El problema es que la ley brasileña prohibía el expendio de bebidas alcohólicas en los estadios de fútbol: lo digo en pasado, porque debido a la presión de la Federación Internacional de Fútbol Asociado el gobierno de Dilma Rousseff se vio obligado a cambiar el artículo de la cervecita, por lo cual todos pudieron beber mientras veían fútbol, y algunos lo hicieron de más, lo que ocasionó riñas en las tribunas.
Sin embargo, ni siquiera esto afectó los réditos de los compañeros de negocios de la entidad que preside Joseph Blatter. Es decir, el simple hecho de que logre asociar una marca vinculada al sector automotor, como Castrol, con el deporte más popular del mundo en el evento más seguido del planeta, es una ganancia que bien vale los miles de millones de dólares que le pagas a la FIFA por tener tu nombre en ese anuncio de sueños y gloria llamado Copa del Mundo.