Tradicionalmente, las góndolas eran un medio de transporte privado, algo así como los coches y taxis de Venecia, pero en el siglo XX quedaron reducidas a un papel turístico. Entonces la profesión de gondolero, ya estricta de por sí debido a lo complicado de manejar una embarcación tan delicada entre los estrechos canales de Venecia, se volvió mucho más selectiva. Actualmente se entregan muy pocas licencias para nuevos gondoleros cada año, por lo que los exámenes son muy exigentes y el entrenamiento puede durar años. También salta a la vista que la mayoría de gondoleros son hombres: aunque en los últimos tiempos algunas mujeres se han hecho lugar en la profesión, el mundo de las góndolas sigue considerándose principalmente masculino.
¿Y cómo disfrutar de un paseo en góndola en Venecia? Los gondoleros (o las gondoleras, si encuentras una de esas pocas) se distribuyen por toda la ciudad. Todos cobran el mismo precio, ya que funcionan como un gremio, y no vale regatear: es precio fijo. También cabe añadir que se paga por viaje y no por persona (unos 80 euros, algo más si es de noche o el paseo incluye una serenata), por lo que cuantos más seáis más barato os saldrá por persona. Es una gran experiencia, pero puede salir bastante cara si se viaja solo o en pareja.