De hecho, la única banda que supera al PSOE y al PP en número de detenidos y en causas abiertas es ETA, pero ese grupo terrorista está derrotado y prácticamente extinguido, mientras que los partidos políticos gozan de buena salud y hasta dominan el Estado.
Si esos partidos hubieran sido delincuentes, pero también eficaces y buenos gobernantes, tal vez podría perdonárseles, pero también han sido pésimos gestores hasta el punto de haber conducido a España y a sus ciudadanos hasta el borde del fracaso, tras haber construido un país corrompido, injusto, desequilibrado y con un Estado tan lleno de privilegios, desigualdades y abusos que resulta insostenible e imposible de financiar, salvo que, como ocurre, los políticos recurran a esquilmar a la ciudadanía con impuestos indecentes e intolerables.
Es un hecho constatado que España tiene que mantener 17 gobiernos en lugar de uno y que tiene más políticos a sueldo del Estado que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, a pesar de que esos tres países le sextupliquen en población.
Pero en España merecen juicio y castigo no sólo los dos grandes partidos políticos, sino otros que, como los nacionalistas catalanes y otros, han sobrepasado los límites de la Constitución y se han colocado fuera de la ley, además de defender postulados fundamentales también contrarios a la Constitución, como es la ruptura de la unidad nacional. Algunos de los líderes de esos partidos ya están en la cárcel.
El movimiento Manos Limpias acabó en los años 90 del pasado siglo con la estructura política italiana y con los partidos políticos tradicionales, cuyos delitos de corrupción fueron destapados por la acción de un grupo de jueces valientes que tuvieron el valor de enfrentarse a los poderosos aparatos de los grandes partidos. El pueblo abandonó a aquellas agrupaciones de maleantes, que desaparecieron prácticamente, siendo sustituidas por nuevos partidos emergentes, como la Liga Norte y el de Silvio Berlusconi. El delincuente mayor descubierto fue el líder del socialismo italiano, Betino Craxi, que tuvo que huir a Túnez, donde murió como un prófugo sin honor ni patria. Los grandes partidos hundidos por la corrupción fueron en socialista, la democracia cristiana y el comunista, todos ellos desprestigiados y abandonados por sus votantes tras descubrirse el mundo cenagoso y putrefacto en el que se desenvolvían.
Muchos expertos y analistas creen que la corrupción y los delitos que han acumulado en España los grandes partidos españoles superan en mucho a los que acumularon sus equivalentes italianos de la derecha y de la izquierda. La diferencia sustancial entre un caso y otros es que la Justicia italiana se atrevió a juzgar a los políticos sucios y en España no se han atrevido a hacerlo todavía.
El gran héroe de aquel movimiento de limpieza de la política italiana fue el juez Antonio Di Pietro, que acorraló y dio la puntilla a los partidos corruptos. En unas declaraciones famosas dijo que el juez que no combata el delito de los políticos es porque no quiere.
Losespañoles miran cada día con más esperanza la expetiencia italiana y piden a sus jueces que emprendan el mismo camino que emprendió en Italia aquel memorable movimiento de "Mani Pulite" (Manos limpias) que logró provocar una profunda renovación de la podrida política italiana.
Francisco Rubiales