Los guardianes de la naturaleza tienen una misión: detectar cebos envenenados y así proteger a especies en peligro de extinción que habitan en la comunidad como el quebrantahuesos, el águila imperial, el buitre negro o el alimoche.
Se dividen en dos equipos, de cuatro a siete perros adiestrados. Un grupo cubre Andalucía Occidental y el otro Andalucía Oriental, de modo que estos perros andaluces tienen sus sedes en Sevilla y en Granada.
Tendrán que volver al trabajo tras las vacaciones. Las nuevas inspecciones de cebos envenenados empezarán el 1 de octubre, dentro de un proyecto de cinco años, es decir, prorrogado hasta 2015.
¿Cuál es el trabajo de los canes? Los perros detectan en el suelo algo que puede ser veneno o restos animales emponzoñados. Sus cuidadores, agentes de Medio Ambiente, llaman entonces al Servicio de Inspección de Cebos Envenenados, que se encarga de investigar el hallazgo tomando muestras y fotografías.
Las muestras se llevan al Centro Andaluz de Diagnóstico, especializado en la materia y ubicado en Málaga.