Una amiga me habó del síndrome Stendhal o Florencia. Se dice que si estamos frente a obras de arte, monumentos o lugares preciosos podemos llegar a sufrir este síndrome sintiendo confusión, vértigo, perdida del habla momentánea o del oído…
Lo viví en mis propias carnes cuando fui a China en el 06. No fue ni en la muralla, ni en la ciudad prohibida, fue delante de decenas de guerreros hechos de terracota por el capricho del primer emperador de China (Qinshihuan 260-210 a.c) en los alrededores de la ciudad de Xian.
La tumba fue descubierta en el 1974 por un campesino del lugar. Desde entonces se ha seguido excavando y restaurando numerosos guerreros y algún que otro carruaje.
El equipo de arqueólogos fue premio príncipe de Asturias de Ciencias Sociales el año pasado.
En alguna ocasión las excavaciones se han tenido que parar por miedo a que el mausoleo quede dañado. Es todo un enigma lo que se esconde bajo tierra.En el 2010 aparecieron 120 nuevos soldados.
¿Qué custodian? ¿son verdaderas las historias que nos hablan de ríos de cobre subterráneos y piedras preciosas que simulan al firmamento? Delante de sus rostros se tiene la certeza que el misterio sigue ahí abajo y la convicción que volveré para ir descubriéndolo a medida que avancen las excavaciones .
Además tiene un aeropuerto que te conecta con las principales ciudades chinas.
Años después leí el libro “Todo bajo el cielo” de Matilde Asensi que me hizo revivir el fantástico viaje.
¿Volverá algún día a visitarme el síndrome Stendhal?
Sigo viajando para atraerlo…
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