http://www.metropoli.com/arte/2013/11/13/527b79ac61fd3dcc7c8b456c.html
En 1974, la sequía castigaba la provincia china de Shaanxi, ubicada en
el extremo oriental de la antigua Ruta de la Seda. Acuciados por la
falta de agua, algunos campesinos empezaron a cavar en busca de un pozo
subterráneo. Lo que se encontraron, sin embargo, fue algo muy distinto:
piezas de terracota -un cuello, un torso, un brazo-que parecían
pertenecer a esculturas de forma humana. Al principio no le dieron mucha
importancia. Pensaron que procedían de una tumba sin demasiado valor y
cargaron algunas piezas en un carro para mostrárselas a los
conservadores del museo regional. Fue allí donde, tras examinar los
trozos de cerámica, los arqueólogos llegaron a la conclusión de que se
hallaban ante restos procedentes del legendario mausoleo de Qin Shi Huang,
un rey local que, en el año 221 a. C., se convirtió en el primer
emperador de China y que, durante su reinado, planeó el más suntuoso de
los enterramientos: un enorme ejército de figuras de terracota
destinadas a protegerle y a proseguir sus conquistas en el más allá.
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