Los hemangiomas son unos tumores vasculares totalmente benignos. Su incidencia se estima entre el 1-3% de los recién nacidos, y hasta el 10% en los menores de un año, siendo más habituales en los pretérmino y en las mujeres. Aunque pueden estar presentes en el momento del nacimiento, lo más frecuente es que aparezcan en las primeras semanas o meses de vida.
Es más frecuente que sean lesiones únicas, aunque también pueden aparecer varias. La localización más habitual es cabeza y cuello, seguida de extremidades y hombros. Más raramente puede afectar a las mucosas.
Suelen aparecer como una mancha rosada que aumenta progresivamente de tamaño, de superficie lisa o amamelonada. Es normal que los hemangiomas aumenten rápidamente de tamaño durante los primeros 3 a 9 meses. Prácticamente la totalidad de ellos desaparecerán espontáneamente en el periodo de varios años. La piel puede quedar completamente normal, aunque lo más frecuente es que quede un cierto grado de atrofia, con telangiectasias (dilatación de los capilares pequeños o vasos sanguíneos superficiales) o piel redundante.
¿Qué complicaciones pueden aparecer?
Sólo un 20% de los hemangiomas da lugar a complicaciones, generalmente locales, con compresión u obstrucción de estructuras importantes (ojos, nariz, boca, vía aérea, etc). En caso de situarse en lugares de roce o presión, pueden llegar a ulcerarse.
¿Cuando se trata?
Dado que prácticamente la mayoría de los hemangiomas se resuelven solos, lo habitual es mantener una actitud expectante, es decir, no hacer nada.
Los casos a tratar serían los siguientes:
- Riesgo funcional: área alrededor del ojo, en la vía aérea, linea media de la cara, genitourinarios, pabellón auricular..
- Riesgo de ulceración o sangrado, sobre todo cuando aparecen en pliegues, áreas de roce y particularmente en el área del pañal.
- Riesgo estético: angiomas de gran tamaño, los localizados en la cara con riesgo de desfigurar, o en la punta de la nariz...
- Riesgo psicológico del niño o de sus padres
¿Con qué se trata?
Cuando es necesario un tratamiento farmacológico, el fármaco de elección es el propanolol. Se trata de un betabloqueante que se usan en los adultos como medicamento cardioprotector, en caso de insuficiencia cardíaca.
Cuando se decide iniciar tratamiento con este fármaco lo habitual es ingresar al bebé. Si bien se podría iniciar de forma ambulatoria, por mayor seguridad, y para monitorizar posibles efectos secundarios, es preferible el ingreso durante 2 o 3 días. Primero se le realizan una serie de pruebas: electrocardiograma, ecocardiograma, medición de glucosa, frecuencia cardíaca, tensión arterial.... Si todo es correcto, se inicia el tratamiento a dosis bajas para ir incrementándose poco a poco, monitorizando en todo momento la posible apareción de efectos adversos. Si el fármaco es bien tolerado, se continúa el tratamiento en domicilio.
¿Cuales son los posibles efectos adversos del tratamiento?
En la gran mayoría de los casos es un tratamiento muy bien tolerado, que excepcionalmente da problemas. En cualquier caso hay que vigilar la aparición de los siguientes efectos adversos:
- La hipoglucemia, es decir, bajada del azúcar en sangre
- Disminución de la frecuencia cardíaca o bradicardia.
- Hipotesión
- Broncoespasmo
- Insomnio, ansiedad o alteraciones del sueño.
- Sudoración
Si aparecen, se puede disminuir la dosis o suspender el fármaco de forma transitoria.
¿Cual es la duración del tratamiento?
Por lo general son tratamientos prolongados, aunque depende de la evolución del paciente y la edad de inicio del tratamiento. Por lo general se tratan durante 8-12 meses. En caso de reaparición, se volvería a iniciar el propanolol. En las últimas semanas de tratamiento se suele ir disminuyendo la dosis.
Asímismo es necesario un seguimiento ambulatorio por parte del pediatra, realizando en cada visita un examen físico, revisando frecuencia cardíaca, tensión arterial, y haciendo fotografías para objetivar la mejoría de las lesiones.