Los heroicos combates defensivos del Noveno Ejército Alemán en el sector de Kalinin-Rzhev - 04/01/1942

Por Lupulox

Los Landser en pleno combate.
Camaradas,
El Noveno Ejército del Coronel General Strauss había estado sosteniendo la línea entre el Mar de Moscú y el Lago Seliger con tres cuerpos de ejército desde finales del mes de octubre. La línea discurría entre Kalinin y al Lago Volgo –el nacimiento del Volga- y como si de una gran barrera se tratara bloqueaba el meandro del Volga, en cuyo lado sur se encontraba la localidad de Rzhev.
Desde mediados de diciembre, el Noveno Ejército, que a la sazón constituye el flanco norte de Grupo de Ejércitos Centro, se había estado retirando, paso a paso, desde Kalinin hacia el sudoeste.
El General Strauss analiza la situación durante las primeras jornadas de Barbarroja, en junio de 1941.  ¡Qué lejos parecen ya aquellos días de avances fulgurantes hacia el este!
Los primeros ataques de los Ejércitos Soviéticos 31º y 29º se dirigieron contra el XXVII Cuerpo del General Wäger en el área al sudeste de Kalinin. La temperatura se encontraba a 20 grados bajo cero. Una profunda capa de nieve cubría el suelo congelado. La preparación artillera fue moderada. Tan sólo unos pocos tanques acompañaban a la infantería soviética que avanzaba sobre el hielo del Volga. Sobre el ala derecha del Cuerpo, en el sector de la 86ª División de Infantería westfaliana del Teniente General Witthöft desplegada sobre la presa del Volga, el ataque de infantería bolchevique sucumbía bajo el fuego de ametralladora alemana.
En el sector contiguo a la derecha, defendido por la 162ª División de Infantería pomerana, los rusos lograron perforar la línea con la ayuda de un puñado de T-34s, ensancharon la brecha y se deslizaron a través de ella con varios batallones de esquiadores siberianos. A pesar de esta amanaza, el VI Cuerpo del General Förster, a la izquierda del XXVII Cuerpo, mantuvo su sector ante los furiosos ataques soviéticos. En el sector de la 26ª División de Infantería, el fogueado 39º Regimiento de Infantería del Coronel Wiese había quedado reducido a dos batallones –su tercer batallón se había disuelto para reponer los menguados efectivos de las compañías- y la igualmente debilitada 6ª División de Infantería de Westfalia tenía que defender una línea de 25 kilómetros. Pero los rusos no consiguieron pasar a través de ellos.
Una ametralladora alemana guarnece la línea de frente.  Los soldados se han calado gorros de invierno rusos.
En el sector de la 110ª División de Infantería, por otro lado, sobre el ala izquierda del XXVII Cuerpo de Ejército, los soviéticos consiguieron abrirse paso hasta la orilla sur del Volga. Desde ese punto amenazaban la única ruta de suministro del VI Cuerpo, la carretera de Staritsa a Kalinin. Al mismo tiempo, la localidad de Kalinin comenzaba a ser rebasada.
El 3º Batallón del 18º regimiento de Infantería de Westfalia, la reserva del Cuerpo para la 6ª División de Infantería, recibió órdenes de expulsar a los rusos, que habían penetrado con 200 hombres, al otro lado del Volga. Los westfalianos se prepararon para el combate. El termómetro marcaba 40 grados centígrados bajo cero. Su línea de ataque atravesaba un terreno cubierto de nieve que llegaba hasta la rodilla. Lo intentaron tres veces.
Soldados alemanes con pesado atuendo invernal se lanzan al asalto.
Pero los rusos habían atravesado el río con los efectivos de un regimiento. Resultó imposible hacerlos retroceder. Cierto es que el batallón westfaliano tomó 100 prisioneros, pero también perdió 22 hombres muertos, 45 heridos y 55 afectados por graves congelaciones.
Al menos, habían logrado detener cualquier avance soviético más allá. La importante carretera de suministro estaba despejada otra vez y cubierta, y la amenaza de cerco sobre Kalinin había sido atajada. Como resultado, el Cuerpo ganó tiempo para retirar a las unidades que combatían en Kalinin. El 15 de diciembre de 1941, la ciudad fue abandonada. El 16 de diciembre, las tropas soviéticas al mando de los Generales Shvetsov y Yushkevich entraron en Kalinin.
El Ejército Rojo entra en Kalinin.
La penetración soviética a través del frente alemán sobre el Volga y la conquista de Kalinin fueron un duro golpe. El ala oriental del Noveno Ejército tenía que ser replegada. Con ello, el Alto Mando Soviético había obtenido los prerrequisitos necesarios para atacar con profundidad el flanco del Ejército Alemán.
En retirada.
El Coronel General Strauss había identificado el peligro. Por lo tanto, intentó –del mismo modo que Guderian en el sur después de que Zhukov lograse romper sus líneas en dirección a Stalinogorsk- abandonar el saliente de su línea de frente en Kalinin y retirar su Cuerpo hacia una línea mucho más corta con el Lago Seligeras como pivote; una línea con forma de arco plano que discurría desde el Lago Volgo hasta Gzhatsk sobre la autopista de motor de Moscú. Rzhev sería el centro y núcleo de dicho arco. El nombre clave de esta posición invernal era “Königsberg.”
Retirada a través de las estepas nevadas.
La ruptura de contacto con el Ejército Rojo se llevaría a cabo mediante pequeños y rápidos movimientos a través de una serie de posiciones intermedias definidas con precisión, todas las cuales llevaban los nombres de ciudades alemanas como clave – Augsburg, Bremen, Coburg, Dresden, Essen, Frankfurt, Giessen, Hanau, Ilmenau y la mencionada Königsberg. Sin embargo, el plan establecido funcionó tan sólo hasta la estación de “Giessen.” Allí, el “tren” se detuvo.
Gracias a la gallardía de los combates de retaguardia, las divisiones habían logrado llegar hasta “Giessen” más o menos intactas. A pesar de la profunda nieve, habían incluso conseguido llevar consigo la mayoría de sus armas pesadas. Durante dos semanas enteras habían tenido éxito en contener al poderoso enemigo y mantenido la cohesión de su línea de frente.
Los alemanes se retiran en plena ventisca.
Las tropas llevaron a cabo hazañas sobrehumanas. Frecuentemente los vehículos arrancaban sólo después de doce o quince horas de trabajo extremadamente duro. Pequeños fuegos debían ser encendidos debajo del motor de los vehículos para descongelar los cambios de marchas y transmisiones heladas. Casi todos los vehículos tenían que ser remolcados mediante brazos y piernas.
Las líneas de cobertura organizadas por las unidades de combate mantuvieron a raya a los perseguidores soviéticos mientras el resto de las tropas reanudaban la retirada. El papel clave lo desempeñaron los combatientes individuales. En profundos montones de nieve permanecían detrás de sus ametralladoras enfrentándose a los furiosos ataques soviéticos. Sus delgados guantes no era suficientes para impedir que sus dedos se congelasen. Por lo tanto, envolvían sus manos con trapos y pedazos de tela. Esto, por supuesto, los volvía demasiado torpes para manejar los gatillos de sus ametralladoras o metralletas, por lo que entre los harapos que envolvían sus puños apretujaban pequeños palos, ramas o astillas de madera sacadas de las chamuscadas vigas de las cabañas de los campesinos rusos y de ese modo hacían funcionar sus armas.
"Ni un paso atrás."
Así, el Cuerpo en el ala derecha del Noveno Ejército viajó a través de “Augsburg” y “Bremen,” “Colbur,” “Dresdren,” “Essen,” y “Frankfurt,” hasta que la orden de resistir a toda costa del Führer detuvo su sistemática retirada mucho antes de “Königsberg.”
Ofensiva rusa del Frente Oeste Soviético y retirada del Cuarto Ejército de Infantería y del Tercer Grupo Panzer a la línea Ruza.
Las divisiones de los Grupos Panzer Tercero y Cuarto ya habían interrumpido su retirada en la línea Ruza. Por ese motivo, el Noveno Ejército recibió órdenes de mantener la continuación de esta línea de frente hasta el Volga.
El Mariscal von Kluge, el nuevo Comandante en Jefe del Grupo de Ejércitos Centro, exigió el estricto cumplimiento de esta orden. En concreto, dictó la siguiente orden al Noveno Ejército: “Todo el mundo debe resistir allí donde está. Cualquiera que deje de hacer esto abre un agujero en la línea, un agujero que ya no podrá ser cerrado.”
Günther von Kluge.
El único tenue rayo de luz en la orden lo constituía el párrafo: “La ruptura de contacto con el enemigo puede ser útil o tener algún propósito tan sólo cuando tenga como resultado condiciones de combate más favorables, y si resulta posible la constitución de reservas.” Pero el Mariscal inmediatamente restringió esta concesión: “Cualquier tipo de ruptura de contacto por parte de unidades del tamaño de una división o superior requiere mi autorización personal.”
El 19 de diciembre de 1941, el Coronel General Strauss llegó a los cuarteles generales del XXIII Cuerpo del General Schubert, que comprendía las Divisiones de Infantería 251ª, 256ª, 206ª, 102ª y 253ª, con una nueva orden: “Ni un paso atrás.”
Los rusos se arrastran hacia las filas alemanas.
Tres días más tarde, los regimientos de asalto del 39º Ejército Soviético del General Maslennikov atacaron el ala derecha del Cuerpo con T-34s y trataron de atravesar la línea defendida por la 256ª División de Infantería de Sajonia. Maslennikov quería alcanzar Rzhev.
La 256ª División de Infantería resiste heroicamente.
Los regimientos sajones de la 256ª División de Infantería resistieron desesperadamente. Permitieron que los tanques rusos los rebasaran, y desde sus agujeros en la nieve acribillaron a la infantería soviética. Escuadrones de demolición de tanques de unidades de artillería se encargaron entonces de acabar con los T-34.
El emblema de la 256ª División de Infantería Alemana, compuesta de hombres procedentes de Bohemia y Moravia.
Allí se encontraba el Teniente Falck del 1º Batallón del 256º Regimiento de Artillería, tendido detrás de un montículo de nieve. A modo de camuflaje se había embutido una túnica de nieve casera. Un tanque soviético pasó rugiendo a su lado, sembrando el terreno con fuego de ametralladora.
Entonces, Falck actuó. Se encaramó sobre el tanque y se balanceó sobre sus cuartos traseros de acero. Colgando de los dedos, se movió en torno a la torreta. Tiró de la cuerda de dos granadas con forma de huevo, sujetándose al cañón con su mano derecha. A continuación se inclinó hacia delante y con su mano izquierda introdujo las granadas con fuerza en el interior del tubo del cañón. A continuación se dejó caer del tanque sobre la nieve profunda de casi un metro de espesor. La primera explosión se produjo enseguida, seguida por una sucesión de estallidos como si de una exhibición de fuegos artificiales se tratara. Las granadas de mano habían hecho su trabajo. Las municiones del tanque estaban saltando por los aires.
Un puesto alemán de ametralladora vigila el frente
La línea de la 256ª División de Infantería resistió el 22 y 23 de diciembre. Siguió resistiendo en Nochebuena, el día de Navidad y el 26 de diciembre. La temperatura se encontraba entre 25 y 30 grados centígrados bajo cero. El cielo estaba oscuro y lleno de nubes, y el terreno envuelto en pequeñas ráfagas de nieve. La visibilidad era inferior a 100 metros.
Y de este telón de fondo de “invierno napoleónico” seguían emergiendo los tanques rusos como fantasmas. Los Panzerjäger alemanes a menudo se enfrentaban a los T-34 con sus cañones antitanque de 3,7 cm a distancias inferiores a seis metros. Si los tanques sobrevivían, entonces los artilleros morían aplastados. Frecuentemente, los grupos de combate antiaéreos de 88 mm la Luftwaffe o las cargas explosivas manejadas por intrépidos combatientes individuales como el Teniente Falck constituían la única salvación contra los T-34.
Dos Landser caminan a través de una trinchera en primera línea de frente.  Al fondo, dos tanques rusos inutilizados.
Para el 29 de diciembre, los hombres de la 256ª División de Infantería habían estado resistiendo durante siete días ante fuerzas enemigas diez veces superiores. Llegado ese momento, los Landser mantenían tan sólo una serie de puntos fuertes en bifurcaciones de carreteras, en claros de bosque o en el borde de ciertos pueblos.
Los rusos atacaron también en el sector de la división vecina. Tres Ejércitos del Frente de Kalinin al mando del Coronel General Konev martilleaban las líneas alemanas a lo largo del meandro del Volga. Cada vez se hacía más obvio que Konev tenía intención de llegar a través de Rzhev hasta la autopista de Moscú, logrando así enlazar con la cuña sur de Zhukov en la retaguardia del Grupo de Ejércitos Alemán. Rzhev se había convertido en el punto clave de los destinos del Frente Este.
Un soldado alemán dispara desde detrás de un montículo de nieve.
Para el 31 de diciembre, último día del año 1941, la principal línea de combate de la 256ª División de Infantería se encontraba reventada por todos sitios a pesar del apoyo de la Luftwaffe. Los rusos se estaban infiltrando. La 206ª División también, estaba acabada. A su 301º Regimiento de Infantería tan sólo le quedaban unos pocos centenares de hombres. El mismo día, la cohesión de la línea del Noveno Ejército se perdió cerca de Staritsa. En el sector de la 26ª División de Infantería, al noroeste de la localidad en llamas de Staritsa, los dos batallones del 18º Regimiento de Infantería y lo que quedaba del 84º Regimiento de Infantería, junto con el 2º Batallón del Regimiento de Artillería de la División, resistían contra el ataque de un enemigo que caía sobre ellos desde todas direcciones.
La estación de ferrocarril de Staronovoye también ardía furiosamente. Los paquetes de Navidad, las raciones especiales navideñas y la ropa de invierno de la división, que al fin había llegado, se encontraban en llamas. Todo lo que las tropas pudieron salvar fue un cargamento de queso suizo. En todos sitios, en todas las cabañas campesinas a lo largo del sector, había montones de grandes quesos redondos. Según los hombres relevados regresaban de fuera, se cortaban grandes pedazos de queso con sus bayonetas.
Fotografía aérea de una estación de ferrocarril en llamas.
Pero veinticuatro horas más tarde las cabañas de los campesinos y los quesos hubieron de ser abandonados. El regimiento tuvo que establecer una nueva línea de contención contra los grupos enemigos que habían atravesado las líneas diez kilómetros al sudoeste, en Klimovo.
El reconocimiento aéreo había informado de una poderosa columna enemiga situada sobre el ala derecha de la 256ª División de Infantería frente a Mologino. Mologino se encontraba a 32 kilómetros de Rzhev. Y en Rzhev había 3.000 soldados alemanes heridos.
Los aviones de la Luftwaffe localizan a las vanguardias blindadas soviéticas.
La División recibió una orden por radio desde el XXIII Cuerpo urgiéndole a reforzar su ala derecha y a “resistir a toda costa.” Los restos de los Regimientos de Infantería 476º y 481º se situaron sobre la ruta de avance de los rusos a lo largo de la carretera.
La orden del Führer “El Noveno de Ejército no retrocederá un paso más” clavó al Cuerpo sobre la línea ante Latoshino, al este de yeltsy.
La defensa de Mologino.
Generalleutnant Gerhard Kauffmann.
El 31 de diciembre a las 13:00 horas, el Coronel General Strauss apareció en los Cuarteles Generales del Cuerpo del General Schubert en Rzhev con la orden: “Mologino debe ser defendido hasta el último hombre.” ¿Qué otra orden podía dar? Veinte minutos más tarde, a las 13:25 horas para ser exactos, el Teniente General Kauffmann, comandante de la 256ª División de Infantería, irrumpió en la habitación. Venía directamente de Mologino. Estaba blanco como una sábana y medio congelado. Con voz temblando de la emoción, informó al Comandante en Jefe de su Ejército: “Herr Generaloberst, mi división se ha encogido hasta la fuerza de combate de un regimiento y se encuentra rodeado por tropas soviéticas de esquiadores. Los hombres están más allá de sus límites. Simplemente se derrumban agotados. Se desploman en la nieve y mueren de agotamiento. Lo que se espera que hagan es un simple y llano suicidio. Los jóvenes soldados se enfrentan a sus oficiales, chillándoes. ¿Por qué no cogen ustedes y nos matan directamente? No nos importa quién lo haga. Mologino ya está perdido.”
El Coronel General Strauss se quedó de piedra. A continuación dijo con suavidad: “Es la orden expresa del Führer que resistamos. No otro camino que resistir o morir.” Y volviéndose al General Kauffmann, añadió: “Será mejor que vuelva a la línea de combate con sus hombres, Herr General – allí es donde se encuentra ahora su sitio.” El General saludó sin articular palabra y abandonó la habitación.
Posición defensiva antitanque alemana.
De hecho, la situación en Mologino no era tan desesperada como la había pintado Kauffmann. Durante la tarde del 31 de diciembre, los restos del 1º Batallón reforzado del 476º Regimiento de Infantería se adentraron en la localidad, que todavía estaba siendo tenazmente defendida por el 256º Destacamento de Reconocimiento del Comandante (en la Reserva) Mummert. Las restantes unidades del regimiento fueron asignadas diferentes puestos en las posiciones defensivas planeadas al oeste de la población. Sin embargo, al caer la noche las tropas de esquiadores siberianos habían ocupado el bosque entre Mologino y la teórica nueva línea de defensa. ¿A qué se podían aferrar ahora los Landser y resistir hasta la muerte? Entonces se convirtió en una simple cuestión de defender Mologino durante el mayor tiempo posible, manteniendo ocupadas a las fuerzas rusas e impidiéndoles interferir en la retirada del Cuerpo. En furiosos combates, los hombres del Destacamento de Reconocimiento y del 1º Batallón rechazaron los ataques de los siberianos. A menudo resistirían tan sólo en unas pocas casas aisladas en medio de la localidad. A continuación obtendrían de nuevo un poco de espacio lanzando contraataques inmediatos.
Las comunicaciones por radio con la División habían quedado cortadas desde el 2 de enero. El contacto con la unidad vecina a la izquierda era mantenido mediante patrullas que se lanzaban de un lado a otro. En cualquier caso, el Comandante Mummert estaba decidido a mantener Mologino.
Los rusos posan con banderas alemanas capturadas, el único botín que ha caído en sus manos.
Durante la noche del 2 al 3 de enero, la sección de señales consiguió restablecer el contacto con la División. En la División se quedaron muy sorprendidos de que Mologino resistiera todavía, y se dieron órdenes para evacuar el lugar de inmediato y reunirse con la División. Hacia las 06:00 horas, Mummert salió de Mologino. Su equipo pesado quedo atrás. A través de la noche negra y de las líneas siberianas, se movieron en silencio y en fila india a lo largo de un sendero normalmente empleado por las patrullas, los hombres se abrieron paso hasta la unidad vecina.
Una vez más, la 206ª División logró cerrar el agujero abierto en el frente del Noveno Ejército, pero en el día de hoy, finalmente, el frente se ha resquebrajado de manera definitiva. Entre los Cuerpos VI y XXIII ha aparecido una gran brecha entre 15 y 20 kilómetros de anchura. A través de este boquete, poderosas unidades soviéticas han atravesado el Volga. El 29º Ejército Soviético ha girado hacia Rzhev y tratado de conquistar la población desde el sudoeste. El Comandante Disselkamp, jefe del servicio de suministros de la 6ª División de Infantería, un oficial de gran energía, ha interceptado el primer envite con unidades de emergencia apresuradamente reunidas, consistentes en conductores y otro personal de suministro, unos pocos cañones autopropulsados y antitanques, unidades de una compañía de reparaciones y sobre todo los cirujanos veterinarios y ordenanzas de la Compañía Veterinaria de la 6ª División de Infantería. Con estos hombres Disselkamp ha contenido la penetración rusa. De esta heroica manera el VI Cuerpo ha tenido la oportunidad de establecer un nuevo frente defensivo con las Divisiones de Infantería 26ª y 6ª. Rzhev ha podido ser mantenida como una piedra angular para futuras operaciones. El peligro no ha sido atajado por completo, no obstante, y en estos momentos el 39º Ejército Soviético y el Cuerpo de Caballería Soviético del General Gorin han rebasado Rzhev por el oeste y ruedan hacia el sur hacia Vyazma. A pesar de las dificultades, ¡la Wehrmacht vencerá!
Der Sieg wird unser sein!
Nichst für uns, alles für Deutschland!