Existen 2 tipos de hidratos de carbono, por una parte están los monosacáridos que son azucares muy sencillos compuestos por una sola molécula, aquí tenemos a la glucosa, la fructosa y la galactosa.
La glucosa y la fructosa, se encuentra en algunas frutas y la miel, la galactosa se encuentra en la leche y algunas verduras.
Los disacáridos estos están formados por 2 moléculas de monosacáridos, y son la sacarosa (que es el azúcar común) la lactosa, (que se encuentra en la leche y algunos vegetales) y la maltosa que se encuentra fundamentalmente en los cereales, legumbres y tubérculos.
Estos carbohidratos, se digieren muy fácilmente, y nos dan energía de forma muy rápida, al tener moléculas muy simples pasan rápidamente al sistema circulatorio.
Su sabor es dulce y se emplean principalmente para endulzar las comidas, pero no podemos olvidarnos de que son los responsables de las caries.
El segundo grupo de hidratos son los polisacáridos, estos ya tienen moléculas más complejas, que se desdoblan sucesivamente hasta que en la digestión se convierten en glucosa, estos nos proporcionan energía poco a poco y nos ayudan a que los niveles de glucosa en sangre estén estables.
Estos hidratos se encuentran en forma de almidón en las verduras, pan, fideos y pastas, patatas,….
La fibra dietética es también un carbohidrato complejo que no se digiere, está compuesta por celulosas y pectinas, que esta presente en las verduras, cereales integrales, frutos secos, frutas y legumbres.
La celulosa, que no se digiere, es la que facilita la movilidad intestinal y regula el tiempo que los alimentos permanecen en el intestino, facilitando su digestión y absorción.
En una persona, los hidratos presentes en su organismo varían desde los 8,3 a 14,5 gramos por cada kilo de peso corporal, se aconseja que el 55-60% de la energía diaria que necesita el cuerpo humano provenga de los hidratos, pero a la vez se desaconseja el consumo abusivo de hidratos como el azúcar ya que éste es altamente oxidante. Las dietas con muchas calorías o con mucha glucosa aceleran el envejecimiento celular.
La glucosa puede ser necesaria en momentos de gran desgaste energético muscular, pero el sedentarismo o falta de los suficientes movimientos cotidianos del cuerpo humano provocan una mala metabolización de las grasas y de los hidratos.