Día del Padre, ¿o deberíamos llamarlo día del Mal Padre? Habría que preguntar a los salvajes, llámense progenitores, que el domingo pasado en Mallorca protagonizaron una bochornosa escena en un partido de fútbol infantil entre el Alaró y el Collerense. El asunto a discutir no ha sido qué niño pateaba el balón para meter un gol en la portería contraria y convertirse en el héroe del equipo. El tema ha resultado ser el ver qué padre coceaba mejor la cabeza de otro para transfigurarse en el campeón de la vergüenza.
Mientras los prehistóricos padres daban mamporros a diestro y siniestro, en la otra parte, el césped, el verdadero campo de batalla del deporte, los niños miraban atónitos a aquellos que a diario dicen sentirse orgullosos de ser padres. No es la primera vez que pasa y, por desgracia, tampoco será la última.
Los que, en teoría, deberían ser los auténticos ejemplos de enseñanza de valores, respeto, responsabilidad y educación hacia sus hijos, tanto en la vida como en el deporte, para que estos se conviertan en personas de provecho en un futuro no muy lejano; son los que a la hora de la verdad demuestran que les importa bien poco aquello que dicen enseñar, los que se pasan esos valores por el forro de los pantalones.
¿Deberíamos considerar el fútbol, en este caso el fútbol base, como deporte de riesgo viendo las salvajadas que cada fin de semana se producen en los campos de juego? ¿Deberíamos reflexionar y pedir a la Real Federación Española de Fútbol que este deporte deje de serlo como tal y convertir la violencia en las gradas en el nuevo deporte nacional de España y de otros países, en el que apostar en las quinielas por el padre más salvaje?
A aquellos que este día y otros fines de semana muestran y demuestran la estupidez extrema, les felicito. Se han convertido en la vergüenza de los hijos y de la familia. Para los que se crean superiores considerándose los Mike Tyson del fútbol, recordarles que esta es otra forma de hacer bullying a un niño. Sus hijos se lo agradecerán cuando sean más mayores. Gracias por ser mal padres.