Los horrores de la ciencia

Publicado el 26 junio 2021 por Snow30759
 
En 1935, un innovador neurólogo presentó a la ciencia un novedoso método para combatir ciertos tipos de psicosis, su nombre era Antonio Egas Moniz y su método fue nombrado "leucotomía". 
 Como salido de un horrorizante relato de de terror el procedimiento consistía en cortar las conexiones desde y hacia el lóbulo prefrontal del cerebro, perforando un par de agujeros en el cráneo y empujando un instrumento afilado en el tejido cerebral, cercenando las conexiones cerebrales con movimientos circulares. Egas realizó la primera lobotomía humana en 1936 trabajo que le ameritó un premio

Antonio Egaz

Nobel de medicina en 1949, y aunque ahora nos parezca inaudito el procedimiento se popularizó rápidamente, fue celebrada por los médicos como una "cura milagrosa" y descrita como un procedimiento "más sencillo que curar un dolor de muelas", pasando incluso a ser considerado como tratamiento para otros trastornos y ya solo no solo se empleaba en pacientes con esquizofrenia, depresión grave o trastorno obsesivo compulsivo, también era la respuesta para curar a personas con dificultades de aprendizaje o problemas con el manejo de la ira, insomnio, depresión postparto, incluso adolescentes con arranques de rebeldía fueron sometidos a este horrible proceso.


 Al otro lado del Atlántico un medico llamado Walter Freeman, simplificó el procedimiento de Egas y lo rebautizó con el nombre de "lobotomía", como la conocemos hoy, con las modificaciones de Freeman la intervención consistía en martillar filosos instrumentos de acero, parecidos a picahielos, en el cerebro del paciente a través de los frágiles huesos de la parte posterior de las cuencas oculares, solo duraba 10 minutos y no era necesario aplicar anestesia, ya que se usaba una máquina portátil de electroshock para noquear a las pacientes antes del procedimiento.  La lobotomía tuvo más reveses que victorias y dejaba regularmente a los pacientes convertidos en zombis carentes de emociones pero aunque todas las películas y series de terror a lo largo de la historia nos han llevado a creer que fueron salidas de las mentes de sádicos y siniestros doctores, la realidad es que los lobotomistas eran a menudo reformadores progresistas que estaban impulsados por el deseo de una solución para los problemas de sus pacientes. En la década de 1940 no existían tratamientos eficaces para curar las enfermedades mentales graves, los experimentos realizados con terapias de choque de insulina y terapias electroconvulsivas tenían un éxito ínfimo y los asilos estaban repletos de pacientes para los que no existía esperanza alguna de cura. Bajo estos preceptos y con la ciencia aún en pañales nació este procedimiento que ahora parece salido de una pesadilla pero que siempre estuvo impulsado por la intención de los galenos de traer alivio y solución a las afecciones de sus pacientes. En 1950 con la invención de la cloropromazina  la lobotomía fue decayendo en popularidad y cuando uno de los pacientes de Freeman murió en su mesa por complicaciones durante este proceso, el destino de esta práctica estuvo sellado y las críticas empezaron a diluviar alrededor del procedimiento, que comenzó a calificarse como un tipo de tortura que solo servía para destruir la conciencia.  Hace alrededor de 15 años un grupo de médicos, víctimas de lobotomía y sus familiares emprendieron una campaña para despojar a Egas Moniz del Premio Nobel que le fue otorgado en 1949, pero la petición fue negada por la Fundación Nobel, ya que sus estatutos establecen que los premios no pueden ser retirados. La controversia se cierne sobre los profesionales que practicaron este método, tildados por muchos de monstruos, es complejo y desacertado el asunto de catalogar a los médicos en héroes o villanos, y aunque exista un componente horroroso en esta obsoleta técnica lo cierto es que estuvo concebida siempre desde la intención de traer paz a las mentes afligidas, que no tuviese los resultados deseados son otras cuestiones.