Y es que a medida que el protagonista se adentra en el pueblo extremeño, las cosas se complican, aparece un científico trasnochado, empeñado en clonar nada menos que la figura de Francisco Umbral, surgen experimentos de seres ya clonados, como el de una famosa televisiva cuyo mérito uterino fue el de emparejarse con cierto torero de postín. Las carcajadas no son gratuitas, Pedro Pujante pone su mensaje detrás de cada secuencia, ya que podemos hablar de secuencias extremadamente hilarantes y esperpénticas, porque a lo kafkiano, influencia ya muy notoria en el autor, hay que sumar ahora lo orwelliano e incluso hasta tintes berlanguianos. Una buena mezcla con la que intentar comprender, si es posible, en qué realidad se hallan los personajes, en qué momento temporal y con cuántas dosis de realidad encima.
No es Pedro Pujante un autor que renuncie a los retos, al contrario, y la ruleta de su prosa ha de seguir girando porque el lector tiene que seguir experimentando una sorpresa tras otra, no sólo sorpresas distópicas, que las hay a mansalva, sino también méritos narrativos como el hecho de construir una ‘road movie’ en un diminuto pueblo. Nunca se habían roto mejor los convencionalismos en la literatura, el autor lo sabe y a los lectores sólo nos queda preguntarnos cuál será la próxima sorpresa que nos tendrá guardada.
Los huéspedes. Pedro Pujante.Ediciones Irreverentes. Madrid 2016. 176 págs. 15 euros.(LA VERDAD, "ABABOL", 18/6/2016)