Revista Sociedad

Los 'indignados' del Hotel Madrid 'okupan' y 'desokupan' otro edificio en 30 minutos

Publicado el 08 diciembre 2011 por Alejandropumarino

Los «indignados» del Hotel Madrid «okupan» y «desokupan» otro edificio en 30 minutos

La razón de esta rápida escaramuza se encuentra en las obras que se realizaban en el inmueble intervenido, y es que una cosa es vivir, y otra vivir con las incomodidades propias de las remodelaciones que nadie quiere en su propia casa. Primero se adueñaron del Hotel Madrid ante la pasividad de la administración, en pleno centro de la capital. No buscaron, para alojarse ilegalmente, un piso de protección oficial en Vallecas o Lavapiés, no; se fueron a la Puerta del Sol, supongo porque les venía más próximo a la plaza en la que se manifestaban con la misma ilegalidad con la que entraron en el hotel.

Me parece muy bien que la gente se indigne, y especialmente si lo hace contra la casta política actual que se cuaja de corruptos a todos los niveles y de todas las formaciones. Pero, queramos o no, existen unas reglas de juego democrático que deben respetarse por encima de ideologías, cabreos o indignaciones. ¿Que pensarían los legítimos propietarios del hotel “okupado”?. ¿Quién se va a hacer cargo de los destrozos y daños ocasionados en los inmuebles?. No sería justo cargárselos al dueño del edificio, pues se supone que las fuerzas de orden público deben proteger la propiedad privada en el ejercicio del cumplimiento de la ley, y no parece que lo hayan hecho. En tal caso, parecería lógico cargar al erario público las reparaciones, lo que tampoco es justo, porque la indiferencia policial proviene de órdenes políticas, y no tendríamos que cargar en nuestros impuestos, con las costas derivadas de decisiones interesadas desde el punto de vista electoral.

Esta difícil cuestión se salda siempre del mismo modo: Que lo pague el propietario porque es un explotador y no hay derecho a tener vacío un edificio así en medio de Madrid. Y no pasa nada porque los empresarios, las personas económicamente pudientes, pertenecen a una suerte de clase denostada por el progresismo militante por la única razón de haber llegado a una posición holgada por herencia o por trabajo. Desde luego, parece un pecado imperdonable.


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