Dos voces componen esta novela. La narradora, una mujer del México contemporáneo, relata sus años de juventud como editora en Nueva York, en los que el fantasma del poeta Gilberto Owen la perseguía por el metro. El narrador, un Owen al borde de la muerte, recuerda su juventud durante el Renacimiento de Harlem a finales de los años veinte, donde participaba -a veces a regañadientes, otras con alegre socarronería- de la vida literaria neoyorquina, al lado de escritores como Louis Zukofsky o Federico García Lorca.
Ambos narradores se buscan en el espacio insondable de los trenes subterráneos, donde viajaban en sus respectivos pasados.
Esta novela la leí porque, en teoría, entrevistaría a Valeria Luiselli. Así que me propuse, por lo menos, leer uno de sus dos libros hasta ese momento. Bueno, al final la entrevista no estaba planeada y el intento por entrevistarla fue descartado gracias a la multitud de fans que ansiaba una firma de la autora y lograron agotarla, tanto a ella como a su familia que la esperaba. Me dijo que podía ir con la encargada de Prensa de la Editorial Sexto Piso y agendar una cita para el siguiente día del Hay Festival Querétaro, pero yo justamente me regresaba ese día a la Ciudad de México. En fin, fuera de la anécdota monumental, me alegro haber leído "Los ingrávidos" y hacer algunas notas.
"Los ingrávidos" es una novela construida a partir de fragmentos que muestran la relación cotidiana que tiene la narradora con su familia: su hijo "El Mediano", "la bebé" y su esposo. Un mundo que se pinta con cierto encanto por la irreverencia del hijo mediano, propia de la curiosidad de los niños.
Pero así como vemos este mundo, también aparece el mundo pasado de la narradora, cuando era soltera y nadie dependía de ella. Gozaba de una libertad que ahora se compensa con ocurrencias y cuidados que debe tener en la casa como ama de casa que es. Ahora apenas y puede escribir la novela que se propone.
Lo que más me llamó la atención fue cómo a partir de imágenes y sin una secuencia narrativa entre éstas, construye una historia que se lee con fluidez. Además de insertar al personaje de Gilberto Owen como historia y voz narrativa paralela. Si bien este elemento cambia el tono de la novela e incluso parece como si fuera una historia completamente distinta que podría perder el interés del lector.
En lo personal, disfruté más la primer historia de la narradora. Por cierto, me daba la sensación de que varias cosas en la caracterización de los personajes eran como una referencia hacia la misma Valeria Luiselli y su esposo, el escritor Alvaro Enrigue. Fuera de que sea o no autobiográfica, hay una historia simpática y con cierta melancolía que resulta agradable de leer.