Los insignes ya está a la venta

Publicado el 08 octubre 2015 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Mi novela Los insignes ya está en la calle.

Ernesto Sánchez, inspector de Hacienda y amante de la poesía, sueña con la gloria literaria, pero no consigue entrar en ningún círculo de poetas de España. A través de Skype le contará sus penas y los entresijos de la poesía patria a su nuevo amigo, el poeta y presidente de Corea del Norte Kim Jong-un.

Dejo aquí un fragmento del discurso de Ernesto, hablando sobre las más prestigiosas editoriales de poesía de España; es decir, de Bisonte, Hipérbole o DMR.

Querido poeta: tú comprendes a Ernesto, ¿verdad?

Los insignes, páginas 87-91:

"Cada vez ha sido más raro en España que Bisonte, Hipérbole o DMR publiquen directamente el libro de un autor joven. Por ejemplo, Hipérbole convoca su premio de poesía joven Hipérbole y casi nunca vuelve a editar un segundo libro del autor ganador, aunque haya agotado la edición que se lanzó con su premio Hipérbole. Pero, y aquí está la clave del asunto, lo normal es que estos autores vuelvan a ganar otro premio organizado por un ayuntamiento, que corre con los gastos, y cuya edición está a cargo de Hipérbole. Es decir, Hipérbole o Bisonte sí tienen a sus autores, pero no los editan ellos directamente, como ocurre con las editoriales de narrativa, como hace, por ejemplo, Anagrama -posiblemente la editorial de narrativa más prestigiosa de mi país-, sino que las editoriales de poesía editan a sus autores por mediación de los premios de los ayuntamientos. Es decir, el ayuntamiento de Albacete (una capital de provincia cercana a Madrid, Kim Jong-un), por ejemplo y para no irnos más lejos, convoca un premio de poesía, cuya gestión y publicación va a correr a cargo de Hipérbole. Entonces trescientos pardillos, Kim Jong-un, lo digo porque yo también he sido uno de ellos, envían su poemario al premio de Albacete. Perdona... ¿Que no sabes lo que es un pardillo? Sí, tienes razón, pardillo es un pájaro pero también quiere decir primo, inocentón, pringado, tolai... ¿Lo pillas, Kim Jong-un? Pues eso, que trescientos tolais mandan su libro al premio de Albacete y ese premio de Albacete ya ha sido concedido de antemano, por ejemplo, a Felipe Durántez, que fue premio Hipérbole hace siete años, y que desde entonces ya ha ganado dos premios más, organizados, por ejemplo, por el ayuntamiento de Cáceres y el de Ceuta, gestionados por Hipérbole, por supuesto, y con un jurado que mayoritariamente es el mismo que el jurado del Hipérbole, un jurado casi inamovible, salvo cuando uno de sus miembros se presenta a un premio en cuestión y ha de abandonar por un tiempo su trono en el jurado para que el resto de compinches pueda elegir su libro como ganador, elevándolo de la pila de trescientos libros de tolais. En Bisonte ocurre igual. Y así, con el dinero de los ayuntamientos, Hipérbole y Bisonte elaboran su catálogo y editan a sus autores. Autores de Bisonte y autores de Hipérbole, que rara vez se cruzan, hasta que llega uno, un auténtico fuera de serie, como Rubén Rodrigáñez, y puede reventar el mundo de la poesía joven española ganando premios organizados por ambas editoriales. Imagínate, Kim Jong-un, las habilidades sociales, la capacidad para sonreír a unos y a otros, para alabar a todos, para separar las nalgas podridas y besar el ojete del culo de los poetas consagrados que ha de poseer Rubén Rodrigáñez, al que no le queda otra que ser el nuevo capo de la poesía española. Es decir, el heredero natural de Juan López Cubero, el Padrino, el Capo, el Consigliere y el Matón de la poesía española, todos en uno. Es que no te pierdas la última del insigne López Cubero, Kim Jong-un: en el premio de poesía de León -gestionado por Bisonte- el jurado previo, formado por poetas menores de esa ciudad, había seleccionado diez libros de la montaña de trescientos libros de tolais. Diez libros que son los que pasan a la última consideración del jurado, formado por los poetas-burgueses habituales; y cuál sería la sorpresa de López Cubero (el Capo del jurado) al percatarse de que entre esos diez no estaba el poemario de su protegido Rubén Rodrigáñez. Date cuenta, Kim Jong-un, que según las bases de este tipo de premios, los poemarios que llegan a León han de ser anónimos, y así los lee el prejurado, y así los debe leer el jurado final. Pero López Cubero ya sabe que a ese premio se ha presentado su protegido -por haber sido su alumno en la Universidad de Sevilla y posteriormente amigo- Rubén Rodrigáñez y le extraña que el ganador no esté entre los diez libros preseleccionados para pasar a la deliberación final. Entonces, sin ningún pudor, López Cubero exige que se busque el libro del ganador entre la pila de doscientos noventa poemarios descartados, hasta que lo encuentran y, de este modo, el premio de poesía de la ciudad de León, gestionado por la editorial Bisonte, va a parar a su legítimo dueño, es decir, a Rubén Rodrigáñez, el poeta laureado de antemano, el poeta por el que se convocan los premios, el poeta que surca las aguas por encima de los prejurados y de las pilas de libros de tolais, el poeta llamado a formar parte de las antologías y con derecho a beber el néctar de la gloria, una gloria que le confiere como un cetro de fuego su mentor, el rey con corona de la poesía española, Juan López Cubero. El caso es que, por esta vez, la cosa no quedó así: dos de los poetas de León que formaban parte del prejurado denunciaron lo que había ocurrido, y la noticia trascendió a los medios. López Cubero, seguro de ser intocable, sonreía en las entrevistas y se defendía diciendo que hay poemarios que aunque el prejurado no tenga capacidad para percatarse de ello son superiores, sin términos comparativos: son su-pe-rio-res. Sin hablar, claro, del planteamiento inicial que afirma que él no tenía por qué haber sabido que uno de los trescientos poemarios anónimos era el de su protegido Rubén Rodrigáñez."