Emilio Prados Such nace en Málaga el 4 de marzo de 1899, dónde vive sus primeros quince años. En 1914 se traslada a Madrid para ingresar en la Residencia de Estudiantes, donde conoce a Juan Ramón Jiménez, quien determinará su pronta orientación hacia la poesía.
En 1918 se incorpora al grupo universitario de la Residencia, centro que se convierte en punto convergente de las ideas vanguardistas e intelectuales de Europa, En este fecundo caldo de cultivo se forma la Generación del 27 y es aquí, donde Prados entabla amistad con el círculo que forman Federico García Lorca, Luis Buñuel, Juan Vicens, José Bello y Salvador Dalí.
En 1924 fundó, con su compañero Manuel Altolaguirre, la revista “Litoral”, que fue uno de los más importantes órganos del grupo del 27.
En 1925 inicia su actividad como editor de la imprenta Sur, en la que trabaja también junto a Altolaguirre. Paralelamente a sus actividades creadoras, su compromiso social se va decantando en un progresivo interés hacia los sectores más pobres y desfavorecidos de la sociedad. También publica sus primeros poemarios, “Tiempo” y “Veinte poemas en verso” que se inscriben se inscriben dentro del neopopularismo andaluz
Entre 1925 y 1928 publica también “Seis estampas para un rompecabezas” “Canciones del farero”, ”Vuelta” y “El misterio del agua”.
Entre 1932 y 1938 se entrega a la poesía social y política con un lenguaje surrealista. De esta época son sus obras: “La voz cautiva”, “Andando, andando por el mundo”, “La tierra que no alienta”, “Seis estancias”, “Llanto en la sangre”, “El llanto subterráneo”, y “Tres cantos”.
El clima de violencia que impera en Málaga en 1934 al estallar la guerra le hace trasladarse a Madrid y allí entrará a formar parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Colabora en tareas humanitarias, ayuda en la organización del II Congreso Internacional de Escritores y en la edición de varios libros: “Homenaje al poeta Federico García Lorca y Romancero general de la guerra de España”, al tiempo que se publican varias de sus obras. Recibe el Premio Nacional de Literatura por la recopilación de su poesía de guerra, “Destino fiel” en 1938.
Poco después se instala en Barcelona para encargarse, junto con Altolaguirre otra vez, de las “Publicaciones del Ministerio de Instrucción Pública”. Pero la situación es ya insostenible en la España de comienzos de 1939 para un republicano, por lo que decide marcharse a París y el 6 de mayo parte, junto con otras destacadas figuras de la intelectualidad republicana, hacia México, donde residirá hasta su muerte. Allí publica poesías que emanan un profundo sentimiento de desarraigo y soledad.
A ésta época pertenecen “Mínima muerte”, “Jardín cerrado”, “Memoria del olvido”, “Penumbras”, “Río natural”, “Circuncisión del sueño” y “Signos del ser”.
Muere en México el 24 de Abril de 1962.
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