Los jefes y la congruencia

Por Planemprendedorweb

Una verdad incuestionable acerca del ser humano es que la integridad de nuestros actos es la fuente de nuestro poder, más aún cuando se es líder de un equipo de trabajo.

“La influencia sobre un grupo salta a la luz cuando sus miembros observan en el líder congruencia entre lo que dice y hace, entre lo que promete y luego cumple”

Mario Borghino, en El arte de dirigir.

La arquetípica figura del jefe puede definirla cualquier empleado: el jefe es el que manda.

Un jefe ostenta el poder, el poder de la contratación y el despido, el importantísimo poder del pago, el de la asignación o delegación de tareas, la supervisión y evaluación de las mismas.

Esta figura de poder suele ser con más frecuencia de lo que se piensa, una autoridad únicamente tolerada en aras del ingreso económico y nada más. En otro mal caso, es temida, en uno bueno, respetada y en el mejor caso, admirada.

Es fácil saber por qué a un jefe lo toleran por obligación pero no le respetan. Porque abusan de su autoridad. Pero también por incompetencia. Incurren en exigir trabajo, llámese en tiempo o extensión o calidad, que ellos mismos no saben hacer, o no estarían dispuestos a hacer. Muchos jefes creen que para eso tienen personal a sus órdenes, para que él no tenga que trabajar. Esto es incongruente. Error.

Un jefe trabaja y un líder más. Es un principio básico que para dirigir, supervisar, evaluar y corregir en caso de necesidad el trabajo de un subalterno, se debe saber cómo hacer el trabajo en cuestión. Y principalmente para dirigir las cualidades de un líder no deben limitarse al “expertise” o al “know how” de su especialidad.

¿Cuáles son estas cualidades? ¿Qué es lo que hace que a un jefe lo respeten y admiren? ¿Que no sólo sea un jefe, sino que sea un líder y un líder integral? El compromiso con los ideales que predica y el empeño para lograr las metas que propone. No sólo habla, sino que actúa en correspondencia. Eso es congruencia e integridad. Es una frase conocida, “Tal es una persona íntegra”.

“La integridad del hombre es decirse la verdad a sí mismo al cumplir con las promesas y la honestidad es decir la verdad a los demás”. Spencer John.

Integridad en su acepción de un todo que está completo, sin faltar ninguna de sus partes y en la acepción de la honestidad. Un líder integral es honesto en todos los ámbitos y aspectos de su vida, hay congruencia entre ellos y, por supuesto, en su discurso y acción laboral.

Congruencia entre los valores de la vida personal y la vida profesional

¿Por qué es importante que un líder tenga éxito en el aspecto personal? ¿Cual es la relevancia de esto en su trabajo? Porque no hay otra forma de que funcione más exitosamente cualquier empresa que utilizando el enfoque humanista. Un líder (y todo trabajador) es primero un individuo, que las virtudes y cualidades personales que posea, serán las mismas que utilice en su labor directiva. Lamentablemente también traslada sus defectos personales al ámbito laboral.

Un ejemplo sencillísimo: la puntualidad. Una persona hace una cita con otra a determinada hora. Una de estas personas llega a la hora acordada pero tiene que esperar porque la otra llega tarde.

Ahondando en el caso de la persona que llegó tarde. ¿Fue a causa de un genuino percance ajeno a su voluntad que excedía a su capacidad de solucionarlo? ¿Fue simple negligencia? ¿Llamó para avisar que llegaba tarde? ¿Ofreció alguna compensación o reagendar la cita en caso necesario? ¿Es un comportamiento habitual en ésta persona? Si esta persona impuntual se ostenta en una posición de poder (que por supuesto implica la justa proporción de responsabilidad) ¿su actitud se corregiría o agravaría?

Una persona impuntual suele ser desorganizada e inconstante, y lo peor de todo, suele ser inconsciente. Su impuntualidad no es calculada, sino producto de su inconsciencia. Pudo haber organizado sus actividades previas a la cita, estimado el tiempo necesario para llegar a la hora acordada y tomar las precauciones debidas. Pero no se le ocurrió. Dejó todo al azar por no tener consciencia de la importancia de respetar el tiempo de la otra persona, el compromiso hecho y la palabra otorgada.

¿Alguien al leer esto piensa que es una exageración? Desafortunado comienzo en su formación de líder! Las cosas pequeñas importan, y mucho. Esta persona impuntual muy probablemente seguiría el mismo patrón de conducta en su trabajo; y para ocupar otro adagio reconocido, time is money! El tiempo es dinero y se pierde igual que se pierde el tiempo de un inversionista, cliente, proveedor o distribuidor cuando se le hace esperar por no estar puntual en una cita. Se pierden contratos y se pierde la confianza. Por qué cómo esperar ahora que sea puntual con la entrega del producto o servicio que provee?

Para cumplir con la responsabilidad de una posición de poder se requiere de una disciplina estricta y un pensamiento que sea consciente constantemente.

Congruencia entre discurso y praxis

Y retomando el tema de la congruencia, y por partida doble, un jefe que para seguir usando el mismo caso, exige puntualidad de sus subalternos pero no es puntual él mismo, nunca se ganará el respeto. Un tercer adagio: se predica con el ejemplo.

Es más, el líder no sólo predica con el ejemplo; un líder ES el ejemplo y la motivación al trabajo.

Un jefe, un líder debe ser el ejemplo de las cualidades esperadas y demandadas de sus subalternos. Responsabilidad, disponibilidad, poder de decisión, asertividad, creatividad, capacidad de aprendizaje, rapidez en tiempos de respuesta, eficiencia, compromiso, honestidad, cualquiera que sea el requisito que un jefe espere que sus empleados cumpla, ha de cumplirlo él primero.

Y viceversa. Explicando: la congruencia también debe existir en el extremo contrario. Para erradicar exitosamente los defectos o actitudes contraproducentes en el trabajo de en los empleados, el líder ha de haberlos erradicado ya en sí mismo, o mejor, nunca haberlos adolecido. Para no incurrir en la indulgencia. En el caso de las malas actitudes es el único en que se recomienda la intolerancia. La total intolerancia, hay que ser severos. Citemos a Sun Tzu en el arte de la guerra:

“La autoridad es una cuestión de inteligencia, honradez, humanidad, valor y severidad”.

Un líder obtiene el comportamiento que tolera.

Recurriendo a otro ejemplo, uno de los más dañinos: el robo. Se le puede llamar de muchas y eufemísticas maneras, desvío de fondos, por ejemplo. Pero al final es un robo llano. Y así como hay muchas maneras de llamarlo, hay otras tantas de cometerlo. Un CEO no necesitaría robar (estrictamente hablando nadie, a menos que viva en condiciones paupérrimas, lo necesita) cuando su sueldo respecto al de un empleado común es 343 veces mayor. Estamos hablando de las grandes empresas mundiales, claro, pero en una mediana suele ser 40 veces mayor, y así hasta llegar a una muy pequeña, lo mínimo es que se gane el triple. Vaya, que la administración y dirección son bien remuneradas. Entonces, la aparición de la deshonestidad en forma de robo no debía ser tan frecuente como es. Porque, no hay que extrañarse, cuando un líder incurre en la deshonestidad, ésta se expande por todos los niveles de la empresa como un virus. Un CEO decide hacer falsas declaraciones hacendarias para evitar el pago de impuestos, y conservar ese dinero. Para tal triquiñuela, requiere, lógicamente de la complicidad y ayuda de sus administradores y contadores. Estos ven la oportunidad de llevarse un poco del botín salvado de la requisición hacendaria, e ingenian otras triquiñuelas dentro de la triquiñuela mayor. Y así en una espiral descendente en la escala de poder, hasta llegar al empleado del menor salario que se roba los suministros de oficina, llámese hojas para impresión, o una simple engrapadora o la secretaria que se lleva a casa las bolsas de café de la cafetera y finge que ya se acabaron. Claro, cualquiera de éstos empleados de mayor o menor rango que sea descubierto en el delito será despedido y estigmatizado como ladrón. Que incongruencia. No es que se defienda el hurto de engrapadoras o café, pero no hay autoridad moral para castigarlo si como directivo uno está robando también. Pero los llamados delitos de “cuello blanco” son considerados una práctica común en el mundo de los negocios y hasta considerados elegantes! Nada más riesgoso. En palabras de Ricardo Zisis, Director de la revista Harvard Business Review América Latina, “mientras más riqueza y complejidad tenga una red productiva, es más probable que alguien o algo la golpee”. La deshonestidad en la administración es auto golpearse. La incongruencia es otra forma de asestarse un golpe grave.

El jefe inconsistente: apariencia sin respaldo

El ser humano actúa de acuerdo a sus condicionamientos. Al ser inconsistentes o incongruentes con lo que proclamamos y lo que en realidad hacemos es una trampa, un auto sabotaje. Acabamos por convencernos de que los ideales son inalcanzables, imposibles, y nos conformamos con lograr menos, apenas lo suficiente para cubrir las apariencias. Pero la brecha entre dicho y hecho crece cada vez más hasta hacerse insalvable y vamos perdiendo la confianza y el respeto de nuestros seguidores. Cualquier semejanza con los líderes de barro que produce el marketing político no es mera coincidencia. Pregunten a los decepcionados votantes. Conocen el caso del presidente de Estados Unidos Warren Harding?

Warren Harding era un tipo muy alto, fornido, bien proporcionado, de apariencia “augusta”, rostro muy bien parecido y varonil, voz profunda, carácter amistoso y cordial. “Da la apariencia de un líder”, -pensaron los oportunistas políticos- “puede llegar a presidente”. Lo convencieron de lanzarse como candidato en 1920. Su campaña fue exitosísima. Ganó. Dos años después murió de un infarto y todos en el país dieron gracias al cielo. Pasó a la historia como uno de los peores presidentes que había tenido el país. No era un hombre muy inteligente, le gustaba jugar golf por largos períodos en vez de ir a su oficina, beber, era un conocido mujeriego, y totalmente incompetente en la administración pública. Este es un excelente y triste ejemplo de incongruencia. Entre la vida personal y profesional, entre el discurso y la praxis, mera apariencia sin respaldo.

Pero volviendo al ámbito empresarial, lo peor es que con un jefe “underachiever” el equipo empieza a fingir que lo respeta (cuando ya no lo hacen, ya no es un líder) cuando en realidad sólo lo tolera. Y el mismo equipo se contagia de la filosofía del mínimo esfuerzo, se convierten también en “underachievers”.

Imaginen, volviendo a la política, lo catastrófico que es para un país tener un mal presidente. Y en consecuencia, malos secretarios, malos, gobernadores, malos senadores, malos diputados, etc. etc. Aunque haya individuos buenos, que trabajen con constancia y honestidad, la mayoría es la que define la situación nacional.

Vuelvan a transpolar esto a la estructura jerárquica de una empresa. Vaya caos, no?

Puede haber equipo sin líder pero no líder sin equipo

Hay jefes que no entienden que no son solistas, se creen individuos estrella que han alcanzado el éxito y que deben mantenerse en él pisoteando a sus subalternos. Esto es incompatible, con la visión de un verdadero líder, que fomenta el crecimiento de todos en aras del bien general.

Competir con su equipo o los limita es la mayor incongruencia con el concepto de líder.

Pero por absurdo que sea, el caso suele presentarse, hay jefes que compiten contra su equipo y por ello toleran a los “underachievers”; por inseguridad. Así nadie podrá destacarse lo suficiente como para competir por su puesto o demostrar su incompetencia. Prefiere conservar su apariencia de éxito y poder. Sin embargo esta incongruencia lo llevará al fracaso.

El líder debe entender, que su éxito depende del grupo de personas que dirige. Solo, nadie es un líder, a pesar de toda la inteligencia que se pueda poseer.

Si se pierde la solidaridad del equipo de trabajo, un jefe no será capaz de hacer el trabajo de todos solo; he ahí lo imprescindible que resulta saber trabajar en conjunto para llegar a los objetivos comunes. Para reconocer que sin grupo no se es jefe de nadie, se necesita la virtud de la humildad.

Las virtudes de un empresario excelente, según Carlos Llano, son:

Amistad

Misión

Delegación

Educación

Exigencia

Libertad

Paciencia

Confianza

Magnanimidad

Templanza

Simpatía

Humildad

La mayoría de las personas desdeña a la humildad, cree que los humildes son perdedores cuando es todo lo contrario. La humildad es el ingrediente más importante del liderazgo. El complejo de superioridad no es más que la proyección de inseguridad e inferioridad. El líder que está dispuesto a trabajar codo con codo con su equipo le conoce mejor y puede tomar mejores decisiones, hacer mejores diagnósticos y generar confianza en su mandato.

Congruencia con la filosofía empresarial

La lealtad y respeto el líder la obtiene con la congruencia. No sólo debe ser capaz de dar discursos inspiracionales sino ser una inspiración en sí mismo con sus actos. Representar la filosofía empresarial con su persona. Sí una empresa incluye en su filosofía, por ejemplo, el trato personal con el cliente, para hacerlo sentir confortable y ganar su confianza en el servicio o producto ofrecido, y el jefe se niega a interactuar personalmente con ese cliente si se le presenta el caso, y delega la labor a un subalterno, no le está actuando en congruencia con la filosofía. Otros seguirán su ejemplo, y pronto serán sólo promesas incumplidas que el cliente resentirá y se corre el riesgo de perderlo.

Es misión del líder formar un equipo de trabajo convencido de la filosofía de la empresa y por tanto, dispuesto a aplicarla en su labor.

Esto lleva a mencionar otro aspecto en el que el jefe, como responsable de la contratación de personal, debe mostrar congruencia. Debe instruir al departamento de recursos humanos en el modo de evaluar solicitantes para que sean los que la empresa necesita, en el aspecto profesional y en el aspecto humano.

Elegir empleados que posean un perfil compatible con el código de ética de la empresa, aparte de su capacidad profesional, pues está contratando a un individuo; el líder hace hábilmente un análisis psicológico del comportamiento humano, conocido como conductismo. Sabe discernir así quién será un buen miembro del equipo.

Contratar empleados que ya cuenten de antemano con las cualidades pertenecientes a la filosofía empresarial es preferible y beneficioso, aunque también se pueden formar estos valores, poniendo cuidado en la motivación; estos perfiles personales juntos resultarán en un buen equipo de trabajo, compatible, empático y solidario, dispuestos al bonding entre sí, y con la filosofía empresarial. Si se identifican con la misma, se esforzarán por representarla, ofrecerla en su trabajo.

Un grupo homogeneizado en la medida de lo posible pues cada individuo es diferente, y se busca que posean cualidades en común convenientes para la empresa, más no que sean exactamente iguales, solo que puedan complementarse entre sí para trabajar en equipo; la diversidad es productiva, se crea una tensión sinergética muy creativa; será la habilidad del líder, mantener a individuos diferentes unidos entre sí por convicción, por comulgar con Los ideales de la empresa y la lealtad a él, a su visión y la misión que propone.

Una visión clara de las metas de negocios fomenta el aprendizaje organizacional, la iniciativa, la creatividad, la innovación, la capacidad de decisión y la colaboración del líder, al comunicar exitosamente la visión de estas metas, da confianza a sus colaboradores, creen en la empresa y en unos y otros; se genera una lealtad al equipo, al líder y a la empresa; luchan por generar resultados positivos y los clientes lo perciben. La confianza se contagia. Los clientes también se hacen leales. Ser congruente con la filosofía empresarial es un negocio redondo, literalmente. Es un círculo que se autoalimenta.

Conclusiones

-La integridad personal nos permite ser consistentes; eso construye la autoconfianza de los miembros del grupo y su credibilidad ante ellos.

-La incongruencia entre lo que decimos que queremos y lo que hacemos contribuye a disminuir la confianza en nuestras capacidades. Educamos a nuestra mente a producir resultados parciales.

-Un jefe con actitud de superioridad y competitividad ante sus subalternos es la antítesis del liderazgo. No hay mayor incongruencia que un “líder” que no sabe trabajar en equipo.

-La clave es la labor de conjunto y no la de uno solo, así sea la del jefe.

Un líder representa la filosofía empresarial, debe actuar congruentemente con ella para inspirar al equipo de trabajo a seguirla.

Autoevaluación

-Qué preguntarse para autoconocerse como líder y mejorar?

-Qué conductas personales ha “arrastrado” al ámbito laboral que estén limitando su liderazgo?

-Actúa con integridad entre lo que dice y lo que hace?

-En qué ha sido incongruente con su equipo y deberá cambiar para ganar su confianza?

-Qué conductas competitivas están afectando el resultado del trabajo en equipo?

-Es un líder ejemplo de las conductas que exige a su equipo?

Una verdad inco?

Por: Iván Sebastián Jiménez Romero