Clasificación: Ensayo
Editorial: Siruela / El ojo del tiempo 77
Aunque no haya logrado aún el Premio Nobel de Literatura, todos los años, en las tradicionales quinielas de las casas de apuestas aparecerá un escritor bastante bien colocado, se trata del autor del libro que hoy recomendamos Los judíos y las palabras, de Amos Oz y Fania Oz-Salzberger –Editorial Siruela / El ojo del tiempo 77- Por cierto, aprovecho para felicitar a Patrick Modiano por su entrada en ese selecto club de ganadores del premio más prestigioso a nivel mundial.
En este caso, Amos Oz comparte autoría con su hija, la historiadora Fania Oz-Salzberger. Juntos nos proponen una historia de la cultura judía desde una óptica laica, es decir, fuera de la interpretación religiosa del asunto. Parten de la premisa de que la cultura judía está profundamente ligada a la palabra, en un principio oral, y luego, escrita. Así, relatan que cuando los judíos han tenido que huir a toda prisa para evitar la muerte, lo único que han salvado de sus hogares ha sido a sus hijos y los libros más relevantes, por encima de joyas u otras riquezas materiales o sentimentales.
En el libro nos descubren muchas de las claves de la cultura judía. Una de ellas es la especial relación entre maestros y discípulos. Una relación que invita a la confrontación. No se trata de una enseñanza memorizada y asimilada a pi
es juntillas, sino que parte de parte del diálogo y de la confrontación de ideas, también de la reflexión previa a la asimilación.
Se nos explica la implicación de la familia en la educación de manera que los niños de tres años ya sepan leer. A esa edad, desde la más antigua tradición judía, se llevaba a los niños a aprender y convivir en un entorno de ley, religión y tradición.
Otra clave es el tremendo afán por dejar constancia escrita de los hechos más relevantes de su cultura e inmortalizar a sus personajes señeros. Como bien se argumenta, no importa tanto si los hechos narrados son históricos o inventados sino que esa posible invención se basa de alguna manera en algo que sí existe, en algo suficientemente relevante como para ser escrito en un momento en el que escribir era algo mucho más costoso de lo que es hoy en día.
Mención especial, supongo que fruto del empeño de Faina Oz-Salzberger, merecen las mujeres de la historia de la cultura judía. Como bien se menciona, no es que fueran unas mujeres especiales ni distintas de las de otras culturas. La clave de su inmortalidad es que hubo alguien dispuesto a dejar constancia escrita de sus hazañas.
En definitiva, gracias a lo bien escrito que está, a lo curioso por un lado y familiar por otro de sus enseñanzas, y posiblemente, gracias también a la doble autoría, lo que aporta frescura y fluidez a la par que un texto muy dinámico, casi dialogado. Gracias a todo esto se trata de un ensayo que se lee con el ritmo de una obra de ficción que es mejor que le puede pasar a un ensayo.
Formalmente van a encontrar las hechuras de una novela en cuanto al tamaño, el peso, el tipo de letra o capítulos. Eso sí, una novela de poco más de doscientas páginas, no esperen un ladrillo. Me ha encantado el papel de tacto satinado en la cubierta. A mí, por lo menos, me ha resultado un libro especialmente agradable para manosear y casi acariciar algo que se perderá si optamos por la edición digital. En la cubierta encontrarán la fotografía de una biblioteca que se antoja un Paraíso para cualquier lector que se precie.
Adolfo Caparrós Gómez de Mercado