Este es un blog en que se habla de cine y no de otras cuestiones, y menos aún de política. Pero viendo “Los Juegos del Hambre: Sinsajo – Parte 1″ no puedo dejar de pensar en las similitudes entre el escenario en que se mueve Katniss Everdeen y aquel en que nos encontramos los espectadores. Y lo digo desde una perspectiva político-social teórica donde la democracia parece estar de moda -en la película de Francis Lawrence también se hace alusión a ello- y donde un grupo de poderosos tiene sometida y clasificada a la sociedad en distritos/clases, jugando con su libertad y con su misma dignidad. Pero como la fuerza y la violencia no pueden mantenerse de manera indefinida, pronto surge un grupo de indignados que clama por revertir la situación de injusticia, y entonces la rebelión ya solo necesita a un líder de abandere la causa, que se enfrente al Capitolio y que busque construir un nuevo Panem.
Decía que el paralelismo con la situación de desencanto social que vive buena parte de Europa es evidente, y especialmente de España. La crisis y el paro han generado desesperanza e injusticia, mientras que la corrupción y la deslealtad de los políticos han propiciado repulsa e indignación. Y ahí surgen movimientos/partidos como Podemos, que conecta con la gente de la calle y que se aprovecha de esa desesperanza para unir al pueblo en torno a una ideología (cualquiera, en este caso de claro signo progresista). El nuevo partido sabe de qué carece la gente y lo que necesita (anímicamente), y se lo promete… como antes hicieron otros. Este partido -y cualquier otro del estilo- vende idealismo y buenas intenciones, mientras lanza mensajes simples y fácilmente inteligibles por el ciudadano de a pie. Su estrategia comunicativa es impecable y su populismo y oportunismo rápidamente se arma de unos lemas, de una estructura y de un grupo dirigente llamado a conformarse en una nueva casta.
Nihil novum sub sole, que dirían los latinos, porque a su lado y en la arena política están los de siempre -derecha, izquierda y cualquiera que tema perder su cuota de poder-, aquellos que apelan al miedo y que auguran malos tiempos si…, aquellos que pasan al ataque personal y a la amenaza de airear vergüenzas del vecino… En la vida real como en la película de Lawrence, la desesperanza y el miedo se convierten así en armas arrojadizas y en medios para anular al hombre, no ya privándole de sus bienes materiales o de su libertad (que también), sino de su dignidad de persona. Por eso, se entiende bien que haya tanto indignado, tanto desencantado, tanto escéptico, y se entiende porque estamos recogiendo lo que hemos sembrado, una sociedad sin ética ni lealtad, donde el éxito y el enriquecimiento se miden en dinero y poder. Así nos va.
La saga de “Los Juegos del Hambre” se mueve, por otra parte, en el terreno de los tópicos porque es una película comercial y destinada a los adolescentes: pocas ideas y simples, para alentar los ideales de la juventud -justicia, paz, amor-, y expuestas de manera un tanto maniquea y primaria. De esta forma, los sentimientos son manipulados por una música envolvente, los espectaculares efectos especiales y sonoros arrastran sin remisión, y los rostros reflejan tanta pureza e inocencia como falta de sentido crítico. Es Hollywood y su cine trata de llegar a un espectador que solo quiere entretenimiento y no pensar… y por eso lo aceptamos. Pero en este punto nos encontramos también con cierta similitud con la vida política, pues en uno y otro caso se trata de llegar a todo aquel que tenga un voto o una entrada, y la simplicidad de planteamientos se impone a los matices que exigiría cualquier situación importante. Que esos clichés nos los muestre el cine no importa, pero que nos engatusen una vez y otra, unos partidos viejos y otros nuevos, eso ya es más grave porque nos jugamos el pan y la dignidad.
Por último, una anécdota que contemplé en el cine, viendo la película. Era la primera proyección de la tarde, y contrariamente a lo que es habitual había bastantes espectadores y todos adolescentes. Me llamó la atención la reacción de los presentes cuando la heroína visita a los heridos de uno de los distritos, en parte para hacer una campaña de imagen -este sería otro paralelismo con la vida política-. En ese momento, su arenga obtiene el enardecimiento de los niños heridos, que levantan la mano con los tres dedos extendidos… en señal de apoyo y unión al Sinsajo. Pues bien, en ese mismo instante muchos de los jóvenes espectadores -no cuatro ni diez personas, sino muchos más y en varias partes de la sala- hicieron el mismo gesto, y expresaron su común sentimiento, un poco como juego y otro como señal de rechazo a la injusticia. Era una muestra de empatía con los personajes y de “indignación convertida en ira” -como dicen en la película-, de que el pueblo solo necesita un líder para convertirse en una masa dirigible o manipulable.
En las imágenes: Fotogramas de “Los Juegos del Hambre: Sinsajo – Parte 1″, película distribuida en España por eOne Films Spain © 2014 Color Force y Lionsgate. Todos los derechos reservados.
Publicado el 22 noviembre, 2014 | Categoría: 6/10, Acción, Año 2014, Ciencia-ficción, Hollywood, Opinión
Etiquetas: ética, Francis Lawrence, Los Juegos del Hambre: Sinsajo - Parte 1, política