Ya había tenido la ocasión de disfrutar de la lectura de las aventuras de Suzanne Collins, pero lo cierto es que las dos adaptaciones cinematográficas lanzadas hasta la fecha de la saga me habían gustado incluso más que el propio relato literario, sobre todo en el caso de ‘Los juegos del hambre: En llamas’, (Francis Lawrence, 2013). Era natural entonces que tuviese grandes esperanzas del salto a la gran pantalla de ‘Sinsajo‘, mi libro favorito de los tres, aunque tenía mis dudas sobre lo adecuado que pudiera ser el hecho de dividirlo en dos películas.
Podrán argumentarlo de la forma que quieran, pero estoy convencido de que esta moda cada vez más extendida en Hollywood se debe únicamente al hecho de que sus productores quieren exprimir un poco más la gallina de los huevos de oro, siendo el resultado artístico algo hasta cierto punto secundario. Eso ha hecho mucho daño a ‘Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 1‘(Francis Lawrence, 2014), una película que no llega a ser mala, pero sí es bastante decepcionante.
Como resultado de ello, los guionistas Danny Strong y Peter Craig tienen más tiempo para desarrollar la historia con calma, una gran ventaja sobre el papel, pero que en este caso acaba por volverse en su contra. Y es que estamos ante una película basada en los diálogos y para que haya un cambio en una saga como esta hace falta que tengan una fuerza indiscutible y no dar la sensación de que se está jugando una y otra vez con la misma idea, pero estirándola más de la cuenta para rellenar metraje.
Con esto no quiero decir que el trabajo de adaptación de la novela de Collins sea malo, porque el auténtico error es haberla dividido en dos y ante eso no hay nada que guionista alguno pueda hacer. Strong y Craig hacen todo lo posible por captar el clima de calma antes de la tormenta, añadiendo interesantes apuntes sociopolíticos propios de la franquicia, pero los problemas de raíz son tan importantes que la insatisfacción es inevitable por la falta de un auténtico desarrollo argumental, ya que el único cambio realmente relevante es lo que sucede justo al final, cuando eso podría haber sido perfectamente el punto de giro del primer acto.
Uno de los más importantes es que la imposibilidad de avanzar en lo argumental, se traduce en que el film es el más incisivo de la saga en su lectura política, sin tener miedo a que pueda haber gente que malinterprete su mensaje o la valentía mostrada para recurrir a detalles más oscuros que la alejan definitivamente de cualquier posibilidad de ser vista como una de esas historias para adolescentes disfrazadas con temáticas más adultas. El único detalle negativo es que acaba por volverse un poco repetitivo, pero sigue siendo uno de los dos grandes beneficiados de que ‘Sinsajo’ se haya dividido en dos películas.
Su extenso reparto es el otro que se aprovecha de esa calma y que sean las relaciones y las conversaciones entre los personajes funcionen como a modo de viga maestra del relato. Está claro que no hay ninguna interpretación de Oscar o algo por el estilo, pero sí está a un nivel inusual en este tipo de producciones. Además, se agradece que Donald Sutherland tenga algo más de presencia en pantalla, ya que disfruta de la maldad natural de su personaje, mientras que todos los demás tienen alguna oportunidad para lucir un poco su talento, aunque a la hora de la verdad absolutamente todo está al servicio del lucimiento de una muy efectiva Jennifer Lawrence.
Por su parte, Francis Lawrence es consciente de este último punto y eso le ha llevado a volver a estructurar la película desde su punto de vista cuando quizá hubiese sido mejor no hacerlo, ya que eso habría dado una mayor riqueza al contenido limitado de la misma. No obstante, su trabajo de puesta en escena es notable, tanto potenciando el mensaje que se quiere transmitir como creando planos atractivos visualmente -y eso que tiene muchas más limitaciones para poder hacerlo al utilizar espacios algo más insignificantes como el hogar del Distrito 13- sin que en ningún momento sea algo gratuito o una mera pirueta para su propio lucimiento.
En definitiva, ‘Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 1‘, no es una mala película, pero sí estira demasiado el material que tiene a su disposición. Esto hace que pierda entidad y algo de intensidad, pero su estupendo reparto y el hecho de poder ahondar un poco más en su contenido sociopolítico consigue que su visionado no sea para nada una pérdida de tiempo -uno nunca llega a aburrirse o a perder el interés por lo que sucede en pantalla-, pero sí una clara decepción para los que disfrutamos tanto con las dos primeras partes.