AUTOR: Carolina Pobla
EDITORIAL: Maeva
Sinopsis Editorial:
Una mujer lucha por sacar adelante a su familia mientras el amor y la amistad se abren paso en tiempos de guerra.
Una tarde de otoño en Barcelona, a Violetta, la madre de la autora, le comunican la muerte de su hermano Víctor. Y con la noticia llega la gran revelación: Víctor era adoptado.
En 1942, Ilse, viuda de un aviador de la Luftwaffe y madre de seis hijos, entre ellos Violeta, regresa al pueblo de Baviera en el que pasó los veranos de su infancia. Desea alejar a sus hijos de la guerra, pero a su llegada se encuentra con la mansión familiar reconvertida en hospital militar y tiene que acomodar a su familia en una humilde cabaña en el monte.
Mientras a su alrededor el país se desmorona, los niños crecen y viven experiencias que los harán madurar deprisa. Ilse, una madre luchadora y una trabajadora eficiente que utiliza sus conocimientos como comadrona para ayudar en el hospital, también es una mujer joven que, a pesar del caos imperante, vivirá una intensa historia de amor.
Carolina Pobla viene a sumarse a la lista de autores nuevos que estoy conociendo este año, que no son pocos, y ya os digo que ha venido para quedarse porque me ha gustado muchísimo la historia que nos cuenta en "Los juguetes de la guerra" y también cómo nos la cuenta. Es una novela que os recomiendo desde ya y mucho más si os gusta leer sobre la época de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque es una novela de ficción, la autora reconoce que parte de las cosas que nos cuenta están basadas en experiencias personales, anécdotas de su infancia y sobre todo en muchas de las historias que le contaba su madre. Con esa información y su imaginación, Carolina nos regala una preciosa novela que arranca en Barcelona en la actualidad con un prólogo de apenas seis páginas donde conoceremos a Violetta, que acaba de perder a su hermano Víctor. La inesperada muerte de Víctor anima a Violetta a confesarle a sus hijas que cuando vio por primera vez a su "hermano" ella ya tenía siete años. Como la noticia las deja boquiabiertas, decide contarles todo aquello que nunca compartió con ellas.
Se hicieron muchas cosas de las que ahora nos avergonzaríamos. Era una cuestión de supervivencia. Tuvimos vivencias maravillosas, pero también se perdió mucho por el camino. Éramos muy jóvenes y casi ni nos dimos cuenta, pero nos enseñaron a calibrar nuestras palabras y a ocultar nuestros pensamientos. Aprendimos a guardar muchos secretos…Entramos así en la parte más extensa de la novela, dividida en 39 capítulos que transcurrirán a lo largo de 4 años (1942-1946). Ilse Mahler se ha quedado viuda. Su marido era un piloto de la Luftwaffe y además una bomba prácticamente ha destruido su hogar en Munich, así que no lo duda ni un segundo, hace las maletas y junto a sus seis hijos se van al palacete que ha heredado de sus padres en Baviera, sin embargo cuando llegan a su destino les comunican que su casa ha sido confiscada y convertida en un hospital militar, así que partirán rumbo a una desvencijada cabaña para salir del apuro y empezar a tomar decisiones.
Carolina Pobla. Fotografía de
www.peregrinosysusletras.net
Con quien más difícil lo tendrá Ilse será con su hija mayor, que enseguida se da cuenta de que no han ido para quedarse solamente durante unas semanas, como pensaba al principio, pero si algo tenía claro Ilse, era que debía alejar a sus hijos de Munich, de la posibilidad de un nuevo bombardeo y sobre todo de la terrible influencia y educación nazi que estaban recibiendo. Sabe que no va a ser fácil, que estaban acostumbrados a unas comodidades muy por encima de lo que ahora les puede ofrecer, pero no es un mujer que se rinda fácilmente y está segura de que podrá sacar a su familia adelante. La llegada del invierno marcará la primera de las difíciles pruebas a superar.
Poco a poco todos se irán adaptando a las nuevas circunstancias, además sus conocimientos, al menos teóricos, como comadrona le servirán de mucho en esta nueva etapa de su vida. Evidentemente a lo largo de cuatro año les pasan muchas cosas que no voy a desvelar y que me han emocionado en algún momento de la lectura y es que a pesar de que en ocasiones todo se pueda ver muy negro, al final se acaban abriendo fisuras en la oscuridad para dejar entrar un poco de luz y esperanza.
Me ha encantado esta familia, su capacidad de adaptación ¡qué remedio quedaba! Esa unidad familiar tan fuerte y por supuesto todos los personajes que van orbitando alrededor de los Mahler, Frank, Victor, Dante... incluso la "alcaldesa", que siendo un personaje detestable, creo que refleja muy bien a un tipo de personas que durante la guerra se aprovecharon de su posición para malmeter, traicionar y delatar si era preciso a cualquier vecino o "amigo", pero sobre todo me ha gustado Ilse, su fortaleza, su capacidad de lucha, su historia personal no es para nada agradable y sin embargo aguantó todo lo que hizo falta y más por sus hijos, así que me ha encantado esa bonita historia que surge en medio del caos.
También me ha gustado mucho algo que creo que todavía no me había encontrado en ninguna novela sobre esta época y es la "desnazificación" que se produjo cuando las tropas americanas abrieron los ojos a una población que no se podía creer lo que les contaban, que todos esos rumores sobre lo que ocurría en los campos de concentración fueran ciertos, obligándoles a verlo a través de unas terribles fotografías que se quedarían grabadas a fuego en las retinas de todos ellos y lo que es peor haciéndoles ver que con su "pasividad" también eran responsables de lo ocurrido.
"Los juguetes de la guerra" ha sido una preciosa novela de fluida lectura que me ha encantado, que refleja las consecuencias de una guerra, aunque no desde el frente propiamente dicho, sino a través de los habitantes de un pequeño pueblo de Baviera. El miedo, el hambre, la escasez, el colaboracionismo con los nazis queda bien reflejado en esta historia y otra cosa, ni los malos eran tan malos (a veces) ni los buenos tan buenos (a veces, también).
- Amigo Dante, eso es lo que tiene el juego de la guerra, que a veces se gana y a veces se pierde.
- No se equivoque, señor. El problema es que nosotros nos jugamos. Nosotros somos los juguetes.Puedes leer un fragmento de "Los juguetes de la guerra" AQUÍ