Los españoles, a pesar del tiempo transcurrido, no perdonan a Mariano Rajoy los desastres de su gobierno, el incumplimiento de promesas que fueron claves en su programa electoral y que fueron la causa de que millones de españoles les votaran para sustituir a Zapatero, otorgando al PP una mayoría absoluta enorme. Indignan, sobre todo, el incumplimiento de promesas como las de adelgazar el Estado, la de regenerar la democracia, la de bajar los impuestos y la de dejar de manipular y controlar la Justicia. El gobierno de Rajoy hizo justo lo contrario de lo que prometió en campaña electoral, algo que muchos politólogos consideran una estafa electoral que deslegitimó su gobierno.
Cada día hay en España más ciudadanos que militan en la independencia y el desprecio a los políticos, convencidos de que todos son corruptos y que ninguno merece el voto. Se trata de una decepción que invalida la democracia y que es consecuencia de la baja calidad de la democracia en España y de la bajeza corrupta de los grandes partidos.
El sanchismo merece ser expulsado del poder por muchas razones, por sus alianzas con los partidos que odian a España, por su corrupción, por su ruta hacia la tiranía, por las mentiras y estafas del sanchismo y por otras muchas razones, pero cada día son más los que piensan que el PP no merece que el pueblo le entregue el poder.
En esta situación de desastre político sólo se salvan los partidos nuevos que no tienen suciedad en sus mochilas ni han participado en la orgía de corrupción, como VOX.
España, un país que cuando contempla a sus políticos siente asco, necesita una revolución en su política o mejor un reseteo que lo cambie todo y que empiece por instituir una verdadera democracia, en lugar del bodrio corrupto que la nación tiene hoy como sistema, donde la Constitución es violada de manera sistemática, las leyes se dictan para beneficiar a los poderosos, los ciudadanos carecen de respeto y el protagonismo pertenece por entero a la corrupción, el abuso de poder y el vicio.
Francisco Rubiales