La reflexión de Albert Camus sobre la violencia y su legitimidad plasmada en Los Justos llevada ahora a la España de finales de los setenta del pasado siglo XX. Lo que en la obra de Camus era una reflexión sobre el terrorismo y sus métodos ambientada en la Rusia de 1905, se convierte ahora, en el montaje que se exhibe en las naves del Matadero, en una historia sobre la ETA que atentaba de manera indiscriminada en los años de plomo.
Teatro de alto nivel, porque la vida sigue, pese a todo. No se pierda la magnífica adaptación de Javier Hernández Simón. De lo mejor que he visto este año sobre un escenario. Y es que entre la justicia histórica y mi madre en un autobús, yo también me quedo con mi madre.
Camus era el hombre y no Sartre. Camus fue la gran pérdida. Y por decirlo en palabras del maestro Umbral, al final, Sartre está en la historia como Pilatos en el Credo...