Sain asegura que “no hay que confundir sindicalización con derecho de huelga”; dice que “eso es una reducción intencionada. Lo importante es que los policías…puedan sentarse a negociar”. Es decir a transar o intercambiar favores. Para sostener su oposición al derecho de huelga, Sain recurre a un argumento re-gastado de la derecha: que “la seguridad es un servicio básico” – una definición que se aplica a la salud, la educación, el agua, la luz, el transporte y otros, para negar el derecho de huelga. Es claro, sin embargo, que sin derecho de huelga la sindicalización es una palabra vacía. Sindicato o unión son instrumentos de los trabajadores para poder defenderse mediante el arma de la huelga.
Un ‘servicio básico’ debe ser ejercido por personal idóneo, que en el caso de la policía es la disposición a cumplir órdenes represivas sin chistar – en especial si carece del derecho de huelga. El reclutamiento de especialistas semejantes necesita, él mismo, un procedimiento policial. El democratismo policíaco de Sain y los ‘jóvenes militantes’, se ahoga en su propio vómito.
Los policías no deben gozar del derecho de huelga porque su función no es proteger libertades o derechos sino reprimir el ejercicio de esos derechos cuando son reclamados por los trabajadores. El único derecho que protege la policía es el de propiedad (los derechos de los trabajadores, cuando son reglamentados por las leyes y los decretos y resoluciones, se convierten en una negación de esos derechos); decir que protegería el derecho a la vida equivale a admitir que los antagonismos del régimen social vigente ponen en peligro una condición, la vida, que es anterior a cualquier derecho. Para proteger al ser humano contra incendios, aludes, derrumbes u otros accidentes, alcanzan los equipos técnicos de emergencia.
Las rebeliones policiales son una manifestación de la descomposición del Estado capitalista; muchos de ellos han cristalizado esta descomposición mediante la legalización de empresas privadas de represión. Ante la contradicción que supone la rebelión de los reclutas de los aparatos de represión contra esos aparatos e incluso del Estado, el movimiento obrero debe estudiar concretamente cada situación concreta, y defender el principio de la sindicalización de esos reclutas, con derecho de huelga incluido, en el marco y bajo la subordinación a los sindicatos y centrales obreras.
José Ortíz