Los karen (5)

Por Tiburciosamsa

El 2 de mayo de 1962 el General Ne Win dio un golpe de estado e instauró una de las dictaduras más ominosas y largas que ha conocido Asia. En junio de 1963 propuso a los grupos insurgentes negociaciones de paz. Las negociaciones respondieron al espíritu de los nuevos tiempos. Más que diálogo, lo que Ne Win ofreció fue un trágala. Esencialmente lo que pidió a los grupos insurgentes fue que no salieran de su territorio ni llevasen a cabo ningún tipo de actividades en él y que colaborasen con el gobierno. A cambio les ofrecía un alto el fuego y una amnistía. Era inevitable que las negociaciones fracasasen. Ne Win, en una nueva muestra de la ignominia que era su rasgo de personalidad más destacado, violó las condiciones del alto el fuego y trató de capturar a los líderes insurgentes que habían acudido a Rangún de buena fe.Falló por un pelo. En noviembre los combates se reiniciaron. 
Entre los karen las negociaciones sirvieron para ahondar la brecha que separaba al KNUP del Consejo Revolucionario Karen que presidía Tha Hmwe. Gracias a sus servicios de inteligencia, Ne Win supo de esas divisiones y cuando en la estación seca de 1964 se reanudaron las operaciones militares contra las insurgencias, evitó atacar al KRC. 
Tha Hmwe acabó negociando un acuerdo con Ne Win por el que sus hombres podrían retener sus armas y permanecer pacíficamente en el distrito de Thaton que controlaban. El gobierno les proporcionaría alguna asistencia en forma de arroz y dinero. El acuerdo incluía algunas concesiones políticas importantes: a cambio de que renunciase a ejercer su derecho a la secesión, el régimen redenominaría al estado karen con su nombre nacionalista de Kawthoolei” y ampliaría su territorio para incorporarle los distritos de mayoría karen de Irrawaddy y Tenasserim; además los miembros del KRC recibirían responsabilidades de policía y administración en sus distritos y el KRC participaría en la redacción de la nueva constitución. El artero Ne Win nunca respetó la parte política del acuerdo. Dicen que apenas un año después del acuerdo y cuando ya estaba prácticamente prisionero en Rangún, Tha Hmwe lamentó profundamente su ingenuidad. 
Si le quitamos la parte política, tenemos que el acuerdo es semejante al que la dictadura de Ne Win iría ofreciendo a las demás insurgencias. Básicamente consistía en que los grupos insurgentes aceptasen abandonar la lucha armada y que sus reivindicaciones políticas quedasen en el limbo a cambio de algo de ayuda, que acabarían quedándose sus dirigentes, y de un alto el fuego. No era una rendición incondicional, pero se le parecía. El efecto último de todos estos acuerdos fue debilitar a los grupos que los firmaban e introducir una fisura entre las élites, que podían obtener ciertos beneficios de ellos, y las masas, cuya suerte solía empeorar después de su firma.
Los sesenta marcan el inicio del declive militar de la KNU. La defección del KRC ya supuso un duro golpe, pero peor sería la adopción por el Ejército birmano de la estrategia de “los cuatro cortes”. Los cuatro cortes aludían a que se privaría a los insurgentes de alimentos, fondos, inteligencia y reclutas. Los distritos se dividieron en tres categorías: gubernamentales, insurgentes y contestados. En las zonas que se quería limpiar de insurgentes se relocalizaba a los campesinos en poblados estratégicos con una guarnición militar y se les encuadraba en milicias populares, no tanto para promover sus capacidades de autodefensa como para tenerlos mejor controlados. Además se construían torres de vigilancia en puntos estratégicos y el área se patrullaba fuertemente. Todo campesino que se saliese de las zonas marcadas era hombre muerto. La nueva estrategia resultó devastadora.
Desde finales de los sesenta la influencia del KNUP y de los elementos izquierdistas empezó a declinar. Por un lado estaba la pérdida paulatina de territorio en el Delta, justo en la zona donde los simpatizantes marxistas eran más numerosos. Por otra, la salida del escenario de Tha Hmwe propició el ascenso en la KNU del carismático Bo Mya, cuyo objetivo era recentrar al movimiento en sus ideales nacionalistas originarios, olvidarse de las pamemas marxistas y, si posible, recuperar el apoyo de Occidente. 
En 1966 Bo Mya logró expulsar a Mahn Ba Zan y Saw Ler Taw de la KNUP y se convirtió en el líder indiscutible del movimiento karen en la zona oriental. El ala militar de la KNU se convirtió en el Ejército de Liberación Nacional Karen (KNLA). En 1974 Bo Mya celebró un congreso de la KNU en el que quedaron consagrados los cambios que había venido impulsando y la ideología socialista se echó por el retrete. Al año siguiente, lo que quedaba del KNUP, cada vez más acogotado, se replegó al territorio de la KNU, en cuya organización quedó integrado. 
A mediados de los setenta Bo Mya consiguió una cierta relevancia política. La creciente presión del régimen de Ne Win llevó a que varias insurgencias étnicas se coligasen con los karen; fueron los kachín, los chin, los rakhin y los mon. Entre todos formaron un Frente Democrático Nacional cuyo objetivo era el establecimiento de una Birmania federal. Al Frente se sumó incluso el ex-Primer Ministro U Nu, que estaba intentando crear una plataforma democrática de oposición a Ne Win. Además Thailandia descubrió las ventajas de tener al anticomunista Bo Mya cubriendo una parte de su frontera con Birmania, en el momento en el que se enfrentaba a la guerrilla del Partido Comunista Thailandés. Aunque sus bazas políticas eran importantes, no bastaron para contrapesar la creciente superioridad militar de un Ne Win determinado a aplastar las insurgencias étnicas una por una. Ne Win se vería además ayudado por la tradicional tendencia birmana al faccionalismo y a las pequeñas rencillas. 
Durante los ochenta la KNU tuvo que sufrir la presión constante de la estrategia de “los cuatro cortes” que iba mellando lentamente el territorio bajo su control e iba acompañado de grandes devastaciones. Los karen lograron algunos éxitos defensivos notables, pero en líneas generales territorio que perdían ya no lo recuperaban. A medida que avanzaba la década, la presión se intensificaba. Otras insurgencias étnicas comenzaron a firmar altos el fuego con el gobierno, lo que le permitió concentrar más y más medios contra los irreductibles karen. Para empeorar las cosas, la insurgencia más poderosa de todas, la del Partido Comunista Birmano, colapsó en 1989 liberando miles de soldados para redirigirlos contra las insurgencias étnicas que persistían. 
Es a partir de estos años cuando el pueblo karen sufrió más. Para el régimen de Ne Win todo medio era lícito con tal de exterminar a los insurgentes. No había cortapisas ni consideraciones de derechos humanos para luchar contra una minoría que era considerada casi como inhumana. 
Para comienzos de los 90, la KNU estaba fatalmente debilitada. Militarmente, la balanza se inclinaba cada vez más del lado del gobierno. Políticamente estaba cada vez más aislado. Cada vez eran más las insurgencias étnicas que pactaban con el gobierno. Por otro lado, aplastado el Partido Comunista de Thailandia, la utilidad de la KNU para el gobierno thailandés había desaparecido. Peor todavía, los ejércitos y los servicios de inteligencia thailandeses y birmanos estaban empezando a estrechar lazos. 
El colmo fue que en 1994 unos 500 combatientes de la 7ª brigada de la KNU se escindieron bajo el liderazgo del monje U Thuzana para formar el Ejército Democrático Karen Budista (DKBA). La excusa para la escisión fue la discriminación a la que estaban sometidos los budistas por el liderazgo mayoritariamente cristiano de la KNU. Siempre se ha sospechado que la junta militar estuvo detrás de esta escisión y es muy probable que así fuera, porque la DKBA comenzó inmediatamente a colaborar con el Ejército birmano en ataques contra la KNU y jugó un papel importante en la captura de la base del KNU en Manerplaw en 1995 al mostrar a las fuerzas birmanas dónde estaban los campos minados que protegían la base.
El DKBA afirma que su objetivo es el establecimiento de una región semiautónoma para los karen y la promoción del budismo. En la práctica se ha comportado con bastante oportunismo tratando de aprovechar las oportunidades económicas que le proporcionaba su alianza informal con el gobierno. La búsqueda de reformas políticas en Birmania no parece que sea una de sus prioridades. 
A finales de 1994 la junta militar birmana propuso a la KNU negociaciones para establecer un alto el fuego. Entre 1995 y finales de 1996 tuvieron lugar cuatro rondas negociadoras. Un aspecto interesante en estas negociaciones es que los karen las abordaron desde el punto de vista de que la cuestión karen sólo era uno de los problemas que afligían al país y que su resolución definitiva debería producirse dentro de la transformación política que era necesaria acometer en Birmania. Este planteamiento realista posiblemente se debiera al cansancio de tantos años de guerra y a la constatación de que en el equilibro de fuerzas presente un Estado karen independiente era un sueño inalcanzable. Aunque los karen iniciaron las negociaciones con expectativas moderadas, a medida que avanzaban, sus expectativas fueron reduciéndose a mantener el diálogo vivo simplemente porque mientras hablaran no caerían bombas. Por parte de la junta militar todo se reducía a un trágala y a que los karen aceptasen la subyugación como el resto de las minorías étnicas. 
Apenas hubieron fracasado las negociaciones, el Ejército birmano reanudó la ofensiva contra la KNU y capturó su bastión de Kawmoorah, forzando a la KNU a crear un cuartel general volante, ante su incapacidad de asegurar la defensa de sus posiciones. Para finales de los 90, la KNU había quedado limitada a llevar una guerra de guerrilla en la franja de territorio que aún controlaba precariamente junto a la frontera con Thailandia. 
Lo que resulta sorprendente es que a pesar del acoso militar y de que sus posibilidades de victoria eran nulas, la KNU se cerró en banda a todas las intimaciones que la junta militar le hizo para que aceptase un alto el fuego/rendición incondicional como el resto de las insurgencias étnicas. Sí, ya sé que la paz que ofrecía la junta era más una subyugación que una paz verdadera, pero cuando estás acogotado y en las últimas, hasta la patada en los huevos de la junta militar puede parecer el menor de los males. Pues no, en febrero de 1997 aún tuvieron los bemoles de emitir una declaración pidiendo un alto el fuego a nivel nacional y el inicio de un diálogo político sustantivo, algo que la junta militar no estaba haciendo ni con la mayoría birmana a la que tenía sometida. La respuesta de la junta fue renovar los ataques contra la KNU.