Como hemos dicho al principio y siguiendo los consejos del tópico, las comparaciones son odiosas y desagradables, pero si tanto el Rey Carmesí como Motorpsycho tienen algún rasgo o punto en común es esa habilidad o don natural para crear con su música mundos fantásticos, sensaciones y ambientes a los que recurrir de vez en cuando, con tan sólo darle al play, para volar y escapar de este cada vez más feo y opresivo mundo.
En Du-Dum-Dum ya hemos comentado algunas cosas sobre esta banda y hablado de la grata impresión que nos causaron en su momento discos como "Let Them Eat Cakes" y "Black Hole/Blank Canvas", pero como la afición por Motorpsycho va in crescendo y parece que es ya un no parar, aquí venimos con el penúltimo disco que he comprado de esta gente –y digo penúltimo porque tengo que decir que ya viene otro en camino-…
El disco en cuestión fue publicado en 2.008 por Stickman Records y se titula "Little Lucid Moments".
Los que ya hayan escuchado a Motorpsycho sabrán bien que el intrincado asunto de las etiquetas, categorías y estilos no va con ellos debido a que la personalidad y las ganas que tienen de hacer MÚSICA va por delante de esas barreras. Por tanto, con estos noruegos, eso de crear una lista infinita de términos como Space Rock, Stoner, Vanguardia… se convierte en uno de los mayores aburrimientos del planeta. ¡Si es que ya sólo les falta meter en sus canciones un pasodoble o un chotis para tocar todos los palos habidos y por haber!
Aunque eso sí, para aclarar un tanto la cosa, se puede decir sin lugar a dudas que “Little Lucid Moments” es una continuación de "BH/BC", pero algo más ambiciosa y arriesgada tanto en su concepción como en su puesta en marcha ya que es un álbum compuesto únicamente por 4 piezas de larga duración en el que Hans Magnus Ryan, Bent Saether y Kenneth Kapstad dan un paso adelante más en busca de un sonido en la que la experimentación, los momentos de improvisación que nos retrotraen al Miles de pelo afro y esa perfecta combinación entre potencia metalera y atmósferas progresivas son los elementos principales que emplean con maestría estos tipos para desarrollar su compleja obra.
Como todos los discos están hechos más para ser escuchados que para ser leídos, voy a terminar con una recomendación: Si tenéis unos 12 minutillos libres, es mejor que en lugar de ver la tele -que últimamente no conduce a nada bueno- por lo menos escuchéis el tema más cortito que aparece en “Little Lucid Moments”. Exactamente en estudio son 11 minutos y 26 segundos que despuntan del resto del trabajo por esa sensación de suavidad, calidez, nocturnidad y tensión casi sexual que transmite la música, aunque luego las letras creo que van por otro lado...
Aquí está el vídeo en directo -mejor a pantalla completa ya que la calidad de audio y vídeo acompaña- del soberbio “Year Zero”:
La próxima vez que aparezcan estos tipos por aquí será para hablar del concierto que harán en Madrid dentro de un par de semanas.
¡Hasta entonces!