En muchos textos sobre la productividad personal leo cosas terribles sobre los ladrones de tiempo. Estos ‘ladrones’ son factores externos que disminuyen tu productividad, como por ejemplo las llamadas telefónicas, peticiones de terceros, el e-mail, las redes sociales, las reuniones, internet, la televisión, etc. Según estos textos, los ladrones de tiempo realmente roban el tiempo, el recurso más valioso que tienes.
La creencia en los ladrones de tiempo te convierte en una víctima: aunque realmente querías ser productivo, no lo has conseguido, porque el correo electrónico ha robado tu tiempo. No has podido finalizar el informe, porque las preguntas de tus compañeros han robado tus horas más productivas. Cada día los ladrones de tiempo roban algo de tu tiempo y evitan así que puedas llegar a tu máxima productividad.
¿Realmente es así? ¿Quién está robando tu tiempo? ¿Quién decide qué tiene tu atención? Efectivamente: la única persona que puede robar tu tiempo eres tu, porque solo tú decides a qué quieres dedicar tu tiempo y atención. Los ladrones de tiempo no existen y tu no eres una víctima.
Si no has podido finalizar una tarea a la hora, no es porque te han robado tu tiempo; es porque tu has decidido dedicar tu tiempo y atención a otras cosas.