“La imaginación como un castillo de flores”: así, en alguna parte de este libro, Citati describe el ánimo feroz de Giacomo Leopardi por sentirlo todo siempre. Ése que le ayudó a sobrellevar una deformidad congénita y muchos fastidios, pero sobre todo ése que le permitió inventar el infinito, su creación más moderna y audaz. Lo de Citati no hace parte de la posible y sencilla catalogación: la biografía; en su libro hay una idea y un estilo, no un modus operandi como en tantos que deciden escribir sobre alguien y contar su vida. Citati lo hace, sí, cuenta la vida del poeta Leopardi, sin duda, pero sobre todo la supone, y esto tiene mucha más gracia. Imagina tanto como Leopardi o por lo menos hasta donde es esto posible, y organiza un poco mejor ese caos escrito, ese zibaldone de un hombre lleno de ilusiones y vanidades, que escribió: “Veo el mar, la tierra, el cielo, y me sonrío”.
“La imaginación como un castillo de flores”: así, en alguna parte de este libro, Citati describe el ánimo feroz de Giacomo Leopardi por sentirlo todo siempre. Ése que le ayudó a sobrellevar una deformidad congénita y muchos fastidios, pero sobre todo ése que le permitió inventar el infinito, su creación más moderna y audaz. Lo de Citati no hace parte de la posible y sencilla catalogación: la biografía; en su libro hay una idea y un estilo, no un modus operandi como en tantos que deciden escribir sobre alguien y contar su vida. Citati lo hace, sí, cuenta la vida del poeta Leopardi, sin duda, pero sobre todo la supone, y esto tiene mucha más gracia. Imagina tanto como Leopardi o por lo menos hasta donde es esto posible, y organiza un poco mejor ese caos escrito, ese zibaldone de un hombre lleno de ilusiones y vanidades, que escribió: “Veo el mar, la tierra, el cielo, y me sonrío”.