Por Rafael Gómez
Los políticos, los jueces y los dueños de las corporaciones saben que
hay un límite para el ajuste. Lo que no saben es dónde está. El juego
de las corporaciones, de los políticos y jueces afines, consiste en
aumentar las ganancias y los privilegios hasta llegar a ese límite.
Saben o presienten que si sobrepasan los límites pueden encontrar
desgracias. Hubo revueltas, revoluciones, guerras civiles y hasta
guerras mundiales que lo enseñan. Pero no se detienen, deben maximizar
sus ganancias y privilegios hasta donde puedan (¡Así de rudimentario y
destructivo es el dogma capitalista!). Y la nave va, como diría Federico
Fellini.
Y van todos. Los que juegan, los que padecen, y los que resisten. El
presidente Milei, que ha trabajado y trabaja para las corporaciones, es
de los que juegan, e intuye que encontrará su límite a principios del
invierno -de ahí probablemente surja su anunciado Pacto de Mayo-. No hay
mucho tiempo, pero no es poco. El juego consiste en llegar hasta el
límite acumulando ganancias, tardar lo más que se pueda. Y luego pactar o
dejar el lugar a otros jugadores. Mientras las corporaciones se
enriquecen crece la desigualdad y la pobreza; y el pueblo -que no juega-
padece, resiste, busca una salida. Pero no hay una salida desde el
capitalismo. La concentración de la riqueza excluye su distribución, y
la consecuencia es la pobreza. No hay solución. Entonces la pregunta
estratégica que se hacen los gobiernos neoliberales es: ¿Cómo hacer para
no llegar pronto al límite y acumular más?
El Gobierno de los engaños
Lejos de ser la primera potencia mundial, Argentina en los tiempos de
Roca era una colonia inglesa. Había una economía de extracción,
desigualdad y pobreza. ¡Y la propia familia Roca funcionaba como una
casta política! Era un clan corrupto, denunciado incluso por Domingo F
Sarmiento, que cobraba coimas por favores a la élite agroganadera y a
las empresas inglesas. Pero, además, dejando por un momento de lado la
verdad histórica, ¿no es alucinatorio intentar con decretos y leyes
volver a un supuesto país de 120 años atrás? Para lograrlo también
habría que cambiar las circunstancias. ¿Querrá Milei retrotraer el mundo
120 años atrás?
En realidad, se trata de otro engaño (tal vez alucinatorio), parecido al
de la pureza de la raza aria, que infla los egos nacionalistas,
cohesiona a las masas detrás de un líder y distrae de lo concreto. ¿Pero
qué es lo concreto?
Milei no consigue imponer su ley, pero sí los decretos. A pocos días de asumir en diciembre de 2023, tras mucho difundir odios y miedos durante su campaña y en los primeros discursos presidenciales, consigue instalar el decreto de necesidad y urgencia, DNU 70/23 que llama: “Bases para la reconstrucción de la economía argentina”. Este DNU, tan diverso como la Ley Ómnibus, tiene 366 artículos -más de los que tiene la Constitución actual- e interviene anulando o modificando 300 leyes. Baja los impuestos de las corporaciones, y decreta la desregulación: de precios y márgenes de rentabilidad en el comercio, de intereses y comisiones en los bancos, de los costos de la medicina prepaga, del precio de los medicamentos, y de los alquileres -que podrán pactarse en cualquier moneda y en plazos y condiciones arbitrarias-. Respecto a la flexibilización laboral, el DNU baja la indemnización por despido, los aportes jubilatorios patronales, elimina horas extras, establece un período de prueba de 8 meses en vez de tres, elimina el pago de la doble indemnización para las trabajadoras domésticas, y limita el derecho de huelga en el 60% de las actividades.
Los engaños, la verdad y la lucha
Pero los engaños, aunque se multiplican y difunden insistentemente por
periodistas mentirosos, pagados por las corporaciones, no alcanzan. Y
mucha gente -cada vez más- sale a protestar y socializar en las calles.
El 24 de enero, la CGT, las dos CTA, diversas organizaciones sociales y
los partidos de oposición convocaron a un paro general y una marcha al
Congreso contra el DNU 70/23, que fue multitudinaria y se extendió en
todo el país. Los primeros días de febrero, se trató en la Cámara de
diputados en sesiones extraordinarias el proyecto de la Ley Ómnibus, y
hubo otra convocatoria al Congreso de las organizaciones sociales, los
partidos peronistas y de izquierda en contra del proyecto. La protesta
crecía y los engaños no alcanzaban, entonces intervino la fuerza: la
policía de la ciudad, la policía federal, la gendarmería, la prefectura.
Hubo en tres días 285 heridos por golpes, balas de goma y gases
tóxicos, y 23 personas detenidas. El gobierno de Milei acabó retirando
el proyecto de la Ley Ómnibus del Congreso.
El 1º de marzo, el presidente Milei debía -como es lo usual- abrir las
sesiones ordinarias en el Congreso. Y se dispuso para la ocasión de tres
anillos de seguridad y 7.000 efectivos -no es lo usual-, motorizados
algunos y todos rigurosamente armados para impedir a los manifestantes
ocupar las calles e impedir el tránsito vehicular. Un absurdo protocolo
represivo ideado por Patricia Bullrich. El 8 de marzo fue El Día
Internacional de la Mujer y una enorme ola verde y violeta cubrió las
calles de la Ciudad reivindicando los derechos amenazados por el DNU, y
no hubo protocolo ni fuerzas policiales que la detuvieran. El 14 de
marzo, tras una larga sesión y manifestaciones de las Asambleas
barriales, los partidos políticos y otras organizaciones sociales
alrededor del Congreso, la Cámara de senadores rechazó el DNU 70/23, que
será derogado cuando también lo rechace la Cámara de diputados. El 18
de marzo hubo más de 500 cortes de calles y movilizaciones en todo el
país en reclamo de alimentos para los comedores comunitarios (debido a
una reducción del gasto social contenida en el DNU). Y volvió la
represión en varios de los cortes, con perros, bastones, motos, gases,
balas de goma y heridos.
Conclusión
El 24 de marzo, la marcha por la Memoria, la Verdad y la Justicia -que recuerda el inicio de la dictadura de Videla en el 76’, el inicio del neoliberalismo, y a los 30.000 desaparecidos- fue gigantesca y cubrió el Centro de la Ciudad como pocas veces se ha visto. La explicación es que la marcha, a la que se unieron espontáneamente muchísimos independientes, materializó el repudio al Gobierno, por el DNU de Milei, autócrata y neoliberal, al protocolo de la represión de Bullrich, y a la vicepresidenta Victoria Villarruel, por su defensa y asociación con Videla y los represores asesinos del 76’.
Próximamente y en este marco llegará el tratamiento del DNU 70/23 en la Cámara de diputados y su posible derogación. Si esto ocurre acabará la acumulación rápida de las corporaciones. Se moverán los límites del sistema. ¿Seguirá el juego?Rafael Gómez