Los machos del diamante mandarín son tan guapos como las hembras los consideren

Publicado el 05 enero 2011 por Guillermina

Brad Pitt lo sabe bien: el atractivo es importante y, aunque él tal vez no lo sepa del todo bien, el atractivo físico tiene implicaciones importantes en el éxito reproductivo de humanos y otros animales. Pero el atractivo físico no es una característica fija y depende de varios factores como la proporción de sexos (es decir, que tantos machos hay en relación con la cantidad de hembras) el riesgo de depredación y el ambiente social en el cual el atractivo es evaluado.
Poco se sabe todavía respecto a la forma en la que varias especies de animales obtienen información respecto a su propio atractivo. El saber que tan atractivo se es en la arena de la competencia sexual es importante porque puede determinar los beneficios que se obtengan de dicho atractivo e influir en consecuencia en el éxito reproductivo de los individuos.
Se ha visto que en el diamante mandarín (Taeniopygia guttata) las hembras modifican su preferencia dependiendo de experiencias previas y que los machos ajustan sus despliegues de cortejo dependiendo de la respuesta de las hembras. Lo que no es claro todavía es si los machos de este colorido pajarito ajustan su conducta dependiendo de la retroalimentación que reciben de las hembras respecto a su atractivo.
Nick J Royle y Thomas W Pike de la Universidad de Exeter en el Reino Unido se dieron a la tarea de resolver esta incógnita en un estudio experimental que publicaron recientemente en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology.
El diamante mandarín (Taeniopygia guttata) es un bullicioso, gregario y simpático pajarito del orden de los paseriformes que ha sido estudiado con amplitud por numerosos ecólogos conductuales. Dado que son muy adaptables y parece ser muy fácil criarlos en cautiverio estos pajaritos son ideales para los estudios experimentales.

Macho de diamante mandarín. Fotografía de Peripitus tomada de Wikimedia Commons.

Una ventaja en el estudio de Nick y Thomas es que ya hace varios años se observó que el atractivo de los machos del diamante mandarín puede ser manipulado experimentalmente con anillos de colores en sus patas debido a una consecuencia incidental del marcaje de estas aves.
Los ornitólogos y otros estudiosos de las aves acostumbran identificar individualmente a las aves bajo estudio con pequeños anillos de colores en sus patas. Sin embargo, un estudio demostró que en el diamante mandarín los anillos rojos hacen a estos pajaritos más atractivos mientras que los anillos verdes los hacen menos guapos a los ojos de las hembras.
Nick y Thomas aprovecharon este hallazgo para manipular la guapura de los machos de su estudio y así probar si la atención proporcionada por los machos depende de lo atractivos que estos sean para las hembras.
Para lograr lo anterior primero utilizaron hembras y machos criados en cautiverio y jaulas experimentales en las que una hembra podía elegir entre dos machos sin que estos pudieran verse entre sí. Los dos machos -cada uno a cada lado de la hembra- y la hembra estaban en compartimentos separados; pero la hembra podía acercarse a cada uno de ellos y percharse cerca de cada uno. Los machos también tenía en su compartimento una percha cercana al compartimento de la hembra, por lo que para mostrarse interesados podían acercarse a la hembra perchándose a su lado. A los machos se les asignó al azar ya sea un anillo rojo o uno verde.
Una vez que el trío estuvo en la jaula experimental, registraron la conducta de la hembra durante 10 minutos y se consideró que una hembra había elegido a un macho cuando había pasado más tiempo en la percha cercana a éste. Se ha visto que el tiempo en proximidad es un buen indicador de preferencia en la elección de pareja en este tipo de vivarachos pajaritos. Después, fueron seleccionadas para el experimento final aquellas hembras que habían preferido a los machos con anillos rojos, pero los machos del experimento final eran diferentes de aquellos del experimento inicial.

Para el experimento final utilizaron el mismo tipo de jaula pero como separación entre compartimentos había una pantalla con un recubrimiento que permitía ver en una o ambas direcciones. Cada macho utilizó tanto el anillo rojo como el verde y los machos de cada trío experimental fueron siempre los mismos. Al igual que en el experimento inicial se registró la conducta de la hembra y su preferencia durante 10 minutos en cada caso, y también se registro si el macho se acercaba al compartimento de la hembra.

Las 4 condiciones experimentales en las que participó cada macho fueron las siguientes: 1) El macho con anillo verde podía ver a la hembra pero ésta no podía verlo, 2) El macho con anillo rojo podía ver a la hembra pero ésta no podía verlo, 3) El macho con anillo verde podía ver a la hembra y ésta también podía verlo y 4) El macho con anillo rojo podía ver a la hembra y ésta también podía verlo.
En general, los machos pasaron más tiempo cerca de las hembras cuando éstas podían ver al macho y, sobre todo, cuando estaban usando el anillo rojo. Pero no hubo diferencia en el tiempo que pasaron cerca de la hembra cuando ésta no podía verlo. El tiempo que las hembras pasaron cerca del macho fue proporcional al tiempo que los machos pasaron cerca de las hembras. Es decir, mientras mas atención proporcionaban los machos a las hembras ellas respondían acercándose más a ellos.
El sencillo y elegante estudio de Nick y Thomas sugiere que los machos del diamante mandarín que fueron experimentalmente manipulados para ser más sexys proporcionaban más atención a las hembras, independientemente de otra característica o atributo.
Un punto fuerte del estudio es que dado que cada macho utilizó tanto el anillo rojo como el verde en diferentes ocasiones esto permitió tener control de las diferencias individuales entre machos y permitió a los autores confirmar que efectivamente las hembras estaban respondiendo al (manipulado) atractivo de los machos.
Este estudio es consistente con otros estudios que sugieren que los individuos de ambos sexos pueden modificar su conducta dependiendo de la retroalimentación que reciban de otros miembros del grupo. Es notorio que la información que los machos obtienen y utilizan respecto a su atractivo es independiente de su calidad intrínseca. En otras palabras, en estos pájaros el atractivo es también una construcción social, determinada en parte por la retroalimentación que recibieron de las hembras.
Falta por saber si la información que los machos obtienen acerca de la evaluación social de sus dotes físicas es de alguna manera almacenada y utilizada posteriormente en sus interacciones con otros machos y hembras de la misma especie. Por ejemplo, podría ser que estos pajaritos modificaran otras conductas como el cortejo, la fidelidad e incluso el cuidado parental en función de su atractivo.
Es de llamar la atención que en otro estudio reciente, en el que también se manipuló el atractivo de los machos del diamante mandarín, se encontró que a lo largo del tiempo el color de los anillos en sus patas afectaba la masa corporal, la condición física y los despliegues de cortejo de los machos. Es decir, también en dicho estudio los machos obtuvieron información respecto a su atractivo a partir de las evaluaciones de otras aves y modificaron sus conductas en consecuencia. Aunque a diferencia del estudio de Nick y Thomas en ese estudio fueron las interacciones entre machos (y no entre machos y hembras) las que se evaluaron.
En consecuencia, no sería descabellado pensar que así como los machos modifican sus conductas a largo plazo como consecuencia de sus interacciones con otros machos, también la información obtenida a partir de sus interacciones con hembras podría determinar sus decisiones y afectar su desempeño futuro.
Lo que sucede en estas aves es lo que sucedería si de pronto Brad Pitt tuviera que usar –por ejemplo- pantalones negros y eso lo hiciera terriblemente poco atractivo para sus fans y el, en consecuencia, dejara de hacer películas de galán o hiciera muchas menos. Es decir, Brad Pitt no sería intrínsecamente menos atractivo ni su calidad habría disminuido de forma real, digamos; simplemente su conducta se vería modificada por la percepción de su atractivo que habría adquirido a partir de la opinión de sus fans. Terrible situación que esta sería para Brad.

El estudio de Nick y Thomas resalta, entre otras cosas, la importancia que la retroalimentación social tiene en la conducta reproductiva de algunas especies, en este caso de los machos del diamante mandarín.

Hembra y macho de diamante mandarín. Fotografía de Lip Kee Yap tomada de Wikimedia Commons