A comienzos del siglo XVIII fueron ocupando numerosas tejeras del norte de España unos grupos de asturianos que se convirtieron en verdaderos expertos en hacer teja y ladrillo de forma artesanal. La gran mayoría procedían de los concejos de Llanes y Cangas de Onís. En su tierra eran conocidos con el nombre de tamargos y su presencia se hizo especialmente notoria en León, Valladolid, Zamora, Palencia, Burgos, Cantabria, País Vasco y Navarra.
Los alrededores estaban sembrados de tejeras con destacada presencia de asturianos. Las Ventas y el pueblo de Navatejera, entonces separados de la ciudad, se fueron acercando a ella por el nacimiento de varias tejeras.
La contratación de los tejeros asturianos se realizaba por la fiesta de la Candelaria (2 de febrero) y el trato se formalizaba bien en la plaza del pueblo o bien en las casas particulares. La mayoría de las cuadrillas eran ya conocidas por los contratantes y, si ambas partes habían quedado satisfechas de la temporada anterior, el acuerdo se cerraba sin dificultad. Solía abarcar los meses comprendidos entre abril y finales de octubre: el tiempo en que la lluvia o las nieves no les impedían realizar su labor. Formaban el grupo hombres de la misma familia, parientes o amigos cercanos, con los que se pudiera trabajar a gusto sin problemas de convivencia. En ocasiones, chicos menores de edad se enrolaban en la cuadrilla, anque perdieran días de escuela. Algunos padres, cuando eran los jefes del grupo, llevaban a sus hijos jóvenes para que aprendieran el oficio. A estos grupos de tamargos temporeros, si recorrían diferentes tejeras a lo largo de su vida laboral, se les denominaba "carrilanos".
Número 7, Colección de historia de la montaña palentina
Miguel Nieto Rodríguez
Aruz ediciones, 2013