Revista Cultura y Ocio

‘Los malos consejos’ de Pablo Vázquez nos invitan a recuperar la senda de lo irreverente y políticamente incorrecto

Publicado el 11 abril 2020 por Delecturaobligada @DelecturaOblig

Además de obras literarias, también ha firmado los guiones de películas como  Summertime (2012), Faraday, Amor Tóxico (2016), Los jardines prohibidos (2018) y Desmadre en la noche de la quietud(2013). No te esfuerces, si no estás puesto en la contracultura audiovisual no las conocerás, pero esta entrevista te puede servir de calentamiento antes de un maratón de cine.

‘Los malos consejos’ de Pablo Vázquez nos invitan a recuperar la senda de lo irreverente y políticamente incorrecto
Antes de empezar a hablar del libro, para que nuestros lectores tengan más información, ¿nos puede explicar de qué tratan las historias recogidas en este libro de relatos?
Pues son relatos viscerales, muy adolescentes, también muy relacionados con una cultura cinematográfica, literaria y pop. Planteé el libro como un proceso de descubrimiento, aquel que nace en la adolescencia y que tiene mucho que ver con la fascinación por lo prohibido y la pérdida de la inocencia. Podríamos decir que son relatos escritos por un niño, pero un niño que despierta a una vida icónica, figurada, representada por una serie de ideas y sensaciones que prometen un mundo maravilloso que en el fondo no tiene nada que ver con la realidad. A partir de ahí, hay de todo: horror, estupor, sorpresa, sexo, amor, humor, drama. Luego la realidad se encargará de enterrar todo ese empuje y descubrir la mentira, domesticar ese gusto por la idealización del mal, el vicio y la degeneración como escape de la rutina , pero eso ya sería otra historia. En el libro prefiero quedarme con la idea de la construcción de ese mundo fantástico.

Ahora sí, hablemos del proceso creativo. ¿Cómo nace Los malos consejos?
Pues nace de mi experiencia personal, de mi pasión por el cine de bajo presupuesto, los libros malditos y la cultura popular. En ese sentido el libro tiene mucho de ensayo y cada relato abraza un género concreto de aquellos que tuvieron importancia para mí; más que géneros son conjuntos de cosas, de emociones despertadas por la fascinación por las imágenes. La imagen como droga y combustible, también. Pretendía que fuera un libro agresivo, muy personal y llamativo, pero a la vez tierno e incluso algo ingenuo, capturar la esencia de cómo se ve la vida con 16/17 años y un montón de puertas prohibidas se abren a tu alrededor. El libro se sumerge de lleno en cada una de estas tentaciones, con los ojos vendados, y en ese punto tiene mucho de sadeano también. Sólo que mi Sade particular va al instituto y le encanta El club de los cinco, y si yo tuviera veinte en lugar de cuarenta años, supongo que no se perdería un capítulo de Élite.

Los expertos en publicidad dicen que las buenas ventas empiezan con los mensajes positivos. Usted no respeta esta norma en el título. ¿Por qué Los malos consejos? ¿Barajó otras opciones?
Hay una literatura centrada en el mal, en lo prohibido, en la tentación, que siempre me ha resultado muy atractiva. Los malos consejos es justo lo contrario a un libro de autoayuda: te dice el camino que no debes recorrer, aquellas cosas que no agradarán a tus padres, las películas que ves a escondidas y a medianoche, las revistas que compras en secreto. Pero el mal también es una fuente inagotable de pasión y energía. La mayoría de las cosas más importantes que hacemos, las hacemos atraídos por fuerzas perversas y oscuras, incluso a sabiendas de que pueden destruirnos. El empoderamiento y la reafirmación de la vida no me interesan literariamente. En cambio la autodestrucción es un proceso mucho más complejo. No me gustan los libros que me den la razón y que confirmen mis ideas, que me cuenten lo que ya sé, sino aquellos que me colocan en posiciones incómodas que me hagan plantear mis convicciones más profundas y arraigadas. Sé que la incorrección política, la controversia y la polémica son a veces armas de doble filo, pero no he querido buscar la provocación gratuita. Los malos consejos es ante todo un libro profundamente sincero, porque si no hay honestidad de fondo, la provocación se queda en una gamberrada divertida y poco más.

Como hemos dicho, estamos hablando de un libro de relatos. ¿Hay algún tipo de hilo conductor entre los ocho o son historias completamente independientes?

‘Los malos consejos’ de Pablo Vázquez nos invitan a recuperar la senda de lo irreverente y políticamente incorrecto
Mi anterior novela, Buena suerte Belafonte, escrita con Ricardo López Toledo, era una especie de guasa sobre el género noir y la novela de detectives. Y Las chicas terribles, probablemente mi libro más conocido, se centraba en la figura de la mujer, en el inalcanzable misterio de la femenino. Se ha dicho que Los malos consejos es pura incorrección política, pero cuando empecé a escribirlo vivíamos otros tiempos y mi intención nunca fue la de provocar. En este momento, en cambio, todo lo que no tenga una perspectiva moral o política ya se considera reaccionario.
Reivindico una incorrección política gamberra, adolescente, amoral, descarnada, lúbrica, disfrutona, hedonista, saludable y genuinamente libre y divertida. Si se lee sin prejuicios el libro rebosa ternura y humor, y nos invita de nuevo a ser libres y a dejarnos llevar por las voces que nos invitan a seguir los caminos más desaconsejables, sólo por la misma experiencia de recorrerlos, por pura curiosidad vital.

Muchos lectores suelen optar por autores que ya conocen porque saben que su estilo de escritura es el que les gusta. Para ese tipo de lector, ¿qué rasgos destacaría de su estilo literario?
El libro es un homenaje. Un homenaje a la fascinación por el lado oscuro, por el reverso perverso de la cotidianidad y también a un imaginario compartido de aquellos que fuimos adolescentes durante los años ochenta y noventa. Se ha dicho de él que es un libro generacional, pero cuando lo escribí no era consciente de eso. Simplemente quería ponerme en la piel de personajes que me fascinaban por entonces: delincuentes juveniles, chicas marcadas por su mala estrella, asesinos en serie y desarraigados del sistema. Tiene mucho, por tanto, de experimento y de placer nada culpable, de juego, por eso el sentido del humor era imprescindible como bálsamo y acicate: quería llegar a la desmitificación a través de mi admiración por mitos y estereotipos y para ello tenía que mezclar continuamente mentiras y verdades, realidad y fantasía, pero quedándome siempre con la parte legendaria, porque es mucho más atractiva y hermosa.

A la hora de crear un estilo propio son muy importante los referentes que se han tenido. ¿Qué nos puede contar de los suyos? ¿Es posible identificar estos referentes en algunos elementos de la obra?
El libro es una fiesta de referentes y una invitación para descubrirlos y compartirlos. Prefiero que el lector vaya destapándolos a medida que se adentra en sus páginas, porque ese es uno de los objetivos de Los malos consejos. A nivel personal consumo de todo, tanto baja como alta cultura.
Me gusta el cine francés y el norteamericano y siempre he tenido una filia personal con la comedia juvenil de la década de los ochenta.

Teniendo en cuenta todo lo que nos has dicho hasta ahora, ¿se imagina a algún tipo de lector en concreto disfrutando con su obra? ¿Es apto para todas las edades?
Es un libro malsano y retorcido, juguetón y corrosivo, a veces con un punto nihilista, a ratos autoconsciente y moral, no apto para todas las sensibilidades, que es algo que va más allá de una clasificación por edades.
Hay que afrontarlo sin prejuicios, con complicidad y mente abierta. Si alguien está predispuesto a ofenderse o a irritarse, será complacido, pero tampoco creo que haya descubierto nada. El libro aspira a una afinidad y a una sensibilidad común, y para eso hay que lanzarse y darle una oportunidad. De hecho, gusta o disgusta a todo tipo de persona, hombres y mujeres, jóvenes o adultos, y sí he tenido la oportunidad de comprobar que o se ama o se odia. Pero de eso ya estoy acostumbrándome, suele pasarme con todo lo que hago, para bien y para mal. Con cada frase que escribo me van saliendo tantos afines como enemigos. A veces me gustaría ser más complaciente, pero me sale así y lo dejo estar. Por si acaso, a todos los miembros de mi familia ya les he pedido disculpas de antemano por el contenido del libro.

Me gustaría hablar también del diseño de la portada, otro elemento que suele ser decisivo para algunos lectores a la hora de elegir si compran un libro o no. Si formó parte de él¿nos puede explicar el proceso de diseño?
De la portada se encargó la editorial, Libros Indie, y no puedo estar más satisfecho con el resultado. Yo sólo me limité a enviarles algunas propuestas de distintas carátulas de películas de serie B y portadas de revistas pulp. Creo que el resultado superó con mucho mis expectativas.

Su libro también cuenta con el prólogo de la poeta Ana Elena Pena. ¿Cómo surgió esta colaboración?
Estaba retirado en Tenerife, afectado de unas dolencias psicosomáticas y víctima de diversas ansiedades, cuando descubrí la poesía de Ana Elena Pena, que reactivó mis ganas de incorporarme y sacar proyectos adelante.
Sé que suena a poesía barata, pero fue exactamente así. Tampoco fue un proceso autoconsciente ni buscado. Pronto nos conocimos a través de las redes sociales y descubrimos que no sólo teníamos muchos amigos en común, sino que compartíamos una misma (sub)cultura, una sensibilidad parecida, y diversas afinidades electivas. Por eso pensé en ella para prologar el libro, sabía que conectaría con él y que sabría comprenderme.
En las páginas y en la persona de Ana Elena hay una mezcla de disidencia y sensibilidad, de melancolía y gamberrismo, que intuí que conectaría muy bien con el espíritu del libro. Y no me equivocaba; para mí es un lujo haber contado con ella. Es la maestra de ceremonias perfecta para este festival de estímulos, desbarres y disonancias que es Los malos consejos, y una de mis personas favoritas a nivel mundial.

‘Los malos consejos’ de Pablo Vázquez nos invitan a recuperar la senda de lo irreverente y políticamente incorrecto
Para acabar, nos gustaría que recomendara algún libro para estos días de
confinamiento.
Entre mis últimas lecturas, algunas muy cercanas en el tiempo, destacaría novelas como Las palmeras de Jimina Sabadú, Baricentro de Hernán Migoya, Mujeres y negros de Enrique Rubio, El aliado de Iván Repila, En Düsseldorf no hay ni puede haber leones de Ignacio Abad, La cabalgata de Iván Reguera, Tres cadáveres para Arancha de Álvaro Panadero, Adopta un monstruo de Manu Riquelme… Y varios ensayos: Macarras interseculares de Iñaki Domínguez, Cambiar de idea de Aixa de la Cruz y Folk Horror: lo ancestral en el cine fantástico de Jesús Palacios. Y un lugar común para estos días extraños: recuperar o descubrir La peste de Albert Camus.


Volver a la Portada de Logo Paperblog