Realizado entre 1593 y 1594, es un óleo de 66 X 53 cm, que podemos admirar en la Galería Borghese de Roma.
Baco, el dios mitológico del vino, era un tema popular entre los pintores, aunque ninguno lo retrató con el realismo de Caravaggio. Este cuadro, pintado a la llegada del pintor a Roma, es en realidad un autorretrato. En él no se hace ningún favor a la hora de retratarse. Aquí demuestra su afán por el realismo, aunque los resultados puedan ser desagradables.
El Baco de Caravaggio tiene la piel pálida y grisácea, y pocos pensarían que es atractivo. Sin embargo, y como era típico del pintor barroco, no le interesaban los retratos idealizados. La pintura al óleo, hecha para uno de sus primeros mecenas, fue una especie de tarjeta de presentación que mostraba su habilidad para crear bodegones, así como para retratar sujetos clásicos en poses complejas.
Por Ramón Martín