Según un curioso estudio realizado por cuatro universidades españolas, las personas con menores recursos están más dispuestas a realizar aportaciones mayores en la lucha colectiva contra el calentamiento global.
Un experimento de ciencia ciudadana
La investigación se basa en un experimento de ciencia ciudadana, en la que participaron un total de 320 personas, divididas en 54 grupos formados cada uno de ellos por 6 individuos. El estudio, que ha sido publicado en la revista “Plos One”, se enfocaba a poner de manifiesto cómo pueden contribuir las personas a la lucha contra el cambio climático, según el nivel adquisitivo.
Para realizar estas averiguaciones, los investigadores proporcionaban a cada uno de los participantes una determinada cantidad de dinero. La “riqueza” de los miembros resultaba desigual, ya que mientras la mitad de los componentes de cada grupo recibía 40 por cabeza, la otra mitad recibía de forma desigual, 20 o 60 euros.
El esfuerzo personal para alcanzar un objetivo climático común
A partir de esas premisas, se planteaba un objetivo común, como era la plantación de una serie de árboles. Para alcanzarlo, a cada grupo se le instaba a alcanzar un bote común de 120 euros. Para alcanzar esa cantidad, cada miembro del grupo efectuaba una serie de aportaciones. La elección dependía mucho de las expectativas de cada uno, ya que las cantidades que no se aportaran al bote quedaban en propiedad de cada participante, en forma de vales de compra.
Las conclusiones demostraron que, aunque los 54 grupos alcanzaron esa cantidad de 120 euros propuesta, las aportaciones de los miembros del grupo habían tenido una distribución muy diferente. El dato más reseñable es que aquellos participantes a los que se había dotado de menos recursos había contribuido de forma significativamente mayor a ese bien público que se planteaba que los más ricos.
Los resultados son importantes, ya que constituyen un nuevo enfoque para las políticas futuras relacionadas con la lucha contra el cambio climático. La conclusión más importante a tal efecto es que la educación en la equidad puede resultar un factor más determinante que la mera comprensión de las consecuencias de los cambios climáticos sobre todo el colectivo.