Los mejores y los más brillantes (3)

Por Tiburciosamsa

A finales de 1961 EEUU decidió aumentar sustancialmente su ayuda a Diem. Acambio Diem decidió fumarse un puro con las peticiones norteamericanas de queintrodujese reformas políticas. A los halcones norteamericanos no les importómucho, porque su prioridad era combatir el comunismo, no mejorar la vida de loscampesinos vietnamitas, y creían que la solución al problema vietnamita erapuramente militar. 
La tarea de los halcones se vio facilitada porque pronto lo principal de lainformación sobre Vietnam que le llegaba a la Administración Kennedy estuvoescrita por hombres que compartían el optimismo y el punto de vista de loshalcones y que sólo querían ver el lado bueno (más bien escaso) de Diem. Unoera el Embajador Nolting. El otro el General Harkins, jefe del Mando MilitarAsesor en Vietnam (Military Advisory Command, Vietnam-MACV). A Harkins le habíapuesto en ese puesto el General Taylor porque era un mediocre, porque era uncobista y porque no sabía nada de Asia. No existía el peligro de que tuviese opinionespropias o formulase ideas novedosas.
Las noticias que empezaron a llegar a Washington fueron, como era deesperar, que la guerra se estaba ganando. Lo que sucedió en realidad era que sehabía creado una realidad paralela: la guerra se estaba ganando en lostelegramas de la Embajada y del MACV, pero sobre el terreno el Ejércitosurvietnamita seguía igual de reticente a combatir. Los oficialesnorteamericanos que estaban sobre el terreno y que intentaron dar la voz dealarma y contar lo que estaba sucediendo realmente, fueron puestos en la picotay vieron sus carreras truncadas. A Washington sólo se le podían dar buenasnoticias. 
A medida que 1962 avanzaba, el Presidente Kennedy empezó a sentirse cadavez más incómodo. Los militares no paraban de aumentar sus peticiones: que sinapalm, que si zonas francas de fuego sobre las que descargar las bombas noutilizadas, que si el uso de defoliantes… Kennedy descubrió que, una vez quehabía aceptado una cierta militarización de la situación tras el informeTaylor-Rostow, resultaba cada vez más difícil resistirse a las peticiones delos militares. Por otra parte, Kennedy empezó a ver con recelo los informes querecibía desde Saigon, siempre hablando de la guerra y de temas militares, perosin ninguna preocupación por la suerte del pueblo vietnamita. Algo que estabasucediendo es que la voz cantante sobre Vietnam la estaban llevando cada vezmás el Secretario de Defensa, McNamara, y el MACV. El Departamento de Estado,que hubiera debido aportar un punto de vista político, estaba ausente a causade la personalidad de su Secretario, Dean Rusk, un hombre pasivo ycomplaciente, enemigo de los conflictos. La Embajada en Saigon tampoco cumplíasu papel, con un Nolting completamente entregado a los deseos de los militares.
Para mediados de 1963, Kennedy había cambiado. Se sentía más seguro de símismo. Ya no tenía que demostrar que era un hombre duro. Ahora se sentía librepara reducir el diapasón de la Guerra Fría, para adoptar un nuevo acercamientohacia la URSS y el comunismo. En este contexto, Vietnam se había convertido enuna irritación cada vez más molesta. 
En el verano de ese año se produjo un duro enfrentamiento entre Diem y losbudistas. Las escenas de monjes budistas inmolándose y de pagodas asaltadas porel sicarios del régimen (o a veces simplemente soldados disfrazados) hicieroncada vez más complicada la tarea de los defensores de Diem dentro de laAdministración norteamericana. Fue en este momento en el que llegó un nuevoEmbajador norteamericano a Saigon, Henry Cabot Lodge, que enseguida vio alrégimen de Diem como lo que era: un desastre sin paliativos. Los halcones de la Administración norteamericana, los que pensaban que lasolución era básicamente militar y que cuanta más fuerza se aplicase, mejor,defendían a Diem. Las palomas, quienes preferían una solución política y teníandudas sobre todo el asunto, querían desligarse de Diem. Ante la división depareceres en la Administración, Kennedy envió una misión sobre el terreno paraque elaborase un informe. Los militares consiguieron que uno de sus miembrosfuera el General Krulak, un duro entre los duros. Las palomas lograron que elotro fuese Joseph A. Mendenhall, un funcionario con experiencia vietnamita, quedetestaba a Diem. 
A mediados de septiembre ambos presentaron su informe ante el Consejo deSeguridad Nacional. Krulak, que había redactado la parte militar, básicamentehabía transcrito todo lo que le había contado Harkins en Saigon. Según Krulak,lo importante era la situación militar y ahí todo iba sobre ruedas, conforme alos planes establecidos. La poca oposición interna que había estaba dirigidacontra Ngo Dinh Nhu y los suyos, no contra Diem, que seguía siendo ungobernante modélico. Mendenhall no podía contradecir la parte militar delinforme, así que se limitó a describir lo que había visto: la moral de los civilesal borde del colapso, una atmósfera de odio y miedo, el rechazo al régimen deDiem como lo único que aglutinaba a todos los survietnamitas. Cuando hubieronterminado, Kennedy les preguntó con sorna: “Habéis visitado el mismo país,¿verdad?”
Cuando uno se encuentra con un informe que no le gusta, lo mejor que puedehacer es encargar otro informe. El 23 de septiembre el Secretario de DefensaMcNamara y el General Taylor salieron rumbo a Saigon. Allí Taylor vio lo quequería ver: que la guerra iba muy bien. En cambio, McNamara empezó a sospecharque los militares no le estaban contando las cosas como eran. Las conclusionesa las que llegaron en su informe fueron: 1) La seguridad de Vietnam del Sur esclave para la seguridad de EEUU (un argumento similar al que se defenderácuarenta años más tarde con respecto a Afghanistán); 2) Debe convencerse alPresidente Diem de que abandone la represión, porque afecta al esfuerzo bélico(es decir, que si no afectase al esfuerzo bélico, la dejaríamos pasar); 3)Utilizar la ayuda como moneda de cambio con Diem, reduciéndola, para forzarle aintroducir reformas; 4) Entablar contactos para buscar un “liderazgoalternativo”. Lo genial del informe es que en él la Administraciónnorteamericana se engaña y contradice a sí misma. La guerra se está ganando ysin embargo hay que buscar un liderazgo alternativo.
Por esas fechas, un grupo de generales survietnamitas contactó al EmbajadorLodge para informarle de que se disponían a derribar a Diem y saber sicontarían con el beneplácito de EEUU. Lodge les hizo saber que tenían luzverde, siempre que el golpe no afectase al esfuerzo bélico. Una prueba de lodividida que estaba la Administración norteamericana es que Lodge ocultó estainformación a Harkins. 
La versión que cuenta Halberstam sobre el golpe contra Diem me recuerda ala versión oficial sobre el golpe contra Norodom Sihanuk de Camboya en 1969. Enambos casos se afirma que EEUU tuvo información previa sobre lo que sepreparaba, dio su beneplácito y se limitó a ver los toros desde la barrera.Creo que merece la pena considerar la versión alternativa, que no exploraHalberstam, y es que EEUU hubiera fomentado activamente el golpe. 
El 1 de noviembre tuvo lugar el golpe, en el que Diem y su hermano Nhufueron asesinados. Las palomas saludaron el asesinato con entusiasmo. Loshalcones lo vieron en el mejor de los casos como un movimiento inevitable, enel peor como un craso error. Hay quienes todavía hoy afirman que elderrocamiento del duro Diem fue el mejor regalo que se les pudo hacer a loscomunistas. Eso es fácil de decir ahora que sabemos que los gobiernos que lesiguieron fueron corruptos, inestables e ineficaces. En noviembre de 1963parecía una idea excelente.