Acaba de cumplir tres años y hará unos dos o tres meses que la hora de dormir empezó a sacarnos de quicio. Ya no era meterlo en la camita, darle un besito y desearle buenas noches. Teníamos que subir una y otra vez porque nos reclamaba ya fuera con la excusa de “tengo pipi”, “ponedme el muñequito en la cabeza”, “tengo sed” o simplemente llorando sin más. ¿Qué le pasaba?
Empezamos a observarle y nos dimos cuenta que lo que sucedía era que tenía miedo. Cada día nos pedía que echáramos de su habitación a alguno de sus muñequitos y peluches. Le preguntábamos el por qué y simplemente nos respondía que “ninus fuera”. Supongo que para entonces aun no conocía la palabra miedo y su significado y no sabía como expresar en palabras que tenía miedo. Era sacarle el peluche que nos pedía de la habitación y dormirse enseguida. Pero más tarde además de pedirnos sacar algunos peluches apareció el “Dolent” (o sea, el Malo). Decía que en la habitación y por la casa, había un Dolent. Llegó a creer que también se escondía en su armario y teníamos que cerrar su puerta (típico, ¿verdad? ¿quién no ha creído alguna vez que del armario salen monstruos o que debajo de la cama hay unas manos que quieren cogerte?). Por activa y por pasiva y con mucha paciencia hablábamos con él explicándole que el Dolent no existía, que era fruto de su imaginación, que lo soñaba…pero nada, no funcionaba. Al final acabábamos desesperados y amenazando de malas maneras al Peque para que se durmiera de una vez por todas. Y sí, se dormía, pero después de mucho rato, muchos lloros y de tener que dar decenas de paseos hacía su habitación para intentar consolarle o exigirle que se durmiera de una vez. Algunos días incluso nos poníamos a dormir a su lado hasta que se dormía, pero era notar que nos íbamos y empezar nuevamente el espectáculo.
El Avi
Al ver que nuestros intentos por hacerle ver que el Dolent no existía eran infructuosos empezamos la nueva táctica, admitir también que el Dolent existe y buscar maneras para que no le tuvera miedo. Le explicábamos que no tenía que tenerle miedo, que tenía que ser valiente. Pero no funcionaba. Buscamos un objeto para usarlo como “quitamiedos”. Era una marioneta que le llamamos “el avi” (el abuelo) porque se parece a uno de sus abuelos. Le dijimos que el Avi era mágico y cuando entrara un Dolent en casa lo hecharía fuera. Para nuestra sorpresa, ¡funcionó! pero por sólo unos días. Al cabo de un tiempo, aun durmiendo con el Avi volvía a costarle dormir.
Después de casi dos meses así, ¿cuál fue la solución definitiva? Pues…la típica: dejarle una luz encendida. Un día que estaba muy cansada y necesitaba dormir sucumbí a dejar encendida la luz del pasillo y en toda la noche el Peque ni se immutó. Así de fácil. El Papi no estaba muy de acuerdo porque además de admitir que existe el Dolent también se acostumbraría a dormir siempre con luz. Pero él mismo también se dio cuenta de una cosa, que los miedos no se apaciguan simplemente con palabras. ¿quién de nosotros no ha tenido algun miedo de pequeño? y recordais que por el hecho que vuestros padres os dijeran que no existía ese miedo desapareciera? ¿a qué no? y verdaderamente lo pasas fatal cuando tienes miedo. Yo de pequeña decía que en el pasillo estaba el hombre del paraguas. Pasé una época de muchos miedo y recuerdo lo mal que lo pasaba, es uno de los poquísimos recuerdos que tengo de cuando era tan pequeñita así que se decir que esa experiencia me quedó marcada como un pequeño “trauma”. Más tarde descubrí que el hombre del paraguas eran los ronquidos de mi padre. Recordé también que los miedos sólo duraron durante una época de mi niñez y que después desaparecieron sin más. Así que al final decidimos no hacer sufrir más a nuestro peque y dejarle dormir con la luz. Le hemos comprado una de esas luces pequeñitas de bajo consumo que se enciende y apaga automáticamente por lo que así la medida anti-miedos no afectará mucho a nuestros bolsillos.
La luz quitamiedos de mi Peque
Últimamente he estado informándome del tema de los miedos infantiles y todos acaban con la misma conclusión, que si el peque se siente más seguro con la luz encendida, que se le deje, llegará un día que ya no la necesitará o que incluso él pedirá que se la apaguemos porque le molesta. Así que, ¿por qué hacerle sufrir, no? los miedos son parte de una etapa de todos (o casi todos) los niños. Mi Peque nunca ha visto dibujos no aptos para su edad o con fantasmas, monstruos o tiros, e igualmente está pasando por esa etapa. Supongo que el desarrollo de su imaginación trae consigo muchas cosas buenas, pero también alguna de no tan buena que tarde o temprano sabrá afrontar.
¿Os habéis encontrado vosotros con esta situación? ¿cómo lo habéis solucionado?