Los Minions

Publicado el 06 julio 2015 por Pablito

Si algo dejaban claro las dos primeras entregas de Gru, mi villano favorito, una de las sagas más taquilleras de la historia del cine animado, es que sus diminutos seres amarillos llamados “minions” tenían la personalidad, el carisma y el potencial suficientes para sostener por sí solos una película entera. Con cada aparición, estos robaplanos parecían pedir a gritos una película donde explayarse, donde lucirse por completo. Consciente de esto -y de los jugosos beneficios económicos que la jugada le podría reportar, claro-, la productora Illumination Entertainment, que se embolsó la estratosférica cifra de 1.500 millones de € con las dos partes de Gru, se puso manos a la obra para llevar a cabo el spin off Los Minions (2015), una cinta orquestada a cuatro manos entre Kyle Balda y Pierre Coffin, éste último codirector de las dos películas en las que estos seres unicelulares se hicieron mundialmente conocidos. ¿Ha merecido la pena el resultado? Rotundamente sí. Sus responsables han demostrado estar sobradamente capacitados para ofrecer a toda la familia un espectáculo fresco, dinámico y divertido; tan altamente adictivo que te deja con ganas de más tras los títulos de crédito -los cuales, por cierto, conviene no perderse-. Risas, risas y más risas. Esto es lo mejor que se puede decir de esta película: su alto potencial cómico gracias a una fórmula basada en el slapstick continuo. 

Esta aventura en solitario de estas entrañables criaturas arranca con un prólogo que sus fans agradecerán con especial intensidad por narrar toda su evolución a lo largo de la historia. Enfrascados en una depresión por no tener ningún amo al que servir, a Kevin, uno de ellos, se le ocurre un plan: buscar una villana para ser sus secuaces. Así, junto con sus fieles amigos Stuart y Bob, llegan hasta el Nueva York de 1968, donde por avatares del destino comienzan a ser los vasallos de la malvada Scarlet Overkill. Poseída por una extraordinaria creatividad que mantiene la película siempre en alto, Los Minions satisfará a grandes y pequeños: los primeros porque serán conscientes de su amplio abanico de guiños y referencias a la cultura popular -los Beatles, la Reina de Inglaterra, lo audaz que se muestra la película en toda su sátira británica…- y, los segundos, por unos gags especialmente inspirados que no por simples dejan de ser perfectos -ese minion en tanga, esos minions remando de un lado para otro con la mano…-. Todos contentos, pues, con este modélico ejercicio de cine familiar que ya es uno de los fenómeno cinematográficos del año: en España fue el mejor estreno animado de los últimos 6 años con casi 1 millón de espectadores y 5 millones y medio de € en su primer fin de semana, cifras realmente insólitas.

A pesar de su éxito, algunos críticos aseguran que la película no tiene la suficiente fuerza cinematográfica. Pero, diablos, ¿hay mayor fuerza cinematográfica que provocar la carcajada constante durante 100 minutos y dejar una sensación de satisfacción generalizada en una sala de cine? Cierto es que hay un ligero bajón casi en el tramo final, ese cuarto de hora correspondiente a la persecución en Londres donde la película se atasca más de la cuenta, pero en líneas generales estamos ante un artefacto al que pocos reproches se le pueden hacer. Quizá no sea tan técnicamente ambiciosa como Pixar, pero tampoco lo necesita. Las comparaciones con el consabido titán de la animación son completamente innecesarias ante un film tan desvergonzado y exento de complejos como este. Los responsables de Los Minions saben que su mejor arma es un guión que no da un segundo de respiro; un libreto que funciona como un potente refrigerio, como un chispeante refresco lleno de sabor, en medio de un calor estival insoportable. Y no podemos pasar por alto una banda sonora que incluye canciones de Jimi Hendrix, Madness, The Doors o Aerosmith.

Con un extraordinario doblaje en español a cargo de la inmensa Alexandra Jiménez, que sustituye a Sandra Bullock como voz de la maléfica Overkill, nada o poco que reprochar, en definitiva, a una película de la que ya esperamos ansiosos una nueva entrega. Y es que sin apenas pronunciar una palabra inteligible y poniéndose del lado del mal, Los Minions han conquistado nuestros corazones. La fiebre amarilla no ha hecho más que empezar.