Este título no hace referencia a la gran obra de Víctor Hugo, protagonizada por Jean Valjean, quien tuvo que cumplir 20 años de cárcel por robar un pedazo de pan, condena que fue producto de sus reiterados intentos de escaparse, lo cual finalmente logró. Jean, impresionado por la acción benévola del obispo Francisco Bienvenido Marie, quien pese a que le había robado los cubiertos de plata le miente a la policía diciéndole que se los había obsequiado, cambia de vida, se cambia de nombre y se convierte en el gran señor de Magdalena, acumulando fortuna con la que ayuda a los más necesitados. Este título alude más bien a la historia de otros personajes que muy probablemente no tendrán finales felices ni tendrán quizá el tiempo de acumular fortuna o el apoyo y oportunidades que los lleve a vivir una vida apacible rodeada de los suyos en su vejez.
Hace unos días, luego de la recaptura del delincuente juvenil apodado Gringasho, acusado de varios crímenes ejecutados por encargo, por lo que se le ha dado el triste título del sicario más joven del país, el presidente de la República, mostrando indignación, expresó frente a los medios que “se debe mostrar la cara de este miserable, se debe saber quiénes son sus padres, cómo han podido formar a un miserable así y le debe caer todo el peso de la ley.” Este reclamo sobre aplicar el peso de la ley parece un contrasentido al plantear violar abiertamente tratados internacionales y el propio Código de los Niños y Adolescentes, que forma parte del cuerpo normativo del Perú, que dice en el Art. 6 del capítulo 1, en lo referido a identidad, que: “cuando un niño o adolescente se encuentren involucrados como víctimas, autores, partícipes o testigos de una infracción, falta o delito, no se publicará su identidad ni su imagen a través de los medios de comunicación” (1).
Estas declaraciones están en consonancia con la forma de pensar de un buen sector de la ciudadanía, que frente a los actos cometidos por el chico piden su cabeza, la pena de muerte o por lo menos la cadena perpetua, olvidando con gran facilidad que, por muy criminal que sea, es menor de edad y es sujeto de derechos, derechos que incluso un respetable semanario como Hildebrant en sus Trece deja de lado, al publicar una foto del menor. Sin embargo, hay que señalar que el “Oscar” a la violación de sus derechos se lo lleva la grabación que se filtró en los medios, en la cual no sólo se lo presenta ante las cámaras sino que se le exige decir públicamente su nombre. Podemos ver que al final, el policía que le toma la declaración en tono burlón le dice “¿alguna despedida a la cámara? ¿un chau, un adiós? una sonrisa ahí para que te vean a nivel nacional” (2), lo que nos permite deducir que no era una declaración cualquiera, sino una que se pasaría por los medios nacionales. Y claro, a sabiendas de que existiendo tal
visión negativa sobre el adolescente, era algo que pasaría piola, por lo que pocos o nadie reclamaría, más aún si el propio presidente había pedido que se presentara el rostro.
Gracias al semanario Hildebrant en sus Trece, nos enteramos que Gringasho fue un niño muy inteligente, que en la escuela sacaba las mejores notas, que un día su madre lo abandonó en casa de su abuela para irse con un hombre que no lo quería, del padre sólo sabemos que lo abandonó, y que creció al amparo de su tío, apodado el Soli, quien sería su referente paterno y que es quién lo inicia en la mala vida, que en un momento era buena o mejor que la de antes, pues le permitía comer, vestirse, calzarse, ayudar a su mamá, quien por arte de magia apareció de pronto cuando él ya contaba con dinero producto de sus atracos. Sin considerar estas circunstancias y la trayectoria de vida que pudo haber llevado a Gringasho a la actividad criminal, han surgido análisis que van desde aquellos que señalan que los chicos como él vendrían con un chip homicida, como lo sugiere un artículo de un periódico local cuyo titular no deja lugar a dudas “Perfil psicológico de niños que nacieron para matar”, el cual pretende darnos la evidencia de donde surge la criminalidad del chico. “En el caso de ‘Gringasho’, desde su niñez desarrolló la conducta asesina al agarrarle el ‘gusto por matar pajaritos con huaraca y jebe’. Esta acción la veía como un juego pues no tuvo a su lado a un adulto que le enseñara a valorar la vida.” (3)
En estos días han surgido, a más del llamado del presidente o siguiendo su pedido, otras voces que han llamado a reducir la edad de inimputabilidad de los menores de edad, bajo el supuesto de que la minoría de edad se aprovecha para delinquir, medida que según la congresista Marisol Tello, presidenta de la Comisión de Justicia del Congreso, se verá en la siguiente legislatura y que se justifica porque: “En el Perú, los niveles de violencia tienen un componente juvenil importante, y por eso es que esos proyectos se justifican.” La congresista enfatizó que el sistema está permitiendo que menores de edad – como ‘Gringasho’–, aprovechando la protección legal que tienen, cometan infracciones tan peligrosas como las que perpetran avezados delincuentes.(4)
Los planteamientos de aumentar la pena por las conductas violentistas de menores, pese a su simplismo y a que no está comprobado que ayude realmente a reducir los índices de criminalidad juvenil, conectan rápidamente con una ciudadanía ávida de respuestas frente a la inseguridad, pero no resultan en realidad propuestas que se dirijan realmente a enfrentar una problemática que no tiene que ver solamente con el padre o la madre, sino con las relaciones sociales, los modelos de los que se nutren niños y niñas y lo que sucede en la propia realidad, como la violencia cotidiana, y que inciden sobre los comportamientos de las personas, sobre su subjetividad. Si a esto le agregamos el desamor, la desprotección o el abandono de padres y madres, el abuso físico, síquico y sexual a menores y la ausencia de políticas públicas, en salud, educación, justicia, empleo, etc., de planes y programas para trabajar con los menores y adolescentes, con los que están en problemas, con los que viven en la calle, con los que están
en centros de rehabilitación, tendremos que los mal llamados “miserables” seguirán surgiendo en los diferentes rincones del país, en donde la violencia en la casa y en la calle sigue creciendo, y en lugares en donde surgen nuevas problemáticas como el narcotráfico, que como se ha visto tanto en Colombia como en México, utilizan a los adolescentes varones especialmente para cometer sus crímenes, un punto del cual tampoco se ha hablado. Es decir ¿qué pasa con quiénes cooptan a los chicos para que cometan delitos?
La forma como públicamente se ha tratado el caso de Gringasho no sólo individualiza la problemática sino que se plantea como si no hubiera ninguna responsabilidad desde los gobiernos y desde la sociedad sobre la violencia que va en crecimiento y que se expresa, por ejemplo, en la proliferación de pandillas, que son caldo de cultivo de la violencia juvenil, pero que ofrecen un espacio de reconocimiento, confianza y autoridad a quienes las integran.
Como lo señala la sicóloga Liliana Sella, “puede decirse que posicionamientos que se embanderen detrás de posturas rígidas, inflexibles, de inocente apariencia pero más punitivas que normativas, avasalladoras frente a los niños que transgreden, son también y sin lugar a dudas, síntomas del mismo fenómeno de un orden violento, fruto de nuestro tiempo que para mantener vigencia y subsistir necesita ocultar para no dejar ver, camuflar para poder engañar, prohibir y generar miedo, para paralizar y desarticular todo intento de cuestionamiento y cambio.” (5) Asimismo, estas posiciones buscan en realidad desviar la atención sobre la pregunta clave sobre si el Estado está cumpliendo con su obligación de garantizar los derechos de niños, niñas y adolescentes para evitar que se conviertan en criminales, o sobre qué oportunidades les va a dar a quienes ya lo son para que puedan hacer el cambio de sus vidas como Jean Valjean en la famosa novela.
Notas
(1) Código de los Niños y Adolescentes. Ley N° 27337, julio del 2000
(2) Gringasho https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=SM_cSIKgSrI#!
(3) “Perfil psicológico de niños que nacieron para matar”, Perú 21, 12 de enero del 2013.http://peru21.pe/actualidad/perfil-psicologico-ninos-que-nacieron-matar-...
(4) “Evalúan proyectos para encarcelar a menores de 15 a 18 años”, Perú 21, 9 de enero del 2013. http://peru21.pe/actualidad/evaluan-proyectos-encarcelar-menores-15-18-a...
(5) Liliana Sella, ¿Niños Violentos o niños violentados?, Foro Patagónico de Superiores Tribunales, s/f.
http://www.sup-trib-delsur.gov.ar/ForoPatagonico/DoctrinaJuridicaPatagon...
Por Rosa Montalvo Reinoso