La verdad es que no esperaba que un musical me impactase tanto. Ayer gracias a la invitación de mamá fui a ver los Miserables de Víctor Hugo. Años atrás vi la película de Gérad Depardieuy pasó sin pena ni gloria. Sin embargo, ayer me involucré mucho a nivel emocional, lo sentía tan real que se me hizo un nudo en la garganta. No sé si sería la música, el ambiente, la historia, el hecho de pensar que en otra época personas de verdad pudieron pasar por esas circunstancias y tener esos sentimientos o todo en general.
El título de la obra está muy bien elegido porque los personajes son realmente miserables no sólo desde el punto de vista económico sino también del espiritual. Hay barreras infranqueables, muros tan altos que parecen imposibles de romper y cuando ya has caído en lo más bajo, en lo más miserable, cuando crees que no puedes cambiar, que estás condenado a ser lo que la sociedad dice que eres, que no tienes perdón, entonces se hace la luz y no sólo te perdonan lo imperdonable sino que además te premian. Esto es lo que de verdad le toca el alma al personaje principal de la obra, Jean Valjean, lo que le hace cambiar de vida. Pero cambiar no es una obligación es una elección y no todos reaccionan igual. Basta pensar en Javert. El odio que siente a lo largo de toda su vida le lleva a no entender ni aceptar el perdón, a elegir un camino de no retorno. Otros están muertos en vida y solo se liberan cuando dejan de existir, pero sin lugar a dudas los verdaderos miserables son los que no nos dan pena, los que no se arrepienten de ninguna de sus maldades, los que han elegido hacer el mal gratuitamente, los que están cegados por el ego y no rectifican. En el musical se palpa el odio en el ambiente, la angustia de los callejones sin salida y también la fe, la esperanza de que incluso en las peores situaciones los milagros son posibles.
A veces lo que la sociedad piensa que somos, lo que creemos que somos y lo que realmente somos son cosas muy diferentes. Es como sí nuestro verdadero yo estuviese oculto o confundido por el exterior y por el concepto que tenemos de nosotros mismos. Valjean cometió un error y lo pagó con creces, llegó a pensar de sí mismo que era lo peor y al creerlo actuó como tal, pero el hecho de que hubiese una persona que confiase en él fue su salvación, lo que le hizo darse cuenta de que había sido perdonado, lo que despertó su deseo de mejorar y hacer el bien. Y no vayamos pensar que a partir de ese momento su vida fue fácil porque no fue así, tuvo que luchar por convertirse en una persona diferente y Javert se pasó la vida persiguiéndolo, no dejándolo olvidar su pasado como si la sociedad no lo perdonase.
En conclusión por muy oscuro que sea el camino siempre hay una opción, una luz al final del túnel, un sol que nos ilumina y ese sol está dentro de nosotros mismos, sólo tenemos que creérnoslo y actuar.