Que los hipster han llegado para quedarse un tiempo es un hecho que nadie discutirá nunca, ¡más os vale a todos! Que seguirá siendo una aventura explicarle a mi abuela "qué eeeh lo que's eso" tampoco creo que vaya a cambiar.
Las modas han ido y venido durante nuestra historia biológica. El ser humano puso de moda plantar en casa, en vez de cansarse desplazándose a recolectar. Fue a la guerra en vez de encontrar la paz y el consenso. Y cambió la ambición por la humildad. Y ahora como todas las modas, volvemos a ponernos manos a la obra con algo tan milenario como es la agricultura. Podemos llamarlo agro hipster, cosas de modernos o como queramos, pero la verdad es que no le hace mal al mundo en que vivimos.
De pequeño me crié en un pueblo, disfrutando de eso que los cosmopolitas echan de menos:aire fresco, paz y verde, bastante verde por todos lados. Allí las modas, como todo en los pueblos, se simplificaban con "todas las ovejas al mismo redil", pues todos teníamos que ser rectos y estar en la misma sintonía. Allí las otras culturas urbanas no tenían mucha relevancia. Allí solo se hacían cosas de pueblos. Graneros, cabras, perrerías a las gallinas del vecino... ya me entendéis. Y solo se tenía contacto con otras modas y culturas cuando se salía de excursión a visitar los pueblos más grandes de la zona o aparecía un nuevo foráneo a vivir con un estilo concreto de pensar.
Ha sido en mi vida adulta, durante mis estudios, cuando de verdad encontré el sentido y utilidad a las modas. No me refiero a que no las tuvieran antes para mí, pero para ser seguidor no puedes saltar de unas a otras, como si de un descubridor del nuevo mundo se tratase. Yo solo encontraba una tribu, la estudiaba, recogía toda la información vital y proseguía mi camino. Esto y otras muchas experiencias de mi vida acaban por ser lo que te define y escribes. Ahora a caballo entre el ecologismo más práctico y el ocio, intento llevar a cabo proyectos para dar a conocer los que quizás mañana será una moda. ¡Ojaaaaalá! Sería bonito dejar más huella.
Hace ya la torera de 10 años que planto y me instruyo en la agricultura y horticultura ecológica. Me confieso: debo de ser eso que llaman agro hispter. Contra todo pronóstico, he conseguido esa paz que te da el saber lo que haces, y he logrado sentirme bien cuidando de tomates y lechugas, y transmitiendo ese conocimiento a los más pequeños en talleres y campamentos.
Aquí es donde, en los últimos años, me he dado cuenta que, sin las modas, no sería posible llegar a ver y devolver a la vida esta actividad que ya nadie quiere ni ver en los pueblos. Gracias a modas y etiquetas como las de los agro hipsters era más posible que nunca encontrar huertos urbanos en solares, coles y balcones. Y junto a ellos, personas que redescubren la naturaleza y aprenden a cuidar el medio ambiente: niños que aprenden a cultivar la tierra o a las mayores cocineras, que son las madres, recolectar sus plantas aromáticas del alféizar de la cocina.
La agricultura ecológica ha llegado para quedarse y gran parte de este éxito ha sido llevado a cabo por las gentes de las culturas que hoy bañan las calles de las ciudades.