Los modos de evadirse de este valle de lágrimas

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia

   A la ensoñación que al hombre primitivo le procuraban los estupefacientes se accedía a través de rituales sagrados, los mismos de los cuales el vino consagrado de la misa cristiana es una reminiscencia. La oración monótona y repetitiva, el hipnótico ritmo regular de un tambor, la privación sensorial, el ayuno... son otros tantos métodos de acceso alucinatorio o pseudoalucintorio a la realidad alternativa que nos permita evadirnos de este valle de lágrimas. Esa ensoñación buscada es, en última instancia, la misma que está en el origen de la literatura (que en un principio fue teatro sacralizado) y el arte en general: la pintura de las cuevas prehistóricas, por ejemplo, no era “arte por el arte”, sino un medio de comunicación con el mundo sagrado (los tótem) que bullía detrás de las paredes de la cueva. El arte, en fin, tiene un origen sagrado, y está vinculado en ese origen con las ensoñaciones a las que se accedía a través de los estupefacientes y el resto de los métodos de estimulación de la fantasía.

      El caso es que tanto esa embriaguez litúrgica como la razón son, las dos, modos de escapar de la realidad patente. La razón lo hace creando conceptos, que son formas ideales que vienen a sustituir a las (comparadas con esos ideales) deficientes cosas concretas. Todo concepto es una exageración, una ampliación de las cosas concretas en la dirección de su ideal: Platón imaginó un ámbito extramundano en el que hacer residir esas “ideas” o ideales, de los cuales las cosas de la realidad patente eran meras imitaciones. La razón, pues, genera ideales(formas perfectas), esas exageraciones que habitan más allá del mundo tangible; redondea, completa, perfecciona imaginariamente las cosas concretas que habitan en el mundo que nos rodea, y nos empuja en la dirección de esos ideales creados por ella. Es decir, que la razón no es tanto un medio de acceso a la realidad tangible, como (de forma en alguna medida asimilable a la embriaguez) una manera de escapar de esta hacia la realidad ideal.