Experimentos sobre apego materno y privación sensorial
Harry Harlow se dedicó en Estados Unidos durante los años 70 a estudiar el apego materno, la depresión, la privación sensorial, la falta de socialización entre otros, en una raza de macacos llamada macacos rhesus.
La palabra apego puede resultaros familiar, y consiste en la vinculación existente entre dos personas producto de la interacción social y afectiva entre ambas. Al nacer un mamífero y algunas aves, existe un período de tiempo, una fase crítica, llamada impronta, en el que decidimos quién será nuestra figura de apego en función de las relaciones que hayamos establecido los primeros días de vida. En general, esta figura de apego suele ser la madre biológica, pues es quién satisface nuestras necesidades y de quien solemos depender, pero hay casos en los que esto no es así. De niña por ejemplo crié un pollito un verano que se decidió por mí como figura de apego, y me vi con el pollito detrás todo el santo verano persiguiéndome allá donde iba hasta que se hizo mayor.
Bueno, este investigador realizó algunos experimentos en su laboratorio, hoy bastante controvertidos, pues el trato animal deja mucho que desear. Sin embargo y como bien sabemos, en aquella época no eran tenidos en cuenta los derechos del animal y se empleaban para experimentos con el fin de avanzar en ciencia, como de hecho así fue. Proporcionó un enorme avance en el campo del apego, pues demostró su importancia en el desarrollo social, afectivo y cognitivo del individuo.
Esto llevó a privar a crías recién nacidas de esta raza de monos de sus madres biológicas y a crear madres sustitutas, una de alambre que ofrecía alimento y otra de felpa que carecía de comida, con un aspecto físico similar al de una mona adulta. El descubrimiento fue que las crías, ante una situación de estrés (inseguridad o peligro), mostraban clara preferencia por acogerse a la madre de felpa, a pesar de no proporcionarles alimento. Así quedó demostrado que el vínculo madre-hijo iba más allá de la búsqueda de satisfacer las necesidades biológicas básicas (alimento) y existía una necesidad de contacto social para desarrollarse psicológicamente.
La madre de felpa proporcionaba a las crías sensación de protección y seguridad, y en presencia de ésta exploraban el medio y acudían cada poco tiempo para comprobar que siguiera ahí. Al separar Harlow a las crías de sus madres de felpa una vez establecido el vínculo, experimentaban emociones como miedo o ansiedad: lloraban, gritaban, se chupaban el dedo y buscaban desesperadamente objetos suaves como su madre.
Otro grupo experimental que m dejó boquiabierta es el grupo de aislamiento en las llamadas "el abismo de la desesperación", en el que Harlow recluía a las crías aisladas y sin mantener contacto alguno con ningún tipo de figura. Estas crías, 30 días después del aislamiento desde el nacimiento, presentaban cierta catatonia, permaneciendo en un rincón de las jaulas. Al juntarlos con el grupo control, no ejecutaban conductas de socialización, no exploraban, no mostraban interés por el sexo opuesto y eran agredidos por sus compañeros. Ante situaciones de estrés, estas crías reaccionaban de forma patológica, huyendo, gritando y realizando movimientos repetitivos de balanceo.
Más allá de estos experimentos (como véis, Harry Harlow no se andaba con chiquitas) inventó el llamado potro de violaciones en el que ataba a las hembras aisladas en posición de lordosis, de manera que a los machos les fuera más fácil fecundarlas. Tras las múltiples violaciones (las pobres si no tenían suficiente con su vida de sufrimiento social, esto tuvo que ser la gota que colmó el vaso) estas hembras quedaron embarazadas y meses después fueron observadas sus conductas hacia las crías, mostrando un comportamiento negativo (de rechazo) y negligente hacia éstas.
El mismo experimentador señaló:
“Jamás, ni en nuestros sueños más retorcidos, pensamos que seríamos capaces de designar sustitutos que fueran tan crueles con sus crías como las auténticas madres. La ausencia de experiencias sociales hace que no sean capaces de interactuar socialmente con sus crías. Una de las madres aplastó la cara de su cría contra el suelo y comenzó a comerle los pies y los dedos. Otra machacó la cabeza de la cría. El resto, simplemente las ignoró”.
Aquí os dejo un documento videográfico que emitió TVE hace ya muchos años:
Y otros vídeos:
Por si estos estudios os parecían poco éticos, aquí os dejo otro experimento de la época relacionado, no realizado por la familia Harlow sino por René A., y que estudia la privación emocional, utilizando en este caso NIÑOS REALES en lugar de macacos:
¡Hasta muy pronto!