La start-up sin ánimo de lucro edX, creada por Harvard y el Massachusetts Institute of Technology, reunió a cerca de 400.000 estudiantes en sus primeros meses de cursos oficiales, mientras que Coursera alcanzaba la increíble cifra de 1.7 millones en menos de un año. No eran los únicos. Udacity, Khan Academy, Open IEBS, y otros, se unieron a la fiesta. Y de ese modo surgieron artículos como “How to pick the best MOOCs: 6 tips from a Coursera junkie” que te ayudaban a escoger entre la multitud de cursos. También se distinguía entre los diferentes tipos de MOOC: xMOOC, cMOOC, y el propio MOOC.
Sin embargo, y como pasa con todas las tendencias, el boom decayó. En “MOOCs Are Dead – Long Live the MOOC”, el autor comenta como durante este año son inexistentes las menciones a MOOCs en conferencias y eventos relacionados con la educación, mientras que los pasados años era el tema central.
La realidad es que cuando existe un fenómeno hype hay quienes aprovechan la oportunidad para criticarlo y augurar su desaparición, y quienes forman parte del comité evangelizador. La cuestión en este tema, sin embargo, es que no estamos hablando de si la próxima temporada se seguirá llevando el pantalón pitillo. Los MOOCs son relevantes ya que acercan nuevos métodos educativos basados en la interactividad, a millones de personas que hasta ahora no tenían acceso a la educación. Y eso no forma parte de una tendencia. Eso forma parte de una realidad que ha llegado para quedarse, sea con un acrónimo u otro.
Por supuesto que, como dicen los escépticos, muchos alumnos que empiezan un curso no lo terminarán. Por supuesto que es un vehículo para promocionar grandes universidades como Harvard o el MIT. Pero eso no quita que los MOOCs sean un elemento disruptivo dentro del sector educativo, con todo lo positivo, p. ej. eliminación de barreras de entrada, que este término implica.
En el artículo del Washington Post “MIT study finds learning gains for students who took free online course” se demuestra científicamente los resultados positivos entre aquellos que finalizan un MOOC, concretamente el curso de física “Mechanics Review”. Lo sorprendente del estudio reside en una de sus conclusiones, que evidencia los similares progresos en el aprendizaje entre alumnos con diferentes niveles educativos previos p. ej. doctorado vs diplomatura. Aunque las notas finales variasen, el progreso relativo entre aquellos que finalizaban el curso era similar entre los diferentes grupos. Además, la comparación con alumnos presenciales evidenció que a pesar de recibir más apoyo e instrucción, éstos últimos, no ilustran una mayor evolución en el aprendizaje. El estudio completo se puede encontrar en la revista académica “The International Review of Research in Open and Distance Learning”, bajo el título “Learning in an Introductory Physics MOOC: All Cohorts Learn Equally, Including an On –Campus Class”.
Para aquellos interesados lo temas son variados. El CS50X de edX, “Introduction to Computer Science”, es una introducción a las ciencias computacionales y el arte de programar; mientras que también en edX, podríamos escoger el BE101x: “Behavioural Economics in Action”. Así entre más de 300 cursos. Coursera posee el más amplio catálogo en el que puedes encontrar desde “Forensic Accounting and Fraud Examination” hasta “A beginner’s guide to irrational behavior” enseñado por un profesor de la Universidad de Duke, especializado en economía del comportamiento y psicología.
La economía participativa y la eliminación de barreras de entrada son necesarias no sólo para generar un conocimiento compartido, sino para que la educación no sea, como algunos pretenden, un mecanismo para favorecer a las elites y a los sistemas políticos basados en el miedo y la ignorancia de los ciudadanos. Los MOOCs no son sino un pequeño facilitador de un sistema más democrático para todos. Contradictoriamente, las instituciones que gestionan algunos de los MOOCs más interesantes, son las que albergan a miles de estudiantes endeudados por los astronómicos fees de matriculación en sus grados presenciales p. ej. Cambridge o MIT.
Tiempo para la reflexión.