Por fin empieza a entenderse que el enemigo eran dos: los terroristas y los buenistas que justificaban sus crímenes. Ha hecho falta mucha sangre para entender que esos que autoinculpan a Occidente del terrorismo que padece y que justifican los crímenes y atentados son tan peligrosos como los que se autoinmolan o disparan el Kalasnikov.
El ex presidente Sarkozy propone medidas duras contra la inmigración incontrolada. Las encuestas reflejan que cada día son mas los europeos que exigen centroles y medidas duras contra la inmigración. Hay en Europa miles de terroristas potenciales fichados contra los que no se ha hecho nada hasta ahora, salvo esperar que empiecen a matar. En adelante, las mezquitas que sean escuelas de asesinos deberán cerrarse y se expulsarán tanto a los que están agazapados, esperando el momento de matar, como a los imanes que promuevan el crimen.
Seguir como estábamos nos lleva a la perdición y a que el extremismo crezca en ambos bandos, en el mundo islámico, donde cada día hay mas locos dispuestos a inmolarse, y en la política europea, donde la xenofobia y la revancha crecen sin parar.
Esas feministas amorosas que reciben a los inmigrantes sin filtrarlos, con los brazos abiertos, esas ONGs que justifican el crimen y acusan a Occidente de tener toda la culpa de las masacres y esos "buenistas" quintacolumnistas que propagan la idea de que los culpables de todo lo que ocurre somos los europeos, lo van a tener mas difícil a partir de ahora y van a ser señalados como aliados del terrorismo.
No se trata de negar la responsabilidad de Occidente en la reacción terrorista islámica, ni de practicar la venganza, ni de considerar enemigos a todos los musulmanes, sino de actuar frente a la agresión, de filtrar a los que llegan. La idea es acoger a los de buena voluntad y rechazar a los hostiles. Y, por supuesto, expulsar sin miramientos a los que interpretan el Corán como un llamamiento a cortar cabezas y propagan la violencia en las mezquitas y barrios marginales.
Si Europa se alza sobre los cadáveres de París y reacciona con la dignidad que debía haber mostrado hace décadas, antes de que las calles y plazas se llenaran de musulmanes incapaces de integrarse y cargados de odio, esas víctimas habrán servido para salvarnos de esa muerte lenta que la Europa acobardada padecía sin reaccionar, como si ya fuera un cadáver.